no se ni como llamarlo ya.

[®a$·3LCroW]

pues creo que me toy volviendo loco...llevo una noche sin parar de escribir textos de estos. yo que se.

¿Tanto valor espiritual da lo material? ¿Eres moralmente superior por tus ideales? Por que los demás tengamos otras formas y formas de ver las cosas, nunca debes despreciar, si otra persona escucha rock, y a ti te gusta el rap, hay que aceptar las cosas como son, nunca contradecirles, por que a ti te guste una cosa no significa que a todos nos guste lo mismo, para gustos hay miles de colores, miles!! Y nunca mejor dicho. Por llevar algo mas caro mas barato, no eres nadie, solo demuestras que tus ingresos por parte de tu trabajo o tus papes en que te los gastas, algunos tienen kilos de ropa en el ropero que han utilizado una o dos veces, y no la utilizan ¿Por qué no la donas a una asociación de pobreza? Piensa un poco en los demás, no solo en ti, ahí has malgastado dinero, que el de la tienda ha cogido encantado, con ese dinero que te has gastado, podrías haberlo invertido en otras cosas, hay muchas, solo hay que utilizar el coco, pero no?la gente no piensa, mira a los vagabundos y dicen; ¡que trabajen que se busque su curro! ¿y si no pueden por diferentes motivos? Hay miles de vagabundos que no pueden trabajar por el mal trascurro de sus vidas, no todo el mundo es fuerte espiritualmente y puede afrontar la vida, hay muchos tipos, desde personas débiles hasta personas que son auténticos muros de acero, pero todo muro de acero es penetrado de una u otra forma.

[eliminado201208]

veo ke has llegado a la adolescencia

[sea]

estoy de acuerdo con vos writtenlive.. y te digo, ningún valor espiritual da lo material, absolutamente ninguno.

te dejo una prosa de Eduardo Galeano espero te guste, a mi me fascinó
se titula:

Celebración de la fantasía

Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:

-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo

-Y anda bien -le pregunté

-Atrasa un poco -reconoció.