LA EXTRAÑA REUNIÓN.
Ante la ilusión del cambio
Engañas a la mente
Con sueños de un mejor
Camino
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La reunión entre amigos se produjo. Todos se encontraban charlando sobre las mejoras y nuevos objetivos sobre los que actuar. En un momento se escucho un extraño ruido dentro de una de las habitaciones abandonadas de aquel pequeño hospital.
- uno de nosotros deberá ir a mirar. Concluyó Miguel.
Todos permanecimos callados y yo con mayor razón, ya que especialmente no quería ser el que fuera a ver.
- creo que lo más acertado es que vayas tú, Roberto. Ya que tienes que traernos el portátil que te has dejado en la planta de abajo. Mira primero y luego ve por el portátil.
A mí no me pareció justo. Cierto que no subí el portátil, pero de ahí a que nadie me acompañara... ¿Y sí me pasaba algo por el camino? En fin, ya lo habían decidido. Tendré que hacerme el valiente e ir solo a ambas cosas.
Me levante de la mesa en la que nos encontrábamos y dirigiéndome hasta la puerta suspiré. Aquel hospital abandonado me daba pavor. Todos sus pasillos oscuros con las puertas de las habitaciones cerradas, que no se si darían más miedo estando abiertas. Con mi pequeña linterna en la mano comencé a iluminar al frente y acelerar mis pasos hasta bajar por la escalera del ala izquierda de aquel corredor. Descendí por las escaleras lo más rápido que pude sin darme tiempo a mirar atrás. Una vez que me encontré en la parte de abajo no pensé en otra cosa que en recoger el portátil y subir lo más rápido que mis pies pudiesen hacerlo.
Me dirigí directo hasta la estancia donde lo había dejado. Se trataba de lo que podría haber sido una sala de exploración por los aparatos y camillas. Unos grandes ventanales, ahora cubiertos de polvo y mugre, en su época dejarían entrar gran cantidad de luz y mostrarían las montañas por entre los grandes árboles que rodearían el recinto, ahora convertidos en cenizas tras el gran incendio que se produjo.
Al entrar todo se encontraba oscuro y en silencio, ilumine despacio hasta la camilla donde había dejado depositado el portátil con la cámara para grabar. Utilice la misma camilla a modo de carrito para transportarlo hasta las escaleras, donde tendría que llevarlo encima y subir corriendo escaleras arriba sin luz. Lo empuje hasta la puerta cuando escuche una voz que parecía llamarme desde una de las ventanas. Me di la vuelta e ilumine con la linterna hasta la ventana, una sombra se movió rápidamente desapareciendo a un lado. Entre nuevamente hasta llegar a la ventana y me asome, pero no vi nada. Al volverme?todo cambio. La habitación se encontraba iluminada y todas las camillas, material, armarios?todo ordenado y limpio. Yo era el que no estaba en su lugar. Me encontré en medio de un grupo de cuatro hombres con bata blanca y una mujer vestida como una enfermera de los años cuarenta. Aquello no me podía estar pasando.
Los hombres me trataban con condescendencia. Querían que me tumbara y me tranquilizara. Yo les explique a lo que había venido y les señale la camilla donde había depositado el portátil y la cámara. Les dije que no había venido solo y que mis compañeros estarían esperándome en el piso de arriba. Ellos muy tranquilos me señalaron la camilla que estaba fuera de la estancia, pero en ella no se encontraba mi portátil ni la cámara, tan solo unos pares de botas y zapatos militares muy usados.
Los cuatro hombres se acercaban a mi despacio con la intención de rodearme. Yo agarre una camilla a modo de utensilio para usarlo contra ellos, interponiéndolo entre ellos y yo. Conseguí sacarlos de la habitación hasta que solo quedo uno. Ese hombre vestido de negro debajo de su bata blanca. Ese hombre que no se asustaba ni se movía aunque le golpeara en las piernas con la camilla. Ese hombre que empezó a dejar de tener cuerpo cada vez que arremetía contra el con la camilla?
En una de las embestidas la camilla le atravesó medio cuerpo, pero él seguía sin moverse. Sus ojos me miraban fijos, su sonrisa pronunciada me indicaba que nada podía hacer contra el?y sus manos, quisieron agarrarme en un intento.
Aquello no era real, se tenía que tratar de una imaginación del subconsciente o algo así. Mi instinto de supervivencia me indicaba que saliera corriendo de allí y así lo hice. Utilice la camilla lanzándola muy fuerte y salí por un lado corriendo hasta la puerta, donde todo volvió a ser normal. El hospital volvió a estar oscuro. El portátil y la cámara donde los había dejado y yo, sudando sofocado por el esfuerzo agarre mis objetos y corrí escaleras arriba.
Cuando llegue les conté lo sucedido. Ellos me dijeron que si eso hubiese pasado lo hubieran notado y que si no quería pasar la noche en el hospital con ellos, que les esperara en la furgoneta. Es lo que hice. Baje y les espere hasta que me quede dormido en la furgoneta. A la mañana siguiente aún no habían regresado. Aquel enorme hospital tomaba otra forma desde fuera. Esperé un tiempo hasta que me canse y decidí entrar. No me gustaba que me gastaran bromas de ese tipo, pero ya tenía que haber estado acostumbrado por ser el más pequeño de ellos.
Me recorrí las dos plantas en las que se suponía que debían de haber estado. Allí no encontré nada ni a nadie. Tan solo los restos del portátil en el suelo frente a un viejo retrato en la pared, en el que no se podía distinguir las caras por encontrarse medio quemado.
No quise visitar las demás estancias de aquel sitio. Si aquello era una broma o no, el tiempo lo diría. No volví a saber de ellos.
FELICES FIESTAS A TODOS
La Extraña Reunión
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