Cuando me levante, habÃa un sólo pensamiento en mi cabeza y eras tú. Desde que abri los ojos no hice más que pensar en qué decirte, cómo, cuando y dónde.
CreÃa reconocer en tus gestos esa complidad que da el sentirse a gusto con alguien, esperando a que se caiga esa cortina que nos deje solos y poder decir con la boca lo que insinuabamos con los ojos.
Pero no sabÃa como aprovechar la situación y no perder el tiempo en palabras inútiles, en las que sabes que me prodigo. QuerÃa dejarte claro desde el primer momento que era mi unica unión con la realidad y mi consciencia y que de permerme en algun sitio, sin duda serÃan tus labios.
Tardé un dÃa y otro en recapacitar, tú parecÃas no dar seña. Hasta que un dÃallegó tu llamada, parece ser que el azar nos reunÃa, como de costumbre con alguien de por medio como excusa, al fin y al cabo era en tu casa.
Y yo seguÃa pensando en como encontrar aquel momento para nosotros en el que fuera capaz de exteriorizar, sopesaba las variables y buscaba salidas, aún cuando subÃa por tu escalera seguÃa pensando en cómo. Aún cuando llamaba a tu timbre pesaba en qué hacer cuando sentà un tirón del brazo.
En la siguiente imagen que recuerdo, los dos, sobre el sofá, expresándonos como nunca, sobrando las palabras, sin importar donde, cuando.
Simplemente nosotros. No era tan difÃcil...
Tan dificil...
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