Una puta de Toulouse Lautrec. Una puta pelirroja. Una puta hermosa subiéndose una media como quien sube en ascensor. Un ascensor subiendo por el muslo derecho de la hermosa puta. Una "mujer de la vida": reza el libro que guarda silencioso por décadas la ilustración. Una puta viva y desnuda y de sonrisa y mirada feliz. Unos pechos blancos, blanco-semen, blanco-cocaína, blanco-pincelada de alguien que dibuja sueños. Y yo tengo calor. Y la puta-prostituta-mujer trabajadora-"mujer de la vida" está desnuda y, feliz. Los coches rugen mierda seca ahí abajo. Mariña compone, a mi lado, filosofía y Lautrec pinta una hermosa mujer entre mis manos a cien años de mí, pero tan cerca como el aliento que desprende mi estrella de pelo negro. Leonard Cohen y Fito hicieron silencio hace tiempo y esta terraza de un octavo piso tiene música de Sol. Tiene música de cuadro y puta y pintor. Tiene música de tú y de yo. Tiene música en silencio en Re-menor. Los trenes, pasan. Las nubes, blancas, altas. El cielo azul. Y tus ojos, Mariña, son tormenta y son caricia. Y la puta de Lautrec, marchó. Seguramente con beso largo y cálido en la boca del artista. Hoy es un buen día. ¿Hacemos el amor?.
El pelo cae como cae una catarata recién peinada. El ojo está triste, duras-tiernas pinceladas dio Lautrec. Este cuadro me encanta. Ilusión y grandeza en la arista del pincel, en cada pelo. Mirada fija en el espejo de la chica que se peina. Un bote rojo y colonias tal vez, esperanza en ellos de realzar la belleza de su cuerpo y el pelo es catarata hasta el fondo del dorso de su mano en que sujeta una visión y un peine y su pelo y su peine negro arrastrando aguas que son cabellos. ¡Qué mirada! perdición la mía años atrás y, melancólica su mirada... me recuerda el dolor que se acaba. Su rostro: su lienzo, peinando cataratas y el agua lisa se descuelga...
2. SALVADOR DALI
Hoy tomé el café con Dalí y con la preciosa soledad del mar, con la soledad de la cortina adornada de transparencia azul y con una ventana abierta al viento mientras, una muchacha, construye sueños en el aire. Y la resaca que tengo pesa como pesa el hambre. La muchacha pensará besos. Dalí tuvo que disfrutar de lo lindo en cada pincelada, pienso. El mar, el horizonte, el cielo y Dalí y su pincel de dos bigotes apuntando alto, muy alto. Y la muchacha está apoyada en la ventana mientras yo sostengo un café humeante entre mis manos y, los besos de ayer que piensa y que pienso se apoyan en mi mente. Pienso en el mar, en el horizonte y, en el cielo que pintó Dalí. Y en el cuadro un abismo cristalino se entretiene separando tierra firme y soledad. Es el mar como distancia entre el hoy y los sueños que hay que dar caza más allá de la ventana. Y entre el ayer y el hoy y el mañana: está el mar y, su mirada; distancia de un mar que matas y evaporas, en unos pocos pensamientos mirando un cuadro. Todo el universo, resumido en unos labios mientras besan. Estoy embebido en pensamientos ¡y hay tantos minutos que romper a fuego lento!. Con calma. Con sosiego. Y una habitación que da a la libertad, a la muchacha y al pintor y a quien mire esa ventana: de volar entre recuerdos.
¿Ustedes se han marchado alguna vez? Marcharse, irse, desaparecer como la niebla en la mañana y entre la niebla por la noche, irse, marcharse. Como la lluvia que cesa. Como un invierno. Olvidar el camino, aceptar el paso. Olvidar familia, amigos, la tierra y la ciudad que te vio nacer y crecer y jugar y reír y sufrir, y sufrir. Aceptar el paso que precede y antecede a otro paso. Dejándolo todo, dejándolo TODO, todo tras de uno. Y otro paso más. Ya saben, volver a empezar. Me subo en esa carreta que pierde su camino y me voy con ella y me voy conmigo a ningún lugar. Sencillamente lejos, sin mirar atrás. Aunque huir de los recuerdos, es imposible.
3. CARAVAGGIO
Veo un juego de miradas de la muerte, la derrota en la cabeza de Goliath, la cara de David oscura de un lado y del otro claridad, es casi como el bien y el mal representados en el mismo rostro, no hay ni mucho menos felicidad en los ojos de David ni en su espada saliendo de la oscuridad como sale el hombre de un océano helado. Confuso y rígido, turbado.
La muerte no es victoria ni es derrota, me atrevo a pensar. Es tristeza y desayuno con flores negras en la mesa en un florero sin agua y viejo y, sucio. La muerte son campanas que atormentan la cabeza. Y al final del último tañido en la noche, la vida esperando como flores negras en la mesa, como secos versos muertos, esperando ser leídos, ser vividos. Vivir, urge. Y luego ya sin lágrimas ni tristeza: continuidad. Pero aún así, quédate un instante más, mientras tomo estas tostadas frías apoyado en la mesa pensándote.
"Ya no nos queda aire". En raras y ocasionales mañanas, en los tiempos que escribo esto, dejo que me envuelva la angustia y pensamientos de desamparo y demás, recuerdo cuando estaba triste, tan triste que no podía andar porque se agarrotaban las piernas, apenas veía nada, no levantaba la cabeza para mirar al frente, todo era un vacío que no podía controlar, me mareaba, tenía taquicardias y temblaba, pensaba que iba a morir. Pensaba, cada mañana, cada tarde, cada noche, cada madrugada pensaba, que me iba a morir. A veces lloraba gritándome en voz baja que quería ser normal. Y siempre me decía: "Ya no nos queda aire." No era capaz ni de masturbarme, ni de leer, me costaba sonreír muchísimo, no salía a la calle y me molestaba la luz hasta el punto de agobiarme y asustarme, no dormía y sudaba ríos en la cama encogido abrazándome a mí mismo por las rodillas. Entonces, pensaba: "Ya no nos queda aire". Ahora el que tiembla es mi padre sentado en el sofá, y tirita como de frío pero es de puro miedo a morirse, y me entra un tic nervioso en el ojo. Le doy una caricia en el brazo siempre que suspira, me doy cuenta después de hacerlo y se me escapa una sonrisa. No sé porqué. Luego le beso la frente. Le digo no te preocupes. El tic se pasa cuando hablo con él. Después escribo, me siento en la silla y enciendo un cigarro, y me creo sentir como San Jerónimo escribiendo con la muerte delante, sacándome estas letras del nudo de la garganta. Y el nudo, al escribir se deshace. Noto más aire. Aún no te mueras padre.
4. EDWARD HOOPER
Hooper, Edward: Llevo páginas y páginas y láminas y cervezas buscando algo de sentimiento en tus cuadros. Y sinceramente: no lo encuentro. Me pregunto si la cerveza mezclada con acuarela será alucinógena... así tal vez tus obras empiecen a hablarme y a hacerme bailar sobre y con ellas un tango agarraditos. Ya sé lo que pasa, para que tu sobriedad me ilumine y me incendie las entrañas o los huevos o el alma me hace falta, me hace falta más cerveza para que sea la ebriedad la que me haga salir de tu sobriedad y, me corra. Glup. Glup. Glup. Más glup. Creo que ya estoy preparado para sentirte... y mientras, Nacho Vegas sigue su camino... y Hooper no encuentra el suyo hacia mi pecho distraido y ebrio... desisto. Tus cuadros: no son lo mio. Sin embargo, tus dibujos a carboncillo o en blanco y negro o lo que sean, son la leche. Un trazado, que por fin, me golpea. Me araña. Me quiebra, más o menos. La chica en el tren, busca su lugar. Me gusta sí, me gusta. La chica sabe a donde va pero no sabe lo que la espera. Es como las mañanas grises: sabes a donde vas, nunca sabes lo que espera. La muerte, la cerveza, la locura, el amor, una mirada de amistad, el despido, un adiós, mi chiquilla pidiendo mimos desde la cama, sueños, el futuro descansando manchándolos de negro, nada o, lo de siempre. "Es hermosa hasta en su forma de mentir", canta Nacho. "Quién sabrá lo que ella sueña..." canta Nacho y pienso yo. Esta canción me seduce, me folla. Hoy estoy cochino. Joder, Edward, tus cuadros parecen fotos de casas para ser vendidas en una inmobiliaria... en fin, me abriré otra cerveza y miraré tus blanco y negro.
5. GUAYASAMIN
El momento, el instante es lo que existe. La realidad como sucesión de destellos que se agolpan como hormigas y los autobuses condenados a conducir hacia los sueños unos momentos más allá. Las nubes resbalan por el cielo hasta donde acaba el mar. Tan lejos. Pequeñas hierbas se me presentan a los ojos temblorosas o danzantes meneando sus ombligos en barrigas finas verdes, y relucen bajo el sol. ¿Cómo pompas de jabón?. Los coches de uno en uno, lentos, torpes, fugaces, rugientes. Otro. La música del mar. Azul. Inmenso. Vasto. La quimera de los miedos por el caldo tibio y rojo de mis venas. Tu mirada gloriosa y la roca que me sujeta son uno. Y todos los recuerdos y proyectos están dentro de las paredes de mi cráneo donde todo existe. Donde todo existe y deja de existir a su antojo. Soy todo lo libre que me permiten ser mis pensamientos. Tan libre como un grano de arena. Tan libre como unos ojos que miran. Tan libre como esa nube que parece que de repente se fuera a caer y hundir desde el puñetero cielo en este mar que besa mis pies. Ahora te besaría, cielo. Tan despacio. Tan libre como la hilera de palmeras-polla-erectas de esta calle que acaba donde yo digo. Lejos, allá al final de la acera o allá al final del agua que forma este mar o hasta a aquel coche que se retuerce en la carretera que se curva como la ese o hasta una boca abierta. Yo decido. Esta bendita brisa salina me da la vida y me quita el sueño. Y las gaviotas libres y el chico del monopatín libre y el homosexual libre y el preso libre y la droga libre y la vida libre tan libre como pensamientos tras de unos ojos vidriosos después del llanto. El momento libre, sigo andando. Se presenta la COSA y la COSA está en ese abrazo. La COSA está en una mirada que no mira nada y que es llanto silencioso como pasos. La COSA es esa cabeza ladeada como por una caricia o por un dolor profundo. La COSA está en su pecho que cierra los ojos para sentir mientras yo "voy a hacer un tambor de mis escrotos, sólo dejó, dejó sólo una foto" y "vivir a la deriva" y "andar siempre arrastrado" mientras a Roberto Iniesta le salen granos y a mí me da por mirar cuadros y fumar y escribir y pensarte. Tú, mi mar-iña. Tú, mi amiga. Tú, mi amante. Tú, compañera: dejemos deslizarse a los momentos entre abrazos. Ya vendrá el invierno...
6. VINCENT VAN GOGH
Me hiciste reír como ríe el niño, Vincent. A mandíbula desencajada y con flojera de esfínteres. Coño, casi me meo hostia jeje.
Te dedico un poema que nunca leerás, lógicamente. Es de Bukowski:
Van Gogh se cortó una oreja
y se la dio a una
puta
que la tiró
extremadamente
disgustada.
Van, las putas no quieren
orejas
quieren
dinero
supongo que ésa es la razón
por la que fuiste un pintor
tan grande:
no entendías
muchas cosas
más.
Las botas sucias, los dientes sucios, la mente sucia, la vida sucia.
Los ojos rojos.
Entonces surge la duda de porqué las botas sucias y los ojos rojos. La duda de esta pantalla. La duda de porqué hago lo que hago. La duda de porqué hice lo que hice y a quién carajo le importa. La duda de este cuadro que es este cuadro cuando bien podría haber sido otro del que naciese la DUDA como nace la mierda. La duda del afecto a tus seres queridos. La incertidumbre del futuro y aún peor la incertidumbre del presente. La incertidumbre de estas letras que escribo que bien podrían ser otras. La duda está en esta mesa y en este papel y en el qué hacer para que la sonrisa no se aleje con tanta prisa. La duda de porqué dudo si me quieren o me dejan de querer. La duda de porqué se abren las puertas y a mí me cierran tantas. La duda de si el cariño es eterno y de qué cojones importa eso si nosotros somos... finitos. Como el cordón de un zapato viejo.
7. MARIÑA PORTAS
entre rejas
entre versos
me deshago
entre siestas
entre besos
me consumo
cual cigarro
entre noches
y cervezas
me evaporo
entre calles
y canciones
se acabó
Pero al mirar esa mirada, odio y escribo con rabia. Las letras se vuelven fuego y me quema decir que hay mucho cabrón suelto que era mejor que estuviera enterrado. Léase cabrón como... en fin, cada cual con sus cabrones.
A veces mi mente se vuelve un campo cabrón de cultivo de donde ya no sale nada fresco.
Otras no... Los dos, aquí. Los dos aquí y el cenicero y el porro que se muere en mis labios. Y se murió. Ella me está abrazando y yo escribiendo. Me abraza como una ola, la siento como el mar. Me envuelve. Me moja de ella. Toda ella. Toda ella es mar. Yo una sonrisa con forma de orilla y, cálido, la recibo. Recibo sus olas y su boca y su pelo sobre mi mano de arena. Toda ella. La marea sube. Bajan las penas. Aflora la sonrisa como un acantilado al océano. Poderosa. Y río. Y le enseño lo que escribo y ríe y la beso en la boca. Otra ola. Soy un pez. Me deslizo entre su espuma. Hay que sentirlas, le digo. Enciende otro porro y ríe y río y me toca el culo como la luna toca el cielo negro. Suave. Me acaricia. Me acaricia y me derrito. Ella se retuerce como un alga en mi cuerpo. Está fumada y, yo feliz.
pd : esto ya está en otro sitio, pero bueno, así lo leen por aquí también y de paso le doy más trabajillo a lennon jeje saludos...
