¿Que indulgente charquito pegajoso se lleva la mano
a la espalda delantera,qué invierno le espera
sentado en la esquina?
Descruzaste el ombligo de medir partituras auguradas,
y me dejaste envuelta en migas, higo, agua
salada, versos prohibidos en algún reloj que otro
de bolsillo de manías.
Entre cojines me contabas cuando en la cama la
disfrazaste de mí a gritos, cuando confundías
el alba, cuando sabías que la noche se estaba
poniendo pero dejabas que entrara el sol
a violar tus estrellas.
Qué pacífico placer plácido de palatales
miradas,cuando tu verano se cruzaba con el
mío y volaban mariposas de mi pelo...
que bien me vestiste de dama, y mientras
me dibuajabas con humo tus palabras inventadas...
esa partida de cero, ese cero
que fue un nada.
((ralde))
Del pie que cojeas
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