
Navegando.
Encallo las sonrisas
en la costa de tu pena,
vierto más agua salada
por mis venas.
Pongo rumbo a la conciencia
y desanimo a la paciencia,
le doy forma y un color
a la inocencia.
Largué todas mis velas,
viento en popa a la tormenta
del dolor del no hay amor
en mi despensa.
Cada vez que avisto un puerto
lo descarto, está muy lejos,
y mi nave esta cansada
de lamentos.
Y sigo en mi mar,
empujado por vientos
de los sentimientos
que quiero entregar,
que me quieren llevar
siempre mar adentro,
lejos de algún puerto
en el que atracar,
y ya no se nadar
ni nada de remos
de velas ni vientos
ni de la tempestad
que me roba el aliento
y pinta el pensamiento
de oscuridad.