Relatos cortos o muy cortos...
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GEnial el post, aki van unas mias, espero que os gusten
PIES SUCIOS
-¿A que no sabes como he venido?
- ummm ¿Descalzo?
EL BESO VERDE
Bésame!
- um.. no...
Que me beses te pido
- bueno.. pero antes toma un clinex
MIRADAS
-Mira esa pareja, ¿no le da vergüenza ir enseñando el pecho?
- Seguro que es prostituta, él tiene pinta de tener mucho dinero.
Moraleja: mientras tu le miras las tetas ella te mira el bolsillo
EL DOBLE PORTAZO
me voy, aqui os quedais
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiipotoklox!!
ding dong
- si?
-me olvidaba las llaves
-toma anda...
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiipotoklox!!
PIES SUCIOS
-¿A que no sabes como he venido?
- ummm ¿Descalzo?
EL BESO VERDE
Bésame!
- um.. no...
Que me beses te pido
- bueno.. pero antes toma un clinex
MIRADAS
-Mira esa pareja, ¿no le da vergüenza ir enseñando el pecho?
- Seguro que es prostituta, él tiene pinta de tener mucho dinero.
Moraleja: mientras tu le miras las tetas ella te mira el bolsillo
EL DOBLE PORTAZO
me voy, aqui os quedais
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiipotoklox!!
ding dong
- si?
-me olvidaba las llaves
-toma anda...
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiipotoklox!!
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Vaya, parece ser que tod@s se decantaron por los relatos muy cortos así que aquí llego yo para romper la fila, sorry =)
MENTE
Estás enfermo, estás perdido, estás solo.
Y aquellos en los que confiaste y has confiado también se han ido, y los que te dijeron que no se irían y estarían a tu lado también se han ido.
Simplemente no lo entiendes.
A veces la soledad llega a ti.
A veces se busca la soledad, sea cual sea el motivo. A veces se desea estar solo. A veces... y es que uno piensa que la soledad es tranquilidad y apacibilidad. Piensas que el estar solo significa descanso. Piensas que ahí, en tu soledad, nadie te molestará y nadie te dirá que hacer.
Te molesta tener a alguien a tu lado.
Buscas y deseas a la soledad tal y como desea un suicida su muerte.
Muchos que buscan la soledad, no tienen idea de lo que es.
Y no hay nada....
Es como si estuvieras donde nadie nunca ha estado.
Un cuarto oscuro, gris y frío. Te encuentras desnudo ante tí mismo y no sabes como engañarte ó defenderte. Y agua helada como agujas te penetra los poros sin piedad.
Pero estás solo.
¿Para qué gritar? Nadie escucha lo que dices. No hay nadie cerca.
Estás solo. Abandonado en tus ideas.
Tus propias imágenes.
Llorando, por que duele.
Hay personas cuya ideología piensan que hay que estar solo, y verse como roca ante la vida y sociedad. Pero siempre hay algo que falta. Algo que crees que te hará ver débil...
Hay gente que se pierde en el camino. Que pierde lo que ama, y no lo puede recuperar. Y se abandona a la soledad.
No hay un patrón de aparición para la soledad. Puede llegar por cualquier lado, la puedes traer, pero hay veces en las que no la puedes alejar.
¿Alguien golpea a la puerta?
La sal de mar se pega, necia y quemante junto con el sol agobiante en las lozas del patio en un atardecer constante.
El agua hoy es turbia, habrá tormenta. Pero... ¿qué escucho? Alguien golpea a la puerta.
Me asaltan presentimientos estrujantes. Atizo el fuego avivado con mi temor. La mirilla me permite ver a medias la silueta de una mujer.
-¿Qué desea usted?- pregunto
-Que me permita pasar -responde- lloverá muy fuerte esta noche y no tengo a donde ir.
Con ella entra el viento húmedo de la brisa del poniente. Cabizbaja y sórdida, astuta y sabia, me anuncia su verdad.
-Mi nombre es soledad. Hace tiempo que sin desearlo me esperabas.
-¡No!... silencio.
El hombre grita mudo de tristeza. Como pasa el tiempo y los recuerdos. Ayer no estaba solo, pero hoy...
Golpeaban a la puerta y el abrió. Abría la puerta y ella entró. La soledad se apoderó como la tormenta de la bahía fuerte y destructiva de la razón.
Pero la llamó. El la invitó. Se le olvidó como siempre que como viene se puede ir, que es tan buena compañía como la ausencia de un amigo. No sabe como tratarla, no sabe como satisfacerla y llamará a Depresión, después a Tristeza y finalmente a Locura para preguntarles como conversar con Soledad, sin darse cuenta que no sabe comunicarse con ninguna de ellas; mortíferas y delicadas...
Golpearon a la puerta y él abrió, ellas entraron y con el se encerraron para hacer el amor. En la nada se quedó lleno de él mismo pero vacío de todo lo demás.
Así es la soledad.
¿Alguien golpea a su puerta? Piense bien antes de abrir. No sea que ella se presente con su vestido de domingo con un regalo bajo el brazo. El tedio abrumador de la existencia pura, el espejo donde usted se puede ver reflejado.
MENTE
Estás enfermo, estás perdido, estás solo.
Y aquellos en los que confiaste y has confiado también se han ido, y los que te dijeron que no se irían y estarían a tu lado también se han ido.
Simplemente no lo entiendes.
A veces la soledad llega a ti.
A veces se busca la soledad, sea cual sea el motivo. A veces se desea estar solo. A veces... y es que uno piensa que la soledad es tranquilidad y apacibilidad. Piensas que el estar solo significa descanso. Piensas que ahí, en tu soledad, nadie te molestará y nadie te dirá que hacer.
Te molesta tener a alguien a tu lado.
Buscas y deseas a la soledad tal y como desea un suicida su muerte.
Muchos que buscan la soledad, no tienen idea de lo que es.
Y no hay nada....
Es como si estuvieras donde nadie nunca ha estado.
Un cuarto oscuro, gris y frío. Te encuentras desnudo ante tí mismo y no sabes como engañarte ó defenderte. Y agua helada como agujas te penetra los poros sin piedad.
Pero estás solo.
¿Para qué gritar? Nadie escucha lo que dices. No hay nadie cerca.
Estás solo. Abandonado en tus ideas.
Tus propias imágenes.
Llorando, por que duele.
Hay personas cuya ideología piensan que hay que estar solo, y verse como roca ante la vida y sociedad. Pero siempre hay algo que falta. Algo que crees que te hará ver débil...
Hay gente que se pierde en el camino. Que pierde lo que ama, y no lo puede recuperar. Y se abandona a la soledad.
No hay un patrón de aparición para la soledad. Puede llegar por cualquier lado, la puedes traer, pero hay veces en las que no la puedes alejar.
¿Alguien golpea a la puerta?
La sal de mar se pega, necia y quemante junto con el sol agobiante en las lozas del patio en un atardecer constante.
El agua hoy es turbia, habrá tormenta. Pero... ¿qué escucho? Alguien golpea a la puerta.
Me asaltan presentimientos estrujantes. Atizo el fuego avivado con mi temor. La mirilla me permite ver a medias la silueta de una mujer.
-¿Qué desea usted?- pregunto
-Que me permita pasar -responde- lloverá muy fuerte esta noche y no tengo a donde ir.
Con ella entra el viento húmedo de la brisa del poniente. Cabizbaja y sórdida, astuta y sabia, me anuncia su verdad.
-Mi nombre es soledad. Hace tiempo que sin desearlo me esperabas.
-¡No!... silencio.
El hombre grita mudo de tristeza. Como pasa el tiempo y los recuerdos. Ayer no estaba solo, pero hoy...
Golpeaban a la puerta y el abrió. Abría la puerta y ella entró. La soledad se apoderó como la tormenta de la bahía fuerte y destructiva de la razón.
Pero la llamó. El la invitó. Se le olvidó como siempre que como viene se puede ir, que es tan buena compañía como la ausencia de un amigo. No sabe como tratarla, no sabe como satisfacerla y llamará a Depresión, después a Tristeza y finalmente a Locura para preguntarles como conversar con Soledad, sin darse cuenta que no sabe comunicarse con ninguna de ellas; mortíferas y delicadas...
Golpearon a la puerta y él abrió, ellas entraron y con el se encerraron para hacer el amor. En la nada se quedó lleno de él mismo pero vacío de todo lo demás.
Así es la soledad.
¿Alguien golpea a su puerta? Piense bien antes de abrir. No sea que ella se presente con su vestido de domingo con un regalo bajo el brazo. El tedio abrumador de la existencia pura, el espejo donde usted se puede ver reflejado.
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- Ubicación: ...en el siempre y en el nunca de nuestro firmamento
Tomás la había conocido en uno de esos atardeceres de
verano en que las muchachas van de shorts o de bikini
y los ombligos se convierten en faro de las
expectativas masculinas.Veinte o treinta años atrás
los hombres eran atraídos por ojos verdes, grises o
celestes, por pechos ocultos que dejaban imaginar
espléndidos pezones o tobillos vírgenes que invitaban
a caricias con seguimiento.Eso era antes, pero ahora
en el cuerpo femenino no hay centímetro (o
centímetros) más seductor (o seductores)que el (o
los)del ombligo.Las muchachas son conscientes de esa
magia y cuidan sus ombligos como antes cuidaban sus
labios.A veces hasta los adornan con chafalonías que
despiden inquietantes destellos.
Hay que reconocer que cuando Tomás inició la
conversación no había ombligo a la vista.Le preguntó
si estaba cómoda en aquel asiento de ferrocarril.Aella
le agradó que él la tuteara y le devolvió el
tratamiento con calculada cortesía.Sí, estaba cómoda,
bastante más cómoda que uando hacía le mismo trayecto
en autobús.
Él decidió comenzar con temas poco compremetedores y
eligió la literatura,En los últimos meses había leído
a Raymond Chandler y a Juan Rulfo y dejó caer algún
comentario alusivo, pero se encontró con que ella
sabía bastante más que él en ese campo y sus
alrededores.Discutieron con ganas y en uno de esos
avatares él le tomó una mano y lla lo dejó
hacer.Cuando pasaron a la novela erótica, los detalles
los acercaron más aún, y cuando por fin llegaron a la
estación en que ambos descendían, él ya le había
pasado le brazo por la cintura y , como era
previsible, la invitó a cenar.
Más previsible aún fue que ambos se alojaron en el
mismo hotel(habitación 18)y tras el 2º o 3º abrazo la
noche no presentó mayores dudas.Ya casi desnudos, él
se situó en las crrientes de este siglo y se animó a
preguntar si podía verle el ombligo.Ella soltó la
risa.No, no podía verlo, sencillamente porque no
tenía.A él se le aflojó la erección y ella se sintió
en el deber de explicarle.Treas años atrás había
tenido un accidente bastante serio, tuvieron que
operarla y"esos desagradecidos me dejaron sin
ombligo..Esa parte la tengo lisita como una nalga o
como una pantorrilla".
Cuando ella se desnudó totalmente, él le llevó su amno
a la zona en conflicto.Lisa, completamente lisa.Qué
contradicción, pensó Tomás con amargura:rostro
hermoso, ojos expresivos, pechos turgentes, piernas
bien torneadas.Y sin ombligo.Lentamente retiró la
mano, confirmano ante sí mismo que del cuerpo femenino
lo que mas le atraía era el ombligo.
Contempló a la mujer desnuda y la mirada fue sobre
todo de piedad.Sintió que se había puesto pálido y
desconcertado.Ella, sin perder la calma, dijo:"No seas
bobo.No lo tomes así.Ya estoy acostumbrada.Es la
cuarta vez que me ocurre.Te confieso que la única vez
que llegué a algo fue con un señor que, casualmente,
tampoco tenía ombligo".
Mario Benedetti
verano en que las muchachas van de shorts o de bikini
y los ombligos se convierten en faro de las
expectativas masculinas.Veinte o treinta años atrás
los hombres eran atraídos por ojos verdes, grises o
celestes, por pechos ocultos que dejaban imaginar
espléndidos pezones o tobillos vírgenes que invitaban
a caricias con seguimiento.Eso era antes, pero ahora
en el cuerpo femenino no hay centímetro (o
centímetros) más seductor (o seductores)que el (o
los)del ombligo.Las muchachas son conscientes de esa
magia y cuidan sus ombligos como antes cuidaban sus
labios.A veces hasta los adornan con chafalonías que
despiden inquietantes destellos.
Hay que reconocer que cuando Tomás inició la
conversación no había ombligo a la vista.Le preguntó
si estaba cómoda en aquel asiento de ferrocarril.Aella
le agradó que él la tuteara y le devolvió el
tratamiento con calculada cortesía.Sí, estaba cómoda,
bastante más cómoda que uando hacía le mismo trayecto
en autobús.
Él decidió comenzar con temas poco compremetedores y
eligió la literatura,En los últimos meses había leído
a Raymond Chandler y a Juan Rulfo y dejó caer algún
comentario alusivo, pero se encontró con que ella
sabía bastante más que él en ese campo y sus
alrededores.Discutieron con ganas y en uno de esos
avatares él le tomó una mano y lla lo dejó
hacer.Cuando pasaron a la novela erótica, los detalles
los acercaron más aún, y cuando por fin llegaron a la
estación en que ambos descendían, él ya le había
pasado le brazo por la cintura y , como era
previsible, la invitó a cenar.
Más previsible aún fue que ambos se alojaron en el
mismo hotel(habitación 18)y tras el 2º o 3º abrazo la
noche no presentó mayores dudas.Ya casi desnudos, él
se situó en las crrientes de este siglo y se animó a
preguntar si podía verle el ombligo.Ella soltó la
risa.No, no podía verlo, sencillamente porque no
tenía.A él se le aflojó la erección y ella se sintió
en el deber de explicarle.Treas años atrás había
tenido un accidente bastante serio, tuvieron que
operarla y"esos desagradecidos me dejaron sin
ombligo..Esa parte la tengo lisita como una nalga o
como una pantorrilla".
Cuando ella se desnudó totalmente, él le llevó su amno
a la zona en conflicto.Lisa, completamente lisa.Qué
contradicción, pensó Tomás con amargura:rostro
hermoso, ojos expresivos, pechos turgentes, piernas
bien torneadas.Y sin ombligo.Lentamente retiró la
mano, confirmano ante sí mismo que del cuerpo femenino
lo que mas le atraía era el ombligo.
Contempló a la mujer desnuda y la mirada fue sobre
todo de piedad.Sintió que se había puesto pálido y
desconcertado.Ella, sin perder la calma, dijo:"No seas
bobo.No lo tomes así.Ya estoy acostumbrada.Es la
cuarta vez que me ocurre.Te confieso que la única vez
que llegué a algo fue con un señor que, casualmente,
tampoco tenía ombligo".
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