Saludos compañeros de aventuras de imaginación. Es una lástima, pero creo que no habrán ni espias ni armas en el texto de hoy. Además, y sin que sirva de precedente, me convertiré en persona con una prosa clara, directa y sencilla.
Cabalgamos por una pradera. Tres jinetes y el silencio. Nada en la proximidad, inmensa llanura. Pueblos desgastados, muertos y frios. Abunda la piedra caliza y el marrón. Por fin el doblar de unas campanas en la lejanÃa: vida. Enfilamos nuevo rumbo y procedemos al contacto con las personas del lugar. Extraña iglesia de la cual sólo sobresalÃan dos torres, el resto... excavado en la viva roca. Entramos en mitad de la ceremonia y quedo perplejo ante la teatralidad de la misma. Arcos, tambores, banderas izadas... todo un glosario de lenguaje corporal dispuesto al servicio del señor. Me mira, la miro. Pelo moreno a media espalda. Piernas descubiertas y senos prominentes. A la salida demasiadas personas, tantos ojos como flechas disparadas. Lio, confusión. Montó a caballo, montamos.
Pueblo vacio, para variar. Aunque al menos hay vida. Entró a un supermercado, entramos. Sus ojos guian mis pasos y sentimientos. Final del pasillo y un extraño gesto. "Toma". Coge un mando de radiocontrol, me da un mando de radiocontrol. Acciono las palancas y un coche amarillo hace acto de presencia. Extraño. La miro, me mira. Velocidad desmesurada, destrozos. Nestor se lanza a perseguir al coche que, a pesar de manejar, hemos perdido entre lentejas y jabones. Salimos sin pagar desperfecto alguno.
Me mira, la miro. Tiene los tobillos hinchados aunque va descalza. Siento algo, siente algo. Las personas todavÃa están en la plaza, llega el momento de marcharse. "¿Vienes conmigo?". Ella viene. Otro coche amarillo, esta vez de verdad, de baja altura y anclaje deportivo. Cojo su mano, mira mis ojos. Beso en la mejilla. "No puede ser". Cejas señalan, ojos buscan la señal. Moreno, alto, señorial. Monto en el coche, ella monta. Néstor hace acto de presencia, conduce él. Me siento detrás, se sienta detrás. Abrazo.
Carretera sinuosa llena de baches. "Deja conducir a Ale". Nestor baja. Me siento delante, se sienta delante. Arranco sin él. Primera curva a la izquierda, no hay curva, sólo una recta...una recta al vació. No hay nada bajo las ruedas. La miro, me mira. La beso, me besa...
[Recuerdo este sueño como si fuera ayer...]
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