Amanece lentamente y Estela lo contempla pensativamente desde el balcón. El Sol, poco a poco va asomándose y tiñendo de rojo el horizonte. Son las seis de la mañana y... Estela obedece a un impulso repentino mezcla de rabia y determinación y se viste a la carrera, sale de casa y corre por las calles desiertas hasta llegar al Parque y se sienta en el banco de siempre, coloca los pies sobre el asiento doblando las rodillas y apoyando la barbilla en ellas mientas se las abraza con las manos. Cierra los ojos. Duerme.
Mírala ahí, como una pobre vagabundita que no tiene dónde dormir, mírala, che. ¿Qué hará ahí? Y a estas horas... Pero qué linda que está, y tan solita...

I
?Yo no sé exactamente cómo ocurrió, ni cuándo fue, ni sé por qué es todo esto ahora, lo cierto es que vos pensás que la línea sigue siempre hacia delante y yo te digo que eso no es cierto, ¿sabés? la línea se va curvando poco a poco, poco a poco, hasta que por fin el principio se une con el final y se forma por fin el círculo, y vuelta a empezar, círculos, el tiempo se mueve en círculos, en espirales, el desgaste del círculo, el momento. El círculo vuelve a pasar por el mismo punto una y otra vez, pero ese punto nunca es el mismo porque el círculo se va desgastando un poco hasta que ya no es círculo, si no espiral, pero es tan lento que casi no podés ni darte cuenta. Es la vida, baby. Y yo no sé por qué estoy hoy aquí, ni sé por qué sé que estaré aquí mañana, ni por qué estaré mirándote hasta que despiertes, pero de seguro que estaré. ¿No lo notás? Cómo se escurre el tiempo, desgranándose, ahora lento y luego rápido ¿cuánto llevás aquí? Yo diría que mil años ahí, dormida en el banco, como una antiquísima estatua griega, egipcia, etrusca... ¿Quién sabe? Pero para otro tal vez llevés dos horas ahí, o dos segundos, o toda la vida... Me alegro de poder contemplarte así, vos, tú, ahí, sin que sepas que yo te miro, sin que sepas nada de lo que pienso, así dormida; dormida para siempre hasta que despertés. Gira, gira, manecilla. Reloj de arena astral. Ojalá este instante no se acabe nunca, o que vos no te vayás, o que yo llegue y estés ahí, y no te hayas ido ya, o que te quedes ahí para siempre, para siempre y hasta que te vayas...?

Eran las siete y media cuando Estela despertó y se dio cuenta de que tal vez Rubén se preocuparía si ella no estaba cuando él despertase. Se estiró, se había entumecido ahí, el fresco, el rocío, el tiempo, no sé. Se levantó y se fue andando con paso ligeramente vacilante. Alguien la observaba de lejos, desde otro banco. Sonrió.
Se quedó quieto por instante. Sentir. La mente en blanco, imposible conseguir, la sentía por dentro, como se retorcía la condenada, se retorcía, se escondía, su alma jugaba al escondite por los entresijos de su cerebro, y él quieto. Respiró profundamente intentando no pensar una vez más. El nirvana. La mente en blanco, no desear nada. Un instante, dos instantes, mil instantes. ¿Cuánto llevaba así? ¿Acaso importaba? Se apartó el pelo de los ojos con ambas manos e intentó levantarse pero le pudo el vacío y volvió a caer hacia atrás abatido. Rabia. Rabia. RABIA. No. Suspiró mientras miraba cómo la luz comenzaba a colarse, anaranjada, por las rendijas de la persiana. Nada que hacer. Se levantó movido por un impulso interrogante y dio media vuelta e hizo ademán de sentarse. Quieto. Quisiera hacer tantas y tantas cosas ahora mismo, pero ninguna a la vez, la vida... Encierro. Ojalá... Tal vez... Quizás... Ojalá. ¿Desde cuándo vives aquí? ¿Desde cuándo no puedo dejar de pensar en ti una y otra vez? ¿Desde cuándo? Te llamaría, ¿me llamarás? Bajaría a la calle sin usar el ascensor, correría lo más que pudiera para llegar cuanto antes. Hasta el final.

II
?El fin. Tendencia. Cadencia. ¿Hacia dónde vamos hay, mañana, pasado mañana... hacia dónde ayer? Unas veces se sube, se baja, otras se baja, se sube. El círculo que comienza de nuevo, pero sabés que no es el mismo círculo, que es uno nuevo e idéntico al anterior, pero nunca el mismo, siempre círculo, pero siempre distinto, no-elipse, pero diferente al anterior, tan diferente que resulta terriblemente parecido. Cuando llegamos al final de un círculo comenzamos otro casi sin notarlo, y no nos damos cuenta de que ese final no es final si no principio de un nuevo círculo, y así, y así, y así hasta siempre. No importa donde vayamos por que volveremos al mismo punto, no aquí, no es el lugar, es otra cosa, como un punto en que todo comienza de nuevo, pero no. Volveremos otra vez... PRINCIPIO.?

Las ocho menos veinte. Estela llegó a casa jadeante por la carrera y por la humedad de la mañana. Le dolía la espalda. Rubén aún dormía y parecía no haberse enterado de nada, aún. Estela le contempló desde la puerta, seguía dormido, tan lindo, se lo comería entero si no fuese por... Maldita incertidumbre. Las ocho menos veinte. Gabriel se dio la vuelta e hizo caso a Álvaro por primera vez en diez minutos. ?Creo que me voy a casa ya.? ?Está bien, che, como vos querás.? ?¿Tú?? ?No, yo me quedo un rato, necesito airearme un poco.? ?¿Más?? ?Sí, no sé, tal vez no sea eso? ?Tú sabrás.?
Cuando por fin me decida no sé qué será de todo esto. No sé nada. Nada de cómo estoy, ni de por qué he llegado a esto, ni nada de ella, y esta situación me están empezando a macanear. No me gusta estar así, parece que vivo del aire, de vanas ilusiones, de principios que son finales y de finales que son principios para al final ¿qué? NADA. Sigo igual que siempre, y nadie más lo sabe. Y yo aquí, lleno, y los demás vacíos, o tal vez sea viceversa pero ¿qué más da? ¿importa acaso? Yo creo que en absoluto. Que ya nada tiene sentido y que es igual seguir hacia delante o hacia atrás, es LO MISMO. Porque a nadie le importa cómo esté yo ahora, o tal vez sí pero eso es algo que a mí no me incumbe porque no lo sé y como no lo sé es como si no fuera, o no, tal vez sí. Es lo mismo, da igual.
Y me habés sonreído después de todo, me habés sonreído desde allá abajo, sentada en el suelo, en la alfombra del salón; me habés sonreído como me sonreías antes; antes de conocerte. Como si llevases toda la vida sonriéndome desde el suelo lleno de mis discos, mis libros, mis papeles, como formando parte del conjunto desde el principio del tiempo, como siendo parte del caos que conforma cada centímetro cuadrado del suelo de mi casa, como si siempre. Al principio, la primera vez no sabía muy bien si vos aceptarías, si querrías subir a mi casa, a un territorio ya no tan neutral como el banco del Parque. Supuse que tal vez, te sintieses intimidada. Pero no. Vos seguiste igual que el Parque, rodeada del mundo, aunque el mundo hubiese cambiado. Vos. La misma de siempre, o no, o tal vez no podés ser de otra manera, yo qué sé. Mejor así. ?¿Querés tomar algo?? ?No, muchas gracias.? ¿Negativa? Tal vez después de todo sí estuvieses un poco cortada en mi casa. Pero fue sólo un instante porque vos seguiste la conversación comenzada abajo, antes de que empezase a llover y qué bien que empezase a llover; porque vos seguías mirándome tan atentamente, como escuchando por separado y en conjunto cada una de las palabras que yo decía, como si cada punto, cada coma, cada silencio fuese importantísimo y luego vos decías lo que querías y yo te escuchaba igual, o al menos eso intentaba, escucharte como si no hubiese otra cosa en el mundo. No sé muy bien si lo notaste alguna vez. Las doce y cuarto. ?¡Las doce y cuarto!? Estela miró su reloj con los ojos muy abiertos, sorprendida ?¡Me esperan hace dos horas!? ?Quizás ya no te estén esperando? ?Mierda, Rubén. Me tengo que ir ya? ?Está bien, que tengás suerte, y que no se enfaden mucho con vos? Gabriel sonrió desde la otra esquina de la alfombra. ?¿Vendrás mañana?? ?No lo sé, tal vez no.? ?Siempre me decís que no y al final siempre vienes? ?Lo sé? ?¿Y puedo preguntar por qué?? ?Me tengo que ir ya? Estela se levantó del suelo, cogió su bolso, su abrigo y se dirigió a la puerta, Gabriel la siguió, ?Hasta otra pues? ?Adiós? Estela bajó corriendo las escaleras del edificio y siguió corriendo calle abajo. Y yo vi desde la ventana del salón cómo la noche se tragaba tu figura allá al final de la calle justo antes de que doblases la esquina y desaparecieras, y noté por primera vez la extraña sensación de que faltaba algo, de que había una especie de agujero dentro de mi casa, un agujero invisible pero yo lo notaba, notaba cómo rezumaba Nada y cómo se me encogía el alma dentro igual que aquella madrugada con Álvaro en el Parque. Al final decidí salir a dar una vuelta.
Inconclusión nº 2
Lo siento mucho, pero mis padres no me dejan
jajajajajajaja Además, morir atravesada por una lanza no debe ser muy agradable, sobretodo si me tengo que hacer el harakiri... Mejor dejemos que las ciruelas (¿o eran moras?) sigan siendo blancas...
Gracias por el piropo de más arriba... (juas, ni de coña, pibe)

Gracias por el piropo de más arriba... (juas, ni de coña, pibe)
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