Lo siento.

Poesía y relatos.
JonyBgood
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Lo siento.

Mensajepor JonyBgood » Jue Nov 01, 2007 2:38 am

Era difícil imaginar qué podía estar pasando por su cabeza. Estaba sentado en el sofá, sin mirar a un punto concreto, parecía estar muy metido en algún pensamiento, pero su rostro no transmitía nada, absolutamente nada. Su madre lo observaba.
Todos decían que había cambiado muy pronto, en los últimos años se había producido en él un cambio enorme, pero su madre sabía que no era así, lo sabía desde hace mucho. Incluso antes de que naciera, su madre lo sabía. No había sido como sus hermanos mayores, ya en el útero era un niño tranquilo. De bebé ya se le veía y conforme pasaban los años cada vez se le notaba más. Frío y calculador. Pero sólo su madre lo pudo, supo y quiso ver, para los demás era un chico raro, para otros tonto, pero no para ella.

Hace dos años, su padre al fin se dio cuenta de que su chico no era lo que él denominaba normal, así que decidió llevarlo a que lo viera un psicólogo, por más que su madre se opuso. Pero el psicólogo le abandonó, así como los otros psicólogos a los que fue, dándolo por un caso perdido, sin remedio, sin saber encontrar qué tenía o qué le ocurría.
Nadie le comprendía, pero tampoco él pedía ser comprendido. Su padre también le abandonó, lo dejó por imposible, se aburrió y él pensó que era lo mejor que su padre había hecho por él en toda su vida. Fue el momento en el que más cercano se sintió de su padre, cuando este se alejó.

Ella seguía observándolo, incapaz de hablar, pero no podía evitar mirar hacia él, a pesar de que el chico no se movía, ni la más mínima mueca alteraba su rostro, apenas pestañeaba. Estaba concentrado, pensando. Y ella sabía exactamente qué.

Jamás había tenido amigos, ni los había querido. Nunca se sintió atraído por una chica ni había mostrado el más mínimo aprecio por nadie, era él y nada más. Nunca terminó un libro, ni acabó de ver una película, todo lo aburría. De pequeño no jugaba, ni coloreaba, ni deambulaba por la casa observándolo todo, jamás quiso profundizar en el mundo que le rodeaba, se limitaba a observarlo en la distancia, pero para nunca formar parte de él. Lo miraba como algo a lo que despreciara.

Ella continuaba observándole y de pronto él se giró, clavó su mirada en los ojos de su madre y se levantó del sofá. Atravesó todo el charco y pasó por encima de su padre, directo hacia ella, mirándola a los ojos. Por primera vez en la vida del chico, un sentimiento brillaba en sus ojos. Su madre lo comprendía perfectamente, sabía que algún día esto ocurriría, era inevitable. El chico ya se encontraba delante de ella, a apenas un paso de distancia. Contuvo la respiración, sabía lo que le esperaba, no lo temía pues estaba preparada para ello, sabía que su hijo iba a arrancarle la vida, pero no le culpaba. Era totalmente consciente de que su hijo no estaba loco, no era un enfermo, ni un tonto, sabía perfectamente que lo que a su hijo le ocurría era la vida. Sabía que jamás les perdonaría, ni a ella ni a su padre, el haberle dado la vida, y ahora se lo estaba cobrando, era su venganza por haberle traído a un mundo al que él no había pedido venir, por haberle creado, por haberle obligado a existir.

Eran sus últimos segundos de vida y no paraba de observar a su hijo, sintiendo en su interior un gran dolor, no por saber que iba a morir, lo que le dolía era la culpa, el saber que era la causa del dolor y el sufrimiento de su hijo, el haberle traído a la vida y haberlo convertido así en la persona más desgraciada del mundo.

Su último aliento, sus últimas palabras fueron las más sinceras que jamás pronunció. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y de su boca temblorosa salieron sus últimas palabras, las palabras que con más amor había dirigido a su hijo: Lo siento.

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