y más frío, que los besos que se dan por obligación,
un olor que ya no recuerdo..
ha vuelto a convertirme en canción;
esta mañana, me toco.. y sueno,
desafinada,
cómo hojas secas
palabras vacías,
al final...
siempre lo mismo:
el abismo donde me asomo, ya
me lo advirtió.
Ahora,
que viene alegre el amanecer
es cuando recuerdo que no te alcanzo,
si acaso,
un beso furtivo y cabrón...
una mirada de soslayo.
Ahora,
que el reloj me devuelve el favor
clavándome las horas,
no alcanzo a escuchar su voz
y sus manos no me tocan.
Tibio invierno sobre la cara de la luna,
donde todo son cometas que, me elevan
a la altura de su boca.
De espaldas al sol, vuelve a brotar
la blanca la luna
reflejo de cristal.
Es la hora del baile de las sombras
donde todo parece sueño,
casi te puedo abrazar.
Aún en estos tiempos en qué todo me da igual
sigo teniendo miedo a enseñar, más allá
de la piel,
y queriendo taparme,
algún bocado al aire he dado sin querer.
(Si estoy loca.. que me encierren
y sino, que me callen la boca.)
Sí señor, él y yo
dos capullos en flor queriendo abrirse
en pleno invierno,
queriendo abrirse sin sol.
Cómo dos cuerpos que se llaman la atención
somos extremos en estado duro,
dos puntos de sutura a la razón,
el punto y seguido
de una misma canción.
Y, si quiero, te bebo en un baso de papel
con versos de caricias corriendo a borbotones
por la piel;
y si te resulta demasiado empalagoso
yo me vuelvo a mi panal a llorarte unas gotas de limón
y así, entre los dos
equilibramos el sabor,
porque.. en la punta de la lengua
está la solución.
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