Siempre habrá - me dijeron con agravio
unos labios de barra de bar -
otros ojos verdes de pestañas húmedas,
y otros momentos que parecieron ser años o que, simplemente,
no existieron;
siempre habrá otros olores que te harán llorar y escribir cartas a nadie,
otras canciones de alguien,
otra voz que te tartamudee la garganta.
Siempre habrá otros iguales, otros tan distintos,
otros tantos y otras tantas excepciones,
pero nunca entenderás todo esto
si alguna vez has visto
en la opacidad de los ojos de un anciano el amor verdadero
al besar en la frente a su mujer.
Entonces, aquellos labios
me confesaron que jamás llegaron a viejos,
y rompieron a llorar en mi cuello
hasta que cerraron el bar.
Para cuando salimos,
agarrados como el cura a la puta pretendiendo disimular,
la luna asintió recelosa,
los labios sonrieron a su manera,
y yo me quedé comiéndole la oreja
al trinar de los pájarons dormidos,
preguntándole con ansia si esta vez
alguien se quedaría hasta el final.
Para cuando me quise dar cuenta
volvían a ser las seis, volvía a tener legañas,
volvía a viajar en tren, volvía a verla,
volvía a caminar cabizbaja preguntándome
si alguna vez.
Otros 'te llamaré'
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