En las uñas, restos de noche, de arañar el cielo bajo las sábanas. Y en la boca, el gusto amargo, de un bocado de horizonte, de cuando todavía no estaba seguro, de querer caer tras él, contigo. Mi reconocimiento y mis "versos escondidos", para tus ojos azules, tus labios rojos, tu pelo negro y tu amalgama de belleza infiníta, fuente inagotable de versos dictados. Y para ti: mi cadencia sin versos.
Cadencia sin versos
¿En qué mar de Marzo ha puesto tu piel sus raíces? ¿En qué piel ha arraigado fuerte el mar de tus ojos? Dame de beber de las fuentes termales, de los canales que se crean entre las hojas, gota a gota. Dame a comer de los frutos y los árboles y de esas tempestades tuyas que en tierna calma se transforman. Aliméntame de esos sueños que a las nubes coloreaban, de los labios abandonados que sin querer se susurraban, de los susurros que de tan minúsculos, subyacían a los dulces sonidos de las separaciones de tus comisuras y dame calor de las termas en la noche, del destello de un derroche y de la tímida chispa de una mirada que roba.
Róbame pues, con tus ojos mis deseos, envuélvelos y acúnalos en tus valles, déjalos sedientos en tus desiertos y báñalos en tus lagos y en tus mares, y abandónalos. Abandónalos en la orilla de piedras de un manantial infinito, en la orilla de piedras donde acostada y mirando al cielo, sus tímidas olas bañen sólo tu pelo. Abandónalos allí sobre tus labios, para que pueda sin miedo cogerlos. Porque allí iré a besar los deseos y a lamer sus heridas, y entonces, se hará escarcha y hielo el manantial, y la nieve dejará caer copos junto al viento para que abrazados, nos sintamos escondidos en la inmensidad de la nada, unidos como dos puntos en el vasto infinito de la escarcha y al mismo tiempo, ausentes de todo.
Rodeando mis deseos, y rodeándonos a nosotros el frío, seremos cálidos cuerpos que rodando convertirán a la helada, en un ínfimo detalle y alándose como ángeles de lluvia, volaremos, cobijándonos hasta notar en las espaldas la hermosa punzada de un haz de luna llena, que perdido entre las estrellas, vendrá a demostrarnos que a pesar de tanto sueño, estamos despiertos y viviéndonos el uno a el otro, en la llanura efímera de la imaginación de nuestro circunstancial encuentro.
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Guiño al destino -Quayle- HDS
Cadencia sin versos
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