AMANECE, QUE NO ES POCO.
Mañana vuelve a amanecer aunque sea tarde; siempre sale el Sol, incluso cuando no tiene ganas, o cuando le cuesta. Muchas veces le miro, no mucho porque siento cierto apego por mis retinas; y le veo ahí arriba, sin quejarse, siempre con la exactitud que se le supone a un reloj suizo, aunque sea Made in Korea.
Su fuego no me quema la piel, o tal vez sí, pero no lo considero una opción. Tengo otra perspectiva, siempre hay otra perspectiva, y la mia es que no me quema, sólo me calienta. Ni siquierea eso: el fuego que llevo dentro es superior al de mil soles, por eso no me puede quemar. Mi fuego es rabia contenida contra todo y todos, porque siempre hay alguien dispuesto a morderte la mano, a pisarte el pie, ya sea por un caramelo de un niño, por un puñado de dolares, porque era mía o por treinta monedas de plata.
Mi fuego hace a mi corazón brillar ensangrentado, latir enfurecido y gritar encabronado... A veces lo he sentiddo a punto de partirse, pero ahora mismo no puedo permitirme tener un infarto, no sería recomendable para mis venas sedientas. Uno de aquellos pinchazos tuvo la misma sutileza con la que mata el lobo: ninguna. El colmillo rojo al cuello, y el miedo en los ojos que se apagan. Me despedazó desde dentro... aunque solamente fue un aviso. Soy sólo un lobo furtivo, deambulando en busca de algo que matar. He visto al grillo oscuro que conocí cuando era niño; dice que ya no confía en mí, porque no le gustan mis paredes blancas ni mis ojos negros. Me lo he comido, así no tengo que pedirle perdón. Sin embargo, sigo con hambre de sol y de viento. Voy a salir a la calle a comer.
Para Ralde, con la certeza de que ella sí puede.
AMANECE, QUE NO ES POCO
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