Del conjunto de callejones
oscuros y húmedos
que conforman el enmarañado laberinto
de la ciudad amurallada
que hay en cada uno
de mis pensamientos absortos,
nace una nueva ilusión
en cada mañana en tus ojos,
y acaba en aborto
cualquier intento de esquilmar
con mi mercadillo de despojos.
Ciudad donde el viejo reloj de arena
pregunta antes de caer en barrena,
donde basta un remonte
para desplazarte
por sus largos y perpetuos brazos
que nos atan a la vida
o nos animan a caer
allá dónde el olvido
solo juega a distraernos
en su lánguido sueño.
Pétreos en esas ocasiones
en que el viejo empedrado
no se resiste a dislocar
las cuencas de unos ojos
cansados de esperar
el ansiado rocío.
Rocío que es para mi
la calma que aportas
a ese hormigueo de gentío
que devana a cada instante
en cada rincón
de ésta ciudad
despoblada de anhelos.
Acuosas las veces
que emanas abrupta
de quién sabe que lugar
de mi inmensa ciudad.
Aterciopeladas ocasiones,
en que por fin,
mi metrópolis se legisla
y me lanzo al ancho mar,
cuál náufrago en una isla,
sin temor al que vendrá,
sin temor a si volverán los días
ciudad (mi cabeza)
re
muchas gracias pekeña. al menos te gustó a ti!!! k ya es mucho...
re
jeje!!! gracias compañero! me alegra k te gustara
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