Secundo muchas de las letras que habéis puesto, casi todas.
Intentaré añadir unas cuantas, después de secundar las vuestras:
VÍCTOR MANUEL -
El cobarde.
Vivo en un pueblo pequeño,
la fe, la alegria,la paz del hogar
hay una niña morena
que tras el trabajo
me llena de paz.
Hay una ermita en el monte
que todas las tardes escucho cantar
y aquel arroyo tan claro
que riega los campos
que son nuestro pan.
Era la tarde un suspiro
y aquellos soldados llegaron acá
¡quietos los niños y viejos!
¡La gente más joven tendrá que luchar!
Tiembla el fusil en mi mano
cerrando los ojos disparo al azar.
Bala perdida que mata
cualquier inocente
con ansia de paz.
¿Por quién lucho yo...?
si en mi corta vida
no existe el rencor.
¿Por quién lucho yo...?
que vivo la vida
con fe, con amor.
Juan, debes de callar,
esto es una guerra,
no lo has de olvidar.
Juan, trata de olvidar
aquella muchacha,
la paz del hogar.
Llegan los años de cárcel,
yo soy un cobarde,
no quiero matar.
Dicen que nuestros soldados
ganaron la guerra
renace la paz.
Vuelvo a mi pueblo pequeño
la gente sonríe
murmura al pasar:
'Mira aquel joven cobarde
que vuelve la espalda
en vez de luchar.'
Dejo con pena las cosas
que fui levantando
y solo, sin más,
vivo aquí arriba en el monte
soñando que un día...
pueda regresar.
De Joaquín Sabina elegir una está difícil. Pondré la que primero se me ha venido a la cabeza.
JOAQUÍN SABINA - Así estoy yo sin ti.
Extraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares,
vacío como una isla sin Robinson,
oscuro como un túnel sin tren expreso,
negro como los ángeles de Machín,
febril como la carta de amor de un preso...
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Perdido como un quinto en día de permiso,
como un santo sin paraíso,
como el ojo del maniquí,
huraño como un dandy con lamparones,
como un barco sin polizones...
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Vencido como un viejo que pierde al tute,
lascivo como el beso del coronel,
furtivo como el Lute cuando era el Lute,
inquieto como un párroco en un burdel,
errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernovil,
solo como un poeta en el aeropuerto...
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Inútil como un sello por triplicado,
como el semen de los ahorcados,
como el libro del porvenir,
violento como un niño sin cumpleaños,
como el perfume del desengaño...,
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Amargo como el vino del exiliado,
como el domingo del jubilado,
como una boda por lo civil,
macabro como el vientre de los misiles,
como un pájaro en un desfile...,
así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
PEDRO GUERRA - El marido de la peluquera.
De niño bailaba canciones del moro,
el baile venía de dentro y así se inventaban los modos.
De niño soñaba olores profundos,
las mezclas de espuma, colonia
y sudor de unos pechos desnudos.
Creció con su sueño y un día le dijo:
Acabo de verte y ya sé que nací pa' casarme contigo.
Matilde mi vida, Matilde mi estrella,
le dijo que si nos casamos Antoine y bailó para ella.
Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.
Cariño y ternura, colonias y besos,
te tengo, me tienes,
quisiera morirme agarrado a tus pechos.
El amor es tan grande, tan sincero y sentido,
que un día de lluvia Matilde
acabó por tirarse en el río.
Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.
Mejor buenos recuerdos que un pasado perdido,
por eso un buen día Matilde acabó por tirarse en el río.
Lo que fue tan hermoso que no caiga al olvido,
te estaré recordando por siempre
Matilde que tú no te has ido.
Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día ya no quiera bailar conmigo.
Abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.
ISMAEL SERRANO - La huida.
Ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar,
dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar.
Mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.
Él tiene dieciséis agostos y una nube que robó,
y versos de Extremoduro volando en la habitación.
Mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.
Y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante
en el que él la pasa a recoger.
"¿Qué tal en clase?." "Llegaste tarde." "No me riñas, ven."
Y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo
anémonas de humo, antenas de coral.
"Si quieres, mi vida, te rapto yo un día y te llevo a ver el mar".
Una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar
con el alma en un pañuelo, con el coche de papá.
"Sube al barco, niña. Ésta es la huida que te prometí".
Ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos,
y al paraíso les lleva a la Nacional 4.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz."
Y nada más pasar Despeñaperros se les echa encima el sueño
y las ganas de compartir sudores.
"Paro y nos dormimos." Fuera queda el frio con la oscura noche.
Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos,
en playas infinitas, carretera sin fin.
Arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.
No será la luz del alba lo que los despertará,
ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal:
una pareja de picoletos pegándoles voces.
Como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo.
Se han quebrado un par de vidas entre broncas y gritos.
¿A quién se le ocurre? Se deshace una nube y una ola se rompe.
Y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal,
la piel y la lluvia, que a veces te besa,
se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan.
Los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas,
quemando poemas, carretera sin fin.
De vuelta hacia casa mil atardeceres que acaban sin ti.
La ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto
anémonas de humo, antenas de coral.
Él se pierde en la bruma, ella sólo recuerda cuando mira el mar.
Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida
cuando aún no sabía mentir.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz."
REVÓLVER - Lisa y Fran
Lisa era pura enería, Fran hombre de poca fe,
Lisa era la luz del día y Fran puro anochecer.
Y en medio de ningún sitio, en la llanura infinita,
por donde no pasa el tren, allí cruzaron sus vidas.
Y se morían por dentro, como el calor mata el hielo.
Y derramaban sus besos sobre la piel de los dos.
Y en cada noche de amor sus vidas iban más lejos,
hasta llegar a alcanzar con sus dos manos el cielo.
Lisa y Fran son un volcán de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Lisa y Fran son un volcán de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Prometieron no decirse el uno al otro "te quiero"
por si había que marchar, que aquello doliera menos.
Pero, llegado el momento, les fue imposible no hacerlo
y Lisa rompió a llorar cuando Fran dijo "no puedo".
Lisa y Fran son un volcán de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Lisa y Fran son un volcán de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Corazones machacados que su vidas descruzaron;
nunca sabes en qué esquina tienes que torcer.
Fran hoy ya no cree en nada, solo en su vieja guitarra.
Lisa hoy está casada, pero aún llora cuando él que canta.
Lisa y Fran fueron volcan de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Lisa y Fran fueron volcán de fe ciega por su amor.
Y un volcán fuimos tú y yo.
Y un volcán como tú y yo.
Y lo dejo por ahí, ya iré poniendo más si me aburro en otro rato
