Un solo acorde desesperado se escapa por el callejón de atrás, los charcos van recogiendo las lágrimas sueltas se resignan a dar reflejo a los juegos de luces y lentejuelas de colores. Una sonrisa nerviosa de labios sellados te oculta los dientes, esos dientes que antaño hacÃan temblar las columnas más firmes, esos dientes que salÃan a la calle o al sótano clandestino tras cada pisotón y se empeñaban en apretarse hasta romperse o que se cayeran (lo que pasara antes). Caras de perro que hoy tienen sonrisas de payasos, y de tanto que han pisao tambien se han tenido que poner sus zapatos. En sus hostias encontramos calor.
Hay unas manos que se esconden en la cazadora, piernas que corren a toda prisa en la eterna escapada, el ritmo lo marca una cinta quemada. Una banda sonora que se ha quedao pa contar nuestra historia y pasará tan desapercibida como el que ve llover debajo del agua. Y de fondo una sonrisa ladeada que responde certera ante cada mirada insolente de desprecio normal.
Pero ¡joder!, dicen que hoy su nombre ya no nos dice nada, sale en los neones que alumbran por el dÃa y en la vestimenta de quien ni le quiso conocer. Hace tanto que pasaron los años que hoy las letras se las ha llevado el viento hasta un lugar al que mi mano apenas alcanza.
Y si ella ha estado lista, seguro que en su album de fotos guarda alguna canción de aquellas que te solÃan dejar afónico...o simplemente te limitabas a mirar, zambullirte y no mediar palabra.
No te engañes que no hemos inventado nada, ni siquiera somos los guardianes de un tesoro secreto que nadie puede ver. Simplemente una panda de piraos que se empeñan en tropezar en la misma piedra que otros ya se han fumao una noche cualquiera. Somos aquellos crÃos que miraban de lao, llevaban los pantalones rotos y se negaron a crecer. Seguimos viviendo al sol de las mismas luces y temblando cuando nos damos cuenta que no nos podemos contener. Lo que unos llevan en el pecho, otros lo llevan en ellos y lo cierto es que están aquà (otros por menos se han muerto).
En esta ciudad cada calle lleva el tÃtulo de alguna canción y hay posters en vez de escaparates. Y alguna pintada que de vez en cuando nos recuerda que el asfalto volverá a arder (cualquier dÃa).
Tiene su ciencia el alquitrán.
Dándole patadas a las baldosas
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