?Y hoy, por desgracia, he vuelto a despertar en esta realidad que es la vida cotidiana?
He soñado que viajaba, que conocía gente, que reía y que cantaba, pero también he soñado que te besaba, que te miraba, te sonreía y te acariciaba. Escuché tu voz en sueños y ahora la escucho despierto, sin cesar. Soñé que soñabas, y yo te miraba atónito, preguntándome por qué eras tan hermosa y por qué me hacías sentir tan grande a tu lado. Me gustaba verte dormir, mientras odiaba el reloj que avanzaba impasible contra mi deseo.
Tus ojos,
que me miran y me hacen volverme loco
que dibujan en mis labios la sonrisa
del que puede robar una caricia a la luna
y llevarla hasta ti.
De piedra,
que tu mirada me convierte en arena
que mis canciones son versos de mierda
del que se sabe vencido aún no estando en batalla
por ti.
Tengo la sensación de haber empapado la almohada de lágrimas mientras soñaba que nos despedíamos y de haber viajado de nuevo lejos de ti y encontrarme con conocidos en esa tierra extraña. Y soñé haber pasado frío, y que hablaba y no podías escucharme, y ese era el frío que más se me calaba.
Luego un concierto. Si, soñé dar un concierto impresionante, hasta el amanecer y que tú no estabas allí, pero si en mi mente; y dormir, en el mismo saco, en la misma tienda, con el mismo olor de tu pelo impregnado en cada rincón, pero sin ti.
Y subido en el altar
de los músicos de piedra
rebuscando entre las caras
removiendo la maleza
rebuscando en el follaje
de las copas de los pinos
rescatando los recuerdos
de las fauces del olvido
y descubriendo en cada verso
que sí es cierto lo que digo
que soñar es como un sueño
y vivir es un castigo.
Y he vuelto a viajar, un viaje largo, doloroso, eterno. Un dolor que se clavaba más y más cada vez que me acercaba a mi realidad y que me alejaba de mi sueño.
Y ahora estoy despierto. Pero sigo soñando, cada vez más fuerte, con volver a coger tu mano, volver a hacerte sonreír, a ser cómplices de nuevo de unas miradas que lo dicen todo sin decir nada, de volver a comerme esa sonrisa que me da la vida, mi alimento.
Recuento de bajas:
mi señor, en esta guerra, hemos perdido
más de mil sonrisas y novecientos guiños
dos mil besos prisioneros en territorio enemigo
cuatrocientos abrazos que enviamos el domingo
y caricias no las cuento que ahí salimos vencidos.
¿Cuántas bajas ha sufrido nuestro bando enemigo?
no he contado las sonrisas pero han sido muchos guiños
y los besos han caído como nieve en invierno
¿y de abrazos y caricias que me cuenta cabo primero?
las que llevo en el recuerdo y me atormentan mientras duermo.
?Y hoy, por desgracia, he vuelto a despertar en esta realidad que es la vida cotidiana?, pero me encontré con que no lo había soñado, que tenía tu recuerdo, que todo había pasado.
El sueño
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