
Aquella noche su hoja en blanco no era la de todas las noches, era un pozo sin fondo de recuerdos ya olvidados, de ánimos desbancados y de momentos sin sentido. Esa noche, su vida era una hoja en blanco, tan impoluta, tan incierta como el no saber si mañana existiría o se perdería por un camino que nadie había acabado jamás.
Un brazo recorrió la hoja para tocarla y un suspiro le cubrió la nuca. Pero no había nadie.
Un escalofrío le guió hasta donde sus ojos ya no veían, al mismo lugar dónde su cabeza no era la misma de todas las noches, si no un atajo de locura y nostalgia que no le dejaba respirar.
Aquella noche, la última o la primera, quizás solo la continuación.
Blanco... el mismo blanco que al mirarlo fijamente se vuelve gris, o azul, verde quizás, se transforma como el niño se hace adulto y le invaden las arrugas. Se consume como el fuego... y no poder dejar de mirar las llamas intentando escapar de la chimenea.
Una noche donde sus labios estaban resecos por no ser besados desde hacía tiempo. Fría. Larga. Desidiosa. Escapando de su vida...
Huir sin moverse del sitio, correr sin tener que respirar. Sentir que nada volverá a ser igual pero tampoco distinto.
Una larga noche que aunque se acabó nadie se dio cuenta. Oscuridad. Odio por lo que no fue, y ya no tiene oportundad de ser.
Él cerró los ojos... se dejó vencer al saber que luchar solo le haría más infeliz, se olvidó de todo lo que no recordaba por un segundo, se olvidó de todos, de todo, pero aún se acordaba de ella... de su princesa...
Aquella noche ella ocupó su mente hasta llenarla, su corazón hacía mucho que ya no latía aunque él lo escuchase.
Un último suspiro cubrió el silencio de todo lo que no podía evitar... sabiendo que cada noche volvería a ver una hoja en blanco, no la suya, tampoco vería lo que no podía olvidar.
Aquella noche, ella, su princesa, escribía en una hoja, como hacía su abuelo, al contrario que él, con una sonrisa en los labios y la ilusión de saber que todo llega...
La misma noche, en que ella sintió una mano tenderse desde esa hoja en blanco... y un beso le cubrió la mejilla. Pero... aunque estuviese sola... quizás si había alguien...