Mis pequeños desahogos
Mis pequeños desahogos
Y pienso en soltar mares de palabras en las noches,
al final difusas por siempre en mi mente,
vagamente perceptibles, difuminadas por el ahora,
desinspiradas por el hoy, rotas por el sol,
aglutinadas entre extraños sentimientos,
entre lágrimas, dolor, mierda y frío,
o simplemente entre falta de calor.
- Esta sensación,
de sentirme muerto,
puta maldición,
que crece en silencio.
Cantando canciones viejas,
y contando cuentos,
viviendo solo para recordar
los buenos momentos.
(S.A. Buenos momentos)
Y es atroz darse cuenta de que ahora estás viviendo otros buenos momentos, y saber que no los vas a apreciar hasta que se vayan, como
todo en esta puta vida.
al final difusas por siempre en mi mente,
vagamente perceptibles, difuminadas por el ahora,
desinspiradas por el hoy, rotas por el sol,
aglutinadas entre extraños sentimientos,
entre lágrimas, dolor, mierda y frío,
o simplemente entre falta de calor.
- Esta sensación,
de sentirme muerto,
puta maldición,
que crece en silencio.
Cantando canciones viejas,
y contando cuentos,
viviendo solo para recordar
los buenos momentos.
(S.A. Buenos momentos)
Y es atroz darse cuenta de que ahora estás viviendo otros buenos momentos, y saber que no los vas a apreciar hasta que se vayan, como
todo en esta puta vida.
Última edición por eDarkz el Dom Ago 25, 2013 2:10 pm, editado 1 vez en total.
Gracias por los comentarios, la verdad que me parece un texto muy mediocre, pero lo tenía por ahí colgado y ya que me registré, vi la sección me apeteció publicar algo.
Lo peor Antares, es cuando te das cuenta antes de que se valla y no eres capaz de disfrutarlo por tener la mente llena de sensaciones jodidas por otras cosas. Y sabes lo que te pasará después.
Lo peor Antares, es cuando te das cuenta antes de que se valla y no eres capaz de disfrutarlo por tener la mente llena de sensaciones jodidas por otras cosas. Y sabes lo que te pasará después.
no te preocupes por la perfección o mediocridad del escrito o poema, lo importante es q trasmita, q salga de las tripas
Cuanta mierda de poesíaperfecta circula por todos lados y está vacia de contenido, no dice nada, el q escribe no siente, solo piensa matematicamente, pero sin sentir lo q está escribiendo
Cuanta mierda de poesíaperfecta circula por todos lados y está vacia de contenido, no dice nada, el q escribe no siente, solo piensa matematicamente, pero sin sentir lo q está escribiendo
Me alegro que os haya gustado pues, os dejo un par más de los últimos que he "vomitado", uno un tanto depresivo y otro más positivo.
Demasiadas cosas.
Ya no barreras, ya no hay paredes,
que escondan este dolor,
vomitando una y otra vez,
bajando a la depresión,
lo que duelen los para siempres,
lo que duele creer en algo, ciego.
Lo que duele luchar, y al final,
como casi todo,
que no dependa de ti.
Lo que duele añorar,
lo que duele perder lo imperdible,
transformar recuerdos bellísimos en agríos.
El no querer vivir,
el no ver luz, no ver sonrisa,
el no vivir lo tantas veces soñado,
que ya era realidad...
Lo que duele la vida,
el amor.
No uno cualquiera,
el amor.
__________
La vida nos da, nos quita, nos pone, nos excita, nos llena y nos vacía.
Nos arranca la piel a tiras y nos pinta sonrisas imposibles.
Nos sopla caminos de arena que imaginamos en nuestras cabezas,
y cuando no lo pensamos nos da más arena para hacer otros nuevos,
que al fin y al cabo eso serán, caminos de arena, ilusiones y esperanzas,
que quizá vuelen y se difuminen en un próximo vendaval,
pero por ellos, por esos caminos de arena soñamos,
y otros muchos por ellos vivimos.
Demasiadas cosas.
Ya no barreras, ya no hay paredes,
que escondan este dolor,
vomitando una y otra vez,
bajando a la depresión,
lo que duelen los para siempres,
lo que duele creer en algo, ciego.
Lo que duele luchar, y al final,
como casi todo,
que no dependa de ti.
Lo que duele añorar,
lo que duele perder lo imperdible,
transformar recuerdos bellísimos en agríos.
El no querer vivir,
el no ver luz, no ver sonrisa,
el no vivir lo tantas veces soñado,
que ya era realidad...
Lo que duele la vida,
el amor.
No uno cualquiera,
el amor.
__________
La vida nos da, nos quita, nos pone, nos excita, nos llena y nos vacía.
Nos arranca la piel a tiras y nos pinta sonrisas imposibles.
Nos sopla caminos de arena que imaginamos en nuestras cabezas,
y cuando no lo pensamos nos da más arena para hacer otros nuevos,
que al fin y al cabo eso serán, caminos de arena, ilusiones y esperanzas,
que quizá vuelen y se difuminen en un próximo vendaval,
pero por ellos, por esos caminos de arena soñamos,
y otros muchos por ellos vivimos.
Y quiero olvidarte,
borrarte de mi vida,
pero estás, estás.
Y a veces urgo en las heridas,
haciendo que sangren de nuevo,
siento los mil pedazos de mi interior,
solos, esparcidos,
muy lejos de otros que se quedaron en tu cuerpo,
que un día fueron enteros en tu corazón.
Me muerden la tristeza y el frío
en esta noche,
de nuevo, otra vez,
los recuerdos me torturan,
y me quiebro, llorando,
agarrado solo a la pared.
borrarte de mi vida,
pero estás, estás.
Y a veces urgo en las heridas,
haciendo que sangren de nuevo,
siento los mil pedazos de mi interior,
solos, esparcidos,
muy lejos de otros que se quedaron en tu cuerpo,
que un día fueron enteros en tu corazón.
Me muerden la tristeza y el frío
en esta noche,
de nuevo, otra vez,
los recuerdos me torturan,
y me quiebro, llorando,
agarrado solo a la pared.
Como uno de esos gilipollas bohemios,
atado a la tristeza,
como si disfrutara abrazándola,
pintándome de negro y gris,
llenándome de mierda el corazón.
________________________________________
Y regurgito las venas, de nuevo,
Y se me hinchan los ojos,
Y se me desinfla el corazón,
Y muero un poco más por dentro.
Arrastro la tristeza;
La paladeo,
La retengo en mi garganta,
la trago.
Como siempre hacia lo más hondo,
Más sedimentos en mi interior,
Más mierda y dolor,
Y más que por el propio,
Por el causado.
Y sigo sin saber que pasó,
Donde nos perdimos,
Donde empezó la agonía,
Por donde entró la tristeza,
Cuando acabó la magia.
Y hoy, como siempre,
Sólo quiero que vuelva a brillar
Esa sonrisa que es mi sol, mi luz.
Que surja en el horizonte,
Desde su pecho y desde el mío
A nuestros corazones y cabezas.
Porque no hay noche eterna,
Ni sonrisa verdadera que no venza al dolor.
atado a la tristeza,
como si disfrutara abrazándola,
pintándome de negro y gris,
llenándome de mierda el corazón.
________________________________________
Y regurgito las venas, de nuevo,
Y se me hinchan los ojos,
Y se me desinfla el corazón,
Y muero un poco más por dentro.
Arrastro la tristeza;
La paladeo,
La retengo en mi garganta,
la trago.
Como siempre hacia lo más hondo,
Más sedimentos en mi interior,
Más mierda y dolor,
Y más que por el propio,
Por el causado.
Y sigo sin saber que pasó,
Donde nos perdimos,
Donde empezó la agonía,
Por donde entró la tristeza,
Cuando acabó la magia.
Y hoy, como siempre,
Sólo quiero que vuelva a brillar
Esa sonrisa que es mi sol, mi luz.
Que surja en el horizonte,
Desde su pecho y desde el mío
A nuestros corazones y cabezas.
Porque no hay noche eterna,
Ni sonrisa verdadera que no venza al dolor.
Y, bueno, esto es un "relato" que escribí con un fin bastante obvio y que no voy a releer, por el bien de mi salud mental, así que no sé si será muy digno.
La llevaba ilusionado, de la mano, por aquel camino angosto, que parecía no tener fin.
La llevaba con una sonrisa en el corazón y una mueca sorda en los labios.
- ¡Vamos! Urgió él.
- Pero... ¿a dónde?
- Lo verás cuando lleguemos, ¡deprisa!
Empujó fuerte su mano hacia delante, como instándola a volar junto a él.
El sendero se desdibujaba a medida que andaban, y ya casi no tenía sentido llamarlo así. El sol de verano flotaba en el cielo perezoso, justo encima de sus cabezas, seguramente echándose una siesta, por lo que tampoco aplanaba en exceso.
- Ya queda menos... ¡Ánimo!
Y continuaron; continuaron hacia lo profundo, hacia donde parecía que nadie había pisado, hacia donde casi cualquiera que llegase se daría marcha atrás, cada vez más rápido, sin importar cuanta vegetación hubiera en su camino, sólo siguiendo, por ganas o por curiosidad, sólo siguiendo hacia alguna parte, hacia algún lugar, metafórico o no, pero hacia el interior.
Nadie sabe cuanto tiempo pasó, sólo ellos. Nadie sabe las cosas que pasaron por su cabeza, aparte de ellos dos; pero llegaron. Llegaron a aquel inmenso y extraño lugar en lo más hondo, a ese lugar tan de todos y de nadie y del que pocos llegaron nunca a sentir, nunca a soñar.
Millones de flores, de todos los tipos, de todos los colores y en todos los estados de madurez yacían amontonadas por el suelo, millones, millones... Rosas, lirios, gladiolos,azucenas, dalias, margaritas, claveles... Todas las variedades imaginables, y otras inimaginables también.
- ¡Madre mía! ¡Esto es increíble! Pero.. ¿qué es todo esto? ¿Habías estado aquí antes? ¿Pero, cómo? Gritó ella con cara de asombro, de ensoñación, con una sonrisa increíble que el shock tapaba por el momento.
- Es... No sé como explicártelo... Nunca había estado aquí. Ni siquiera estaba seguro de que existiera, pero un sueño me habló de esto. Mi corazón, mi mente, me hablaron de esto; y yo siempre los he creído...
Se quedaron en silencio durante un rato, mirando la colosal postal y el cuerpo del otro, intermitentemente, sin poder empezar siquiera a creerlo, hasta que pudieron empezar a sonreír.
- Verás... Creo que hay algo nuestro aquí, algo muy importante que debemos recuperar, y sé que cuando lo veamos lo sabremos, tan sólo dejémonos guiar.
Sus manos se entrelazaron y se apretaron, sintiendo algo que les subía por la garganta y a la vez les bajaba por el pecho, más fuerte que nunca. Sus ojos quedaron libres de las cadenas de la verguenza y abiertos a tan sólo sentimientos, empapando sus rostros.
Una preciosa flor blanca, apenas abierta y con un resplandor especial rodó desde la cima de uno de los infinitos montones de flores de todos los colores hasta sus pies.
- Ya sé lo que es esto, también lo puedo sentir, también tengo algo que me lo dice... Es un cementerio, un cementerio de ilusiones, un cementerio creado por el orgullo y la incomprensión, creado por la falta de fuerza para luchar, creado por la ceguera del ser humano, por el vicio, por los celos, pero abierto para quien tenga la suficiente fuerza, abierto para aquellos que no quieran renunciar a lo más puro que podrán sentir nunca...
Ella dejó sus frases flotando un breve instante en el aire, y él continuó.
- Sí. No lo podría haber expresado mejor. Sé que en tu más profundo interior sabías a donde veníamos; y has venido... Eso sólo puede querer decir una cosa.
Sus ojos le empezaron a empapar aún más, goteándole en los pies desnudos, pues nunca en este viaje habían llevado ninguna prenda que adulterara su esencia, y una sonrisa salvaje, libre y sin cadenas brotaba brutal de su rostro, como nunca lo había hecho antes. Se enjuagó las lágrimas, y el pequeño momento en el que pudo ver con claridad, antes de que se deslizara más de esa pura esencia de corazón por sus mejillas, la vio en su mismo estado, y la abrazó como no la había abrazado nunca, la beso como no la había besado nunca, y ella a él, conscientes del valor de lo recuperado, y de nuevo con ese inmenso atributo, el mejor de un ser humano, el amor verdadero.
Sus heridas ya no existían, pues sus días malos no habían sido si no aprendizaje para hacerlo mejor, y aunque las recordarían por siempre, para nunca olvidar el valor de lo ganado, ya jamás dolerían.
Después de una porción casi interminable de tiempo pudieron apaciguar sus lágrimas, más por falta de ellas que por ganas, y al mirar al suelo la flor no estaba. Ellos ya lo sabían. Sabían que estaba en sus mentes, en sus corazones, en su interior. Como ese lugar.
Ese lugar donde renacen los amores una vez y para siempre, los amores que nunca mueren, los que se quedan clavados, esos que sólo existen una vez en la vida, los únicos amores elegidos. Que pena que tan poca gente luche y se atreva a visitar ese lugar.
La llevaba ilusionado, de la mano, por aquel camino angosto, que parecía no tener fin.
La llevaba con una sonrisa en el corazón y una mueca sorda en los labios.
- ¡Vamos! Urgió él.
- Pero... ¿a dónde?
- Lo verás cuando lleguemos, ¡deprisa!
Empujó fuerte su mano hacia delante, como instándola a volar junto a él.
El sendero se desdibujaba a medida que andaban, y ya casi no tenía sentido llamarlo así. El sol de verano flotaba en el cielo perezoso, justo encima de sus cabezas, seguramente echándose una siesta, por lo que tampoco aplanaba en exceso.
- Ya queda menos... ¡Ánimo!
Y continuaron; continuaron hacia lo profundo, hacia donde parecía que nadie había pisado, hacia donde casi cualquiera que llegase se daría marcha atrás, cada vez más rápido, sin importar cuanta vegetación hubiera en su camino, sólo siguiendo, por ganas o por curiosidad, sólo siguiendo hacia alguna parte, hacia algún lugar, metafórico o no, pero hacia el interior.
Nadie sabe cuanto tiempo pasó, sólo ellos. Nadie sabe las cosas que pasaron por su cabeza, aparte de ellos dos; pero llegaron. Llegaron a aquel inmenso y extraño lugar en lo más hondo, a ese lugar tan de todos y de nadie y del que pocos llegaron nunca a sentir, nunca a soñar.
Millones de flores, de todos los tipos, de todos los colores y en todos los estados de madurez yacían amontonadas por el suelo, millones, millones... Rosas, lirios, gladiolos,azucenas, dalias, margaritas, claveles... Todas las variedades imaginables, y otras inimaginables también.
- ¡Madre mía! ¡Esto es increíble! Pero.. ¿qué es todo esto? ¿Habías estado aquí antes? ¿Pero, cómo? Gritó ella con cara de asombro, de ensoñación, con una sonrisa increíble que el shock tapaba por el momento.
- Es... No sé como explicártelo... Nunca había estado aquí. Ni siquiera estaba seguro de que existiera, pero un sueño me habló de esto. Mi corazón, mi mente, me hablaron de esto; y yo siempre los he creído...
Se quedaron en silencio durante un rato, mirando la colosal postal y el cuerpo del otro, intermitentemente, sin poder empezar siquiera a creerlo, hasta que pudieron empezar a sonreír.
- Verás... Creo que hay algo nuestro aquí, algo muy importante que debemos recuperar, y sé que cuando lo veamos lo sabremos, tan sólo dejémonos guiar.
Sus manos se entrelazaron y se apretaron, sintiendo algo que les subía por la garganta y a la vez les bajaba por el pecho, más fuerte que nunca. Sus ojos quedaron libres de las cadenas de la verguenza y abiertos a tan sólo sentimientos, empapando sus rostros.
Una preciosa flor blanca, apenas abierta y con un resplandor especial rodó desde la cima de uno de los infinitos montones de flores de todos los colores hasta sus pies.
- Ya sé lo que es esto, también lo puedo sentir, también tengo algo que me lo dice... Es un cementerio, un cementerio de ilusiones, un cementerio creado por el orgullo y la incomprensión, creado por la falta de fuerza para luchar, creado por la ceguera del ser humano, por el vicio, por los celos, pero abierto para quien tenga la suficiente fuerza, abierto para aquellos que no quieran renunciar a lo más puro que podrán sentir nunca...
Ella dejó sus frases flotando un breve instante en el aire, y él continuó.
- Sí. No lo podría haber expresado mejor. Sé que en tu más profundo interior sabías a donde veníamos; y has venido... Eso sólo puede querer decir una cosa.
Sus ojos le empezaron a empapar aún más, goteándole en los pies desnudos, pues nunca en este viaje habían llevado ninguna prenda que adulterara su esencia, y una sonrisa salvaje, libre y sin cadenas brotaba brutal de su rostro, como nunca lo había hecho antes. Se enjuagó las lágrimas, y el pequeño momento en el que pudo ver con claridad, antes de que se deslizara más de esa pura esencia de corazón por sus mejillas, la vio en su mismo estado, y la abrazó como no la había abrazado nunca, la beso como no la había besado nunca, y ella a él, conscientes del valor de lo recuperado, y de nuevo con ese inmenso atributo, el mejor de un ser humano, el amor verdadero.
Sus heridas ya no existían, pues sus días malos no habían sido si no aprendizaje para hacerlo mejor, y aunque las recordarían por siempre, para nunca olvidar el valor de lo ganado, ya jamás dolerían.
Después de una porción casi interminable de tiempo pudieron apaciguar sus lágrimas, más por falta de ellas que por ganas, y al mirar al suelo la flor no estaba. Ellos ya lo sabían. Sabían que estaba en sus mentes, en sus corazones, en su interior. Como ese lugar.
Ese lugar donde renacen los amores una vez y para siempre, los amores que nunca mueren, los que se quedan clavados, esos que sólo existen una vez en la vida, los únicos amores elegidos. Que pena que tan poca gente luche y se atreva a visitar ese lugar.
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