Las suaves llagas de tus manos son cicatrices para mis ojos, que de tanto mirar el fuego de tu alma se quemaron, quedando reducidos a pequeños sacos de carbón.
Sacos remendados en el frío de las noches en las que tu corazón y el mío latían desacompasadamente. Remendadas con el atisbo de cualquier esperanza, que yo me empeñaba en plantar en macetas de colores y las que tu echabas sal para que no creciesen. Rotos de nuevo en noches en las que yo era tu puta y tu me follabas como quien se folla a una vieja muñeca. Y mil y una veces remendados, daba igual porqué, por un beso frío, por una mirada equivocada, por un trago de alcohol, por una vieja camiesta que aún escondía tu olor, por una sonrisa en la que siempre me enseñabas los dientes..
Hasta que un día tanto hilo no me dejó ver, y el pequeño tizón que aún quedaba dentro de ellos se consumió porque la visión de tus manos ya no le alimentaba.
Ahora te falta apagar mi corazón..
remiendos
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