Las drogas, mi fin
Las drogas, mi fin
Envuelvo mis penas con lo más limpio
que hay en mi habitación
y entre mis labios les prendo fuego
saboreando el humo de su combustión
y repito una y otra vez el juego
hasta la enajenación.
Fumo, fumo no más
de las horas que tiene el día
y no fumo mientras duermo
qué más quieres que te diga?
Pensando en la policía,
bueno mira,
mejor que se líen con los etarras,
que estén entretenidos,
que no den más la tabarra
que como les de por meterse con las drogas
estamos bien jodidos.
Mientras, acuchillo contra el cristal mi rostro nevado
entre lirios y Larios...
Mi cabeza es un cementerio de neuronas.
y más desde que conoció las drogas.
La droga es para mi ese hogar
cuyo camino de vuelta no se olvida jamás.
No me hace falta nada más que someterme a la gravedad
como las lágrimas de mis ojos, de mi nariz,
como las lágrimas que lloran mis muñecas,
las del más profundo sentir.
Mi corazón aún respira, escayolado con güisqui y cocaína,
ahumado con los brotes de humo de la esperanza y la maría.
Aún palpita debajo del caparazón de sustancias dañinas que le hacen de mediador contra este medio que nos fulmina. Aún late mi corazón impasible sin sucumbir a esta mentira.
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