Me quema la boca al decirte,
que el blanco frio de tus dientes,
al alma que un día fue fuerte,
deja hecha pedazos si sonries.
El reloj, contador de miradas,
marcaba con mala cara,
la hora en que el mar en mi mente,
dejó sola la playa para hacerle,
desierto arenoso permanente.
Guitarra, dichos que hoy tocas,
tus melodías rozando sus dedos,
marcabas el respirar de suspiros,
que fogonazos de pasión fueron,
y ahora, son tan sólo deseo.
Luna, cómplice de soñar con todo.
Resquicio de vivir en nada.
..
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