El cuento de Alma

Poesía y relatos.
Ska D´Bestiar
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El cuento de Alma

Mensajepor Ska D´Bestiar » Dom Jul 13, 2008 4:43 pm

El cuento de Alma

Ya no puedo más. El dolor lo inunda todo. Estoy tan cansada, tan débil, no quiero seguir. Apoyo mi cabeza en el suelo y me rindo mientras recuerdo a Mami. Sé que me dijiste que debía ser fuerte pero ya no me quedan fuerzas. Mami, ¡cuánto te he echado de menos todo este tiempo!. Me dejaré ir mientras pienso en tí, lo único dulce y hermoso que he conocido.

Recuerdo el día en que abrí los ojos. Al principio todo era confuso pero poco a poco se fueron formando las imágenes y pude verla. Estaba al otro lado de la jaula pero a esa distancia tan corta su olor inconfundible a leche dulce era muy intenso. Era ella, la que me alimentaba y me limpiaba, la del pelaje suave y calentito, tan hermosa, grande y tranquila, por fin podía verla. Estaba tumbada mirando a través de la reja a otra jaula en donde había otro conejo grande como ella. Parecía triste y cansada. Hablaban entre ellos con la mirada pero yo podía oírles, aunque no alcanzaba a entender qué significaban sus palabras. Ella le decía "Me siento muy débil, no sé si podré seguir alimentando a los bebés. Ojalá estuvieras aquí conmigo. Te echo mucho de menos". El la consolaba "Vamos, preciosa, pronto estaremos juntos de nuevo unos días. Te daré besos todo el día y toda la noche. Te quiero.".

Junto a mí había otros cinco gazapos todos se parecían a mamá o al otro conejo pero eran muy pequeñitos y también estaban abriendo los ojos. Se estaba muy bien en el nido, todos juntos dándonos calor, rodeados de paja y de los pelos que Mami nos había puesto para estar más calientes.
Un buen día decidimos salir a explorar. Llegamos a dónde estaba Mami que nos miró sorprendida "Vaya, ya estáis aquí, se acabó la paz y la tranquilidad ". Nos subimos encima de ella y jugamos un rato por la jaula, pero no había mucho que ver ya que era muy pequeña. "Mami, llévanos a ver el mundo". Mami nos miró conmovida, sonrió dulcemente con sus ojos y nos dijo "Mis preciosos gazapitos, nunca he salido de esta jaula, no sé qué hay más allá de estos barrotes. Un día vosotros os marcharéis y yo me quedaré sola de nuevo. Con un poco de suerte tendréis una vida mejor que la mía. Pero pase lo que pase debéis ser fuertes y tener esperanza en que todo puede mejorar." Le dije que yo nunca la abandonaría y que no me importaría quedarme en esa jaula para siempre si era con ella. Mami me miró con amor y me dió un lametón.

Los únicos momentos en que Mami parecía feliz era cuando jugábamos con ella o cuando los humanos traían la comida. Ella se lanzaba a comer con desesperación y siempre parecía quedarse con hambre. Los humanos que traían la comida eran un hombre y una mujer que a mí me parecían enormes y me daban muhísimo miedo. Cuando nos cogían para mirarnos o para meternos en una caja mientras limpiaban la jaula yo quería salir corriendo, pataleaba, lloraba y al final me quedaba muy quieto a ver si no me veían. Me miraban y decían "Otro albino, en la tienda no lo van a querer, mira esos ojos rojos, dan muchísima grima. Pero va en el lote. Que a estos belier luego les saca un buen dinero."

Pregunté a Mami por qué yo era tan horrible y no les gustaban mis ojos. Me dijo "Ay Alma mía, tú eres la más hermosa y más pura de todos. Pero los humanos solo ven el aspecto y tienen ideas extrañas. Ellos no entienden nada del alma de un conejo. Están tan ciegos. Tu eres única y especial, no lo olvides nunca". Mami siempre hacía que me sientiera bien, mi Mami preciosa.

Un día los humanos nos metieron en una caja pero sin Mami. La oí gritar en silencio "No os los llevéis tan pronto. Son muy pequeños aún me necesitan. Por favor, no?". Después solo la oí llorar y al final nada ¿dónde estás Mami?. Todos teníamos mucho miedo y nos amontonamos en una esquina de la caja. Estábamos quietos y calladitos para que nadie se diese cuenta de que estábamos allí. Solo se oía a los humanos hablar. "Y ¿qué hacemos con la coneja? Está muy delgada y ya no cría a los gazapos como antes" "Te dije que había que dejarla descansar entre los partos" "Da igual ya nos ha hecho un buen servicio. Esta tarde la llevo al monte y la dejo allí. Tengo apalabrada una que regalan en internet que con suerte no nos dará más conejos albinos". Pensé "Mami, por fin vas a ser libre".

La urna de la tienda era aún más pequeña que la jaula en la que nacimos. A los pocos días de estar allí soñé con Mami. Me dijo que se iba para siempre pero que siempre estaría conmigo. Parecía más joven, feliz y sana, ya no parecía cansada. Mami, te quiero ¿a dónde te vas?."Al cielo de los conejos, allí nos veremos algún día, mi Alma". Me desperté inquieta y muy triste sin saber por qué, volviendo poco a poco a la triste realidad de la tienda de animales.

La vida en la urna era muy aburrida. Ya nunca nos daban heno y los humanos pequeñitos se pasaban el día golpeando los cristales. A veces hacía muchísimo calor y no teníamos agua y a veces estábamos varios días en la oscuridad. La comida era horrible, echábamos mucho de menos la leche de Mami.
Mis hermanos fueron desapareciendo uno a uno y me quedé muy sola. El humano de la tienda era un chico joven que siempre protestaba mucho cuando limpiaba la urna "Qué asco de conejos, solo saben cagar y mear. Pues a mí no me pagan tanto como para que pretendan que limpie todos los días. Solo faltaría eso. Con una vez a la semana ya van listos. Cuatro duros que te pagan y lo que tiene que aguantar uno. Para que luego vengan las locas esas a darme la paliza que si tengo que poner heno, que si los tengo muy sucios. Nada más que incordiar en lugar de comprarlos y llevárselos".

Las chicas de las que hablaba habían venido una vez a la tienda. Le dieron unos papeles al dependiente en dónde se explicaba como cuidarnos. Nos miraron con tristeza y se marcharon. A mí me pareció que, por primera vez, me miranba alguien sin juzgarme por el color de mis ojos. Parecían amarnos sin conocernos pero quizás solo fueron imaginaciones mías. Según se fueron por la puerta el muchacho tiró a a la basura los papeles y dijo "Vaya pesadas, podían salir de marcha los sábados como el resto de la gente". Yaco, el loro viejo que tenían de mascota y no se vendía, nos contó que él había vivido en muchas casas y había recorrido mucho mundo. Había oído hablar de unos humanos, casi todos hembra, a los que los animales llaman ángeles, que recogen a los animales abandonados, curan a los enfermos y salvan a los que están en peligro de muerte. Eran seres mágicos que te calmaban con su voz y sus caricias, que devolvían la esperanza al que la había perdido y llevaban a los animales a vivir a lugares maravillosos con humanos buenos y grandes espacios. El siempre pensó que eran leyendas pero al ver a aquellas chicas le pareció que encajaban con las descripciones que daban los animales que les contaron estas historias. A mí me parecían humanas normales, quizás solo ese extraño modo de mirarnos parecía diferente pero ya se sabe, a los humanos no hay quien les entienda. Nisiquiera parecía probable que existieran los humanos buenos, quizás esos pequeñitos que golpeaban las urnas, parecían buena gente pero estaban muy locos. Yaco era un tío majo, siempre nos entretenía a todos con sus historias contadas en idiomas extraños. Esta de los ángeles me había gustado especialmente aunque claro, debía ser pura fantasía, pero era tan hermosa. Esa noche soñé con los ángeles y les pedí que cuidarán de Mami en el cielo de los conejos.

Los días pasaban despacio, especialmente cuando estábamos a oscuras el día entero. Los pájaros se queaban callados y Yaco no contaba historias. Me sentía muy sola a pesar de estar rodeada de animales, estaban lejos y no eran conejos, echaba de menos a mis hermanos. Un día el chico de la tienda vino y puso un cartel en mi urna que decía "Con la compra de una jaula le regalamos el conejo". Me miró y dijo: "Llegan las Navidades y necesito espacio para otros conejos más pequeños que se venderán mejor que tú con esos ojos de demonio". No tardaron en aparecer una pareja y una niña que repetía "Por fa, por fa, quiero un conejito". La madre le decía al padre "Venga, le compramos el conejo y ya está, que estamos casi en Navidad. Al menos este año no pide un perro." El padre refunfuñaba y preguntó qué jaula tenía que comprar. El dependiente le enseñó las jaulas de conejo y él eligió la más pequeña y barata. Ni siquiera me miraron ninguno de los dos. Por fin el padre preguntó "A ver ese conejo que regaláis". El chico les llevó hasta la urna y ambos me miraron con cara de horror. "¡Arg! ¡Pero si tiene los ojos rojos!" dijo ella. "Este conejo está enfermo, tiene las orejas caídas" dijo él. El muchacho de la tienda le indicó que la raza belier es así y que es una raza muy cotizada. Le enseñó un papel que llamaba pedigrí que parecía muy importante. "Este conejo no lo vendería por menos de 45 ? pero se ha hecho grande y ahora mismo me resulta urgente dejar la urna libre para preparar la campaña navideña". El hombre se quedó más conforme con el papel en la mano y pidió comida de la más barata. "¿Heno?, nada de chorradas que no es un caballo de carreras, además lo va a cuidar la niña así que cuanto más sencillo sea todo, mejor". Compraron arena de gato y un bebedero. El chico intentó que se llevaran otro lecho más adecuado pero no insistió mucho porque el hombre quería gastar el menos dinero posible y no quería perder la venta. La cuenta subió más de lo que esperaban y el hombre volvió a refunfuñar pero finalmente el muchacho vino hacia la urna con una caja, me agarró y me metió dentro.

Yo tenía tanto miedo, no paraba de temblar. Ya no tenía a mi Mami, ni a mis hermanos y no sabía qué iba a pasar. Recordé que debía ser fuerte y confíar en que las cosas podían mejorar. Pensé que quizás los humanos buenos existían. Oí que la mujer le decía al hombre "Este conejo tan grandote no se nos morirá a los dos días ¿no?. Mi prima les compró a las niñas uno pequeñito las Navidades pasadas y en unos días se les murió, luego en la tienda le dieron otro y lo mismo. Al final ni conejo ni nada y las niñas superdisgustadas"."Que no, mujer, este conejo está enorme, no se va a morir tan facilmente".
Llegamos a la casa, la niña me sacó de la jaula y me agarró de mala manera, yo me asusté mucho y pataleé, ella me solto y gritó "Este conejo tonto me ha arañado, mamá mira, tengo sangre". "A ver hija, es que menudas uñas tiene, anda mételo a la jaula y ven que te curo, pues sí que empezamos bien".

Al principio me pusieron en la habitación de la niña. A veces me sacaba, me acostumbré a su forma de cogerme y ya no me asustaba tanto. Jugabamos mucho, a veces me mareaba un poco o me asustaba pero era mejor que estar todo el día en la jaula. Un día la niña dijo que no le dejaba dormir y me trasladaron al cuarto de invitados. Me pasaba el día sola y la niña ya no me sacaba tanto, empezó a olvidarse de darme mi comida y la madre me limpiaba cada vez menos. Cada vez que tenía que hacerlo protestaba mucho porque olía mal y decía que había sido una mala idea comprarme, la niña ya no me hacía caso y solo servía para dar trabajo. Empezaron a olvidar ponerme agua y la comida la veía cada vez menos a menudo. Hacía mucho calor a veces y estaba muy oscuro. Me sentía triste y cada día más débil. El suelo de la jaula siempre estaba húmedo, yo intentaba hacer pis solo en una esquina pero ya no funcionaba. Al menos ya no me ahogaba con el polvo de la arena de gato que no me dejaba respirar. Mis patitas empezarona dolerme, cada vez podía moverme menos. Pensé en los ángeles, en que no debían existir porque si existieran habrían venido a rescartame y a llevarme a uno de esos lugares maravillosos de los que hablaban las leyendas.

El dolor era insoportable, ya no podía ni levantarme para cambiar de lugar. Cuando por fin me trajeron algo de comida no tuve fuerzas ni de comer. La mujer me miró y llamó al marido. "Este conejo está enfermo.". El hombre dijo que había que sacarme de casa antes de que la niña me viese. "Pero ¿no deberíamos llevarlo a un veterinario?" El hombre la miró ofendido "Pero ¿tú cuando has visto que se lleve un conejo al veterinario? Esos solo saben sacarte los cuartos. Además ya estoy harto de este animal, la semana que viene nos vamos a la playa y en el coche no cabe ni un alfiler. Mira, me lo llevo y lo dejo en una tienda que ya sabrán qué hacer, tú dile a la niña que lo hemos soltado en el campo para que sea feliz".

Me agarró del pellejo y me escondió dentro de su chaqueta ya no sentí ni miedo, solo dolor, ya me daba igual todo ¿qué más podía ocurrir?. Anduvimos unos minutos y de repente me dejó caer en un suelo muy duro, mis patitas dolieron muchísimo, no podía con tanto dolor. No había nadie cerca. Apoyé mi cabeza en el suelo y pensé "Sé que me dijiste que debía ser fuerte pero ya no me quedan fuerzas. Mami, cuánto te he echado de menos todo este tiempo. Quiero irme contigo al cielo de los conejos, me dijiste que nos veríamos allí. Ahora me dejaré ir. ¿Por qué no existen los ángeles? Quizás tampoco exista el cielo de los conejos"

Viene gente, hablan todos a la vez, no les entiendo, me cogen, dejadme, no puedo más, quiero ir con Mami. Me meten en un coche, dejadme, por favor. Me dejan en un sitio con mucho ruido, tengo miedo otra vez pero no puedo moverme, no tengo fuerzas. Hay muchos humanos con ropa azul y alguna gente que viene a contar cosas malas que les han hecho otros humanos. Suerte que ellos se pueden defender, son libres y soberanos y las leyes les amparan como me contó el viejo Yaco en nuestras interminables horas en la tienda. A mí nadie me defenderá, como me comentó Yaco, suerte he tenido de no acabar como tantos otros conejos como comida de estos horribles humanos. No le quise creer entonces no pensé que el mundo pudiera ser tan horrible. Viejo Yaco, si me vieses ahora. Subimos a un coche, todo se mueve como el día en que me sacaron de la tienda. Pensé entonces que quizás mi vida iba a mejorar, pero ahora sé que las cosas solo empeoran. Tengo tanto dolor en mis patas y tanto miedo en el cuerpo que ya no me importa lo que venga. Hemos llegado a un sitio en donde se oyen muchos perros ladrar. Los perros son peligrosos pero no me importa, quiero dormir, dejadme dormir. Me dejan en un recinto enorme, como muchas jaulas puestas juntas pero yo ya no puedo correr ni saltar. Me voy a un rincón para dejarme ir. Necesito un poco de paz. De repente empiezo a oir voces, en el recinto hay unos jerbos y un hamster. Los reconozco porque se parecen a los que había en la tienda. El hamster está de mal humor porque los jerbos le han despertado con sus charlas con los pavos reales del recinto de al lado. Hablan con la mente y con la mirada como todos los animales, es un idioma que solo los humanos no entienden. Oigo sus discusiones entre sueños.
Heidi, la jerba insiste " No debemos perder la esperanza, quizás vengan a rescatarnos. Nos llevarán a los tres, bueno y esa conejita del fondo, claro". Pedro, el jerbo, la mira con pena "¿No creerás en serio que esas leyendas son ciertas? No existen esos ángeles de los que hablas, vamos a morir aquí. Mira que comida nos han puesto, estamos aquí como si nos hubieran dejado en un almacén". La pava le corrije a lo lejos "Yo conocí a un gato que estuvo mucho tiempo en una perrera y dice que los vió. Venían a veces y rescataban a algunos animales. Un buen día llegaron con un transportín y se llevaron varios perros y a él. Ahora está con una familia muy buena en el jardín de al lado del nuestro. O más bien el que solía ser nuestro jardín, ya llevamos mucho tiempo aquí." El imponente pavo real pliega sus plumas y le dice a su amada "No debes darles falsas esperanzas, querida. Ese gato habló de que rescataban perros y gatos pero nunca se llevaron jerbos, hámsters o conejos. No creo que los conejos y roedores tengan ángeles. Nosotros tampoco los tenemos". Siguen discutiendo y yo solo quiero dormir pero el dolor, el miedo y sus discursos no me dejan pegar ojo. El tiempo pasa despacio ahora, cada minuto se escribe con dolores indecibles y una agonía que no termina, no sé cuanto tiempo ha pasado. La puerta del recinto vuelve a abrirse.

"¿Pero dónde está?" Dice una voz cantarina. "Uy, pobre en ese rinconcito". No, por favor esa chica viene hacia mí, no quiero más humanos, no puedo moverme, quiero huir pero mi cuerpo no responde. La chica se agacha y me coge con suavidad, de una manera que no me hace sentir tanto miedo, parece como si un conejo le hubiese explicado como debe cojernos a los de nuestra especie. Pero los humanos no entienden a los conejos, así que no es posible. De repente me da la vuelta y mira mis partes. "Es una hembra". Vaya, yo ya lo sabía pero ningún humano hasta ahora se había molestado en comprobarlo. Lo supe desde aquel día en que empecé a sentir mi cuerpo extraño y me sentía atacada cuando alguien metía su mano en mi jaula. Les gruñía cuando lo hacían para que dejasen en paz. Fué entonces cuando la niña no quiso darme de comer nunca más porque le daba miedo. La madre solo lo hacía de vez en cuando y con precaución. Si yo no quería hacerles daño, solo que se fueran de mi casa y no me la quitasen. Era lo único que tenía. Ahora ya no tengo nada. La chica mira mis patas "Vaya ¿qué te han hecho pequeña?" me mira de frente y despacio, me acaricia y dice "Eres preciosa pequeña, todo va a ir bien". Su voz me hace sentir mejor y sus caricias son distintas a las que he conocido, qué raro. Ha dicho que soy preciosa pero parezco trapo sucio de hacerme pis encima, huelo fatal y mis ojos siguen siendo rojos. Esta chica es muy extraña. Da igual lo que diga, ya nada puede hacerme sentir bien, me dejo llevar, no puedo oponer resistencia. Otra vez en coche, qué malos recuerdos, ojalá pudiera correr aún. Me iría y nunca podrían volver a atraparme estos humanos. Oigo a los jerbos discutir y al hamster protestar de nuevo, parece que nuestra suerte está unida, sea la que sea. Me lleva a un sitio raro con varios humanos que llevan conejos y un animal que nunca había visto y que me da muchísimo miedo. Después de mucho rato pasamos a una sala y me ponen en una mesa. Otra humana rara, lleva bata y me mira espantada ¿será por mis ojos?. No puedo para de llorar, tengo mucho miedo y me duelen las patas tanto. De repente noto un pinchazo pero no puedo protestar. Me siento muy confusa, pasan demasiadas cosas y yo solo quiero dormir. Me llevan a una casa y me ponen en una jaula muy limpia con una zona blandita en dónde mis patitas no duelen tanto. Desde que sentí ese pinchazo el dolor ha ido disminuyendo, ojalá pueda dormir esta noche. Me ponen cosas de comer pero no tengo fuerza, ya ni siento hambre. Quiero descansar para siempre. Antes de irse la chica me dice "Te llamarás Alma, porque tienes más alma que la persona que te ha hecho esto". ¿Cómo sabe mi nombre? Alma es como Mami solía llamarme, ya casi no lo recordaba. Esta chica tan rara ¿no será un ángel?. No, no lo creo, los conejos no tenemos ángeles.

Me despierto y es un nuevo día, el dolor no ha desaparecido pero es mucho menos intenso y esta colchoneta me encanta, no pienso moverme de ella. La chica viene y se queda muy decepcionada porque no he comido. "Ay Alma, pequeña, qué triste estás, no debes preocuparte ya no vas a volver a sufrir nunca más. Te lo prometo". Las palabras son hermosas pero ¿quien puede confiar en un humano?. Me llevan de nuevo en coche al lugar donde lleva la gente a sus conejos, otra vez en la sala otra chica rara me coge y me observa. Su voz y manera de cojerme me dejan como hipnotizada pero tengo mucho miedo. Me curan las heridas y duele mucho, pero más me duele el alma, dejadme tranquila ya. Me meten en una jaula con otro conejo. Hace tanto tiempo que no veo un conejo, me tumbo junto a él sin decirle nada, no quiero que se enfade y se vaya. Me gusta estar a su lado, me siento más segura, él me defenderá si alguien quiere hacerme daño.

Hoy me siento algo mejor pero no sé muy bien qué va a ser de mí. He empezado a comer un poco pero no tengo tantas ganas, esta cosa seca me trae malos recuerdos. Prefiero lo verde fresquito, nunca lo había probado ¿cómo lo habrá conseguido esta chica?. Veo otros conejitos, algunos felices, otros asustados como yo. Pero todos tienen una luz de esperanza en sus ojos. Yo aún no me fío aunque, cuando esta chica me acaricia, me siento muy bien y deseo que el resto de mi vida sea así. Pero luego recuerdo de cuánta maldad son capaces estos humanos y me entra muchísimo miedo. No sé que pensar, ojalá las leyendas fuesen ciertas y esta extraña persona fuese mi ángel.

Viene a buscarme otra humana. ¿quién es esta persona? ¿dónde está la otra chica? Ya empezaba a caerme bien. Esta chica también me coje con suavidad y me habla bajito, pero no me fío. Tantos humanos buenos no es posible. Otra vez en coche, tengo mucho miedo, pensé que todo empezaba a ir bien y ahora no sé a dónde me llevan. Llegamos a una casa, aquí también huele a conejo como en la casa de la otra chica pero ¿dónde están? ¿Se los habrán comido?. Seguro que la siguiente soy yo. Me ponen en un recinto vallado con el suelo blandito. Vaya, es enorme y con este suelo blando puedo moverme aunque sea despacio. Viene a verme toda la famila, cuchichean entre ellos y traen a unos conejos. Son preciosos, tienen tan buen aspecto que ni parecen de verdad. Corren libres por la habitación sin jaula y sin niños que les persigan. Qué envidia, parecen tan felices. Se acercan a mi vallado y empiezan a hablar sin parar. "Vaya, ¿habéis visto eso? Es una nena." "Uy, es verdad, que guapa. Nena ¿por qué no vienes a jugar con nosotros?" Les miro extrañada "¿Crees que soy guapa? ¿Habéis visto mi aspecto y mis ojos rojos?". Se miran entre ellos los machitos y se rien "Tu alma es hermosa e inocente ¿Qué tiene que ver el aspecto con esto? Y ? ¿qué son los ojos rojos?". Se rien de nuevo. Me quedo pensando, la verdad es que no lo sé pero son cosas que dicen los humanos. Parecía muy importante. Los chicos no paran de reirse. "Que cosas tan raras piensas Alma. Venga guapa, danos un besito" ¿Por qué todo el mundo sabe mi nombre?. Acerco la cabecita a la reja y ellos me lamen a través como solía hacer Mami, me siento mucho mejor. Viene la nueva humana con cosas para comer. Voy a ver que hay, uy esto se parece a lo que me daba aquella familia no me apetece mucho ? ¿qué es esto tan verde y fresquito? Ummmmmmm?. Está buenísimo ¿puedo comerlo todo? De repente tengo mucha hambre.

Ya estoy seca, el baño no ha sido tan malo. Al principio me asusté mucho pero esta chica sabe como calmar a un conejo. Ya empiezo a entender, esta chica y la que me sacó de la perrera son ángeles de verdad. Me ha dicho mi ángel que hay más como ella, que no pueden salvar a todos los conejitos que sufren porque son demasiados y porque el mundo humano es complejo y permite que un animal pueda ser tratado como una propiedad. Pero que ellas se esfuerzan mucho y hacen todo lo que pueden para llegar a más y más conejitos y a otros animalitos también. Ya no tengo miedo, sé que van a cuidar de mí. En esta casa estoy de lujo y esos machos que vienen a visitarme a veces son muy simpáticos, me encanta que vengan. Me gustaría salir y correr con ellos pero aún no tengo bien las patitas. Me tomo mis medicinas para ponerme buena y como mucho para estar fuerte. Mi ángel me trae chuches muy ricas que nunca había probado y se empeña en que coma heno, bueno el heno no está mal pero a mí me gustan más las verduritas. Ella lo sabe, porque es un ángel y los ángeles sí entienden a los conejos, así que me prepara una ensaladitas buenísimas. Me ha dicho que me van a curar y luego me buscarán una casa y una familia que me va a cuidar y a querer para siempre. Mami, te quiero mucho pero tendrás que esperar para verme. Ahora quiero ser feliz y sé que es posible. Sé que puedes verme y que tú también estás feliz. Ojalá estos ángeles te hubieran rescatado a tí también. Mami, creo que todo va ir mejor.


Este cuento está inspirado en la historia de ALMA.
Puedes leer su historia real aquí.
http://www.gataweb.com/gataforo/viewtopic.php?t=40522

El resto es una reconstrucción basada en la realidad diaria de los conejos domésticos en España.
Lo único inventado es que los conejos puedan entendernos.
Como dice Alma "A los humanos no hay quien les entienda".

Tú puedes escribir el final de esta historia y de muchas más adoptando o colaborando
con la Asociación GATA.
GATA recoge desde hace año y medio conejos y otros exóticos de perreras, calles, jardines y descampados.
Antes de comprar piensa en adoptar y dar a estos pequeños una nueva oportunidad.

Se agradece su difusión en foros o entre vuestos contactos.
Gracias por todo.

Eva

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Asociación GATA
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Vicky-tripi
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Mensajepor Vicky-tripi » Lun Jul 14, 2008 12:09 pm

Bueno he de decir que me he emocionado, mucho.
Por cierto hablar con los animales no te convierte en un friqui, solo te convierte en mas persona.
Ska D´Bestiar
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Mensajepor Ska D´Bestiar » Lun Jul 14, 2008 1:47 pm

Yo hablo con mis bichos todos los días, creo que tienen más vocabulario de compresión que muchas personas, y también me he molestado en tratar de aprender su "idioma", sin duda existe comunicación...más que con algunos humanos y más sincera sin duda :)

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