Los domingos huelen a ceniza, a vida quemada, a sudor reseco, a cama manchada.
Avenidas plagadas de vacio, solitarias.Caminas acompasado por el sonido de tus tobillos.
Gente que se cruza en tu mirada, en esa trayectoria cansada, delimitada entre dos suspiros, entre dos segundos, entre un solo silencio.
Tropiezas con el aire, naufragas, divagas, la calle es tuya, la ciudad es nuestra.Pasea por mitad de la carretera y mira hacia lo lejos, todos los semaforos en rojo, avanza.
Silbas una melodia destartalada con los labios soñando un beso, otros labios, con las manos anhelando acechar una cintura, tu cintura, aquella de aquella noche, aquella de aquellas horas.
Cierra los ojos y camina.
Abre las manos y respira.
Nota como se humedece el aire a tu alrededor, como se carga y comienzan a llorar finas semillas de agua. Tumbate en el suelo, y nada.
Nada es lo que se avecina, una gran mancha engullira todos los minutos y los devolvera hechos migajas. Es la putada del tiempo, siempre jode lo que mas queremos recordar.
No llegues a ningun lado, camina por caminar, sientete parte del asfalto, rompe los ladrillos al pasear, haz ritmo con las papeleras, busca alguien que tenga un cigarro para acompañar, inhala su humo, pierdete en el y corta con tus manos la densa mar. Salta a ella. Pierdete.
Y con la ultima ola del ultimo momento te llegara la hora de saltar. ¿ A donde?
Nos llegara el tiempo de saltar.
Los domingos huelen a ceniza
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