Un poco de Irvine Welsh
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Un poco de Irvine Welsh
(?)
Cuando era un chaval hacÃa las cosas normales que hacÃan los chavales del barrio: jugar al furbo y a japoneses y comandos, enredar con las bicis, capturar abejas, andar aburriéndome por las escaleras, zurrar a los chavales más pequeños / más débiles, ser zurrado por los chavales más grandes / más fuertes. A los nueve años la policÃa me acusó formalmente de jugar al fútbol en la calle. Estábamos dándole de patadas a un balón en una parcela con césped al lado de la manzana de pisos en la que vivÃamos. No habÃa colocada ninguna señal de PROHIBIDO JUGAR AL FÚTBOL, pero deberÃamos haber sabido, incluso a esa edad, que puesto que el barrio era un campo de concentración para pobres, aquello, como todo lo demás, estaba prohibido. Nos llevaron a los juzgados, donde el padre de mi colega Brian hizo un magnÃfico discurso y avergonzó al juez hasta conseguir que todo quedara en una reprimenda. Estaba claro que los polis habÃan quedado como gilipollas.
?Un puto delincuente común a los nueve años ? solÃa gemir mamá ?. Un delincuente común.
(?)
Irvine Welsh, Las pesadillas del Marabú. 1995, pág. 38.
(?)
Salà pitando de aquel pub. Entré en otro sudando profusamente, con las sienes latiéndome. Comprobé los posters. No habÃa de los de la Z. Pedà un whisky y una Becks. Me senté en una esquina. El pub estaba ocupado; era la hora de cerrar. Estaba demasiado metido en mi propio mundo como para fijarme en las voces que habÃa a mi alrededor.
? ¿Vacaciones de mentirijillas, Roy? ? Me volvà y vi a un capullo de pelo blanco y cara colorada en traje y corbata. Era el señor Edwards, mi jefe, o más bien el jefe de mi jefe.
? Eh? eso es?
? Sencillamente, pensé que buscarÃas un sitio algo más exótico que el pub de al lado de la oficina para tomarte unas copas durante tu permiso anual ? sonrió maliciosamente.
Ni siquiera habÃa caÃdo en ningún momento en que aquel era el pub de al lado de la oficina. Los cabrones de Scottish Spinster?s eran aburridos que te cagas; nunca habÃa hecho vida social con aquellos grises gilipollas de clase media.
? Eh? ya?
? Lo siento, éste es Roy? em? Roy; Roy, de la sección de Colin Sproul ? le dice el capullo de Edwards a un gran putón trajeado con toneladas de maquillaje, y a un capullo viscoso y trajeado con cabello oscuro y engominado y bigote.
Intercambiamos gestos de reconocimiento con la cabeza.
? La gente de Roy está haciendo una labor estupenda para sacarnos de la edad media y guiarnos hacia una nueva y excitante era feliz de tecnologÃa avanzada, ¿no es asÃ, Roy? ? dijo, con aquella pastosa voz de escenario dramático que es un accesorio obligado para el ejercicio del ingenio burgués de Edimburgo.
? Eh? sÃ? ? salgo yo, mientras los otros se rÃen.
? ¿Asà que eres de la cuadrilla de Colin Sproul en Control de Sistemas? ? dice el capullo engominado en tono acusador. Esa voz pija y cortante siempre suena como una puta acusación. TenÃa ganas de decirle: nah, soy Roy Strang, cabrón. El puto Roy Strang. De los Hibs Boys. Me daban ganas de estrellarle la botella de Becks contra la cabeza, y después incrustársela en esa puta jeta presuntuosa.
Pero no lo hice. Con estos cabrones es como si yo fuera invisible para ellos, y ellos para mÃ. De pronto lo vi todo claro; estos son los cabrones a los que tendrÃamos que hacerles daño, no los chavales a los que inflamos a hostias en el furbo, no las periquitas a las que vamos jodiendo por ahÃ, no a nuestras madres y padres, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros vecinos, a nuestros colegas. Estos cabrones. Pero no; nos trollamos las casas unos a otros cuando no hay una puta mierda en ellas, aterrorizamos a nuestra propia gente. Pero estos cabrones: a estos cabrones ni les vemos, joder. Ni siquiera cuando los tenemos por todas partes, rodeándonos.
? Eh, sÃ, Control de Sistemas? ? fue todo lo que pude decir.
Control de Sistemas.
¿Por qué fue todo eso lo que pude decir? ¿Por qué necesitaba a mis colegas para darme un contexto? ¿Por qué no podÃa poner ese sitio patas arriba como hice en aquel pub de clase trabajadora en Govan? ¿Por qué no podÃa aterrorizar a estos cabrones ahora, cuando los tenÃa en el punto de mira, sabiendo que se cagarÃan encima?
? Tengo algunas desavenencias con C.S. en estos momentos. ¿Sabes algo de esa red de sistemas de subsidios por defunción que instaló tu gente?
? Eh?
? Ah, ah, Tom ? sale Edwards ?, Roy está de vacaciones. No querrá oÃr hablar de esas cosas.
? ¿Eres programador, Roy? ? pregunta el putón trajeado.
? Eh, sÃ. Analista de sistemas.
? ¿Te gusta trabajar aqu�
? Eh, sÃ.
Joder si lo odiaba.
No. No lo odiaba. No suscitaba en mà emociones bastante fuertes como para odiarlo. No era más que un sitio al que ir durante el dÃa, porque te pagaban por hacerlo. Cuando estaba allÃ, me limitaba a flotar en un vacÃo de indiferencia.
(?)
�dem, pp. 258-260.
Cuando era un chaval hacÃa las cosas normales que hacÃan los chavales del barrio: jugar al furbo y a japoneses y comandos, enredar con las bicis, capturar abejas, andar aburriéndome por las escaleras, zurrar a los chavales más pequeños / más débiles, ser zurrado por los chavales más grandes / más fuertes. A los nueve años la policÃa me acusó formalmente de jugar al fútbol en la calle. Estábamos dándole de patadas a un balón en una parcela con césped al lado de la manzana de pisos en la que vivÃamos. No habÃa colocada ninguna señal de PROHIBIDO JUGAR AL FÚTBOL, pero deberÃamos haber sabido, incluso a esa edad, que puesto que el barrio era un campo de concentración para pobres, aquello, como todo lo demás, estaba prohibido. Nos llevaron a los juzgados, donde el padre de mi colega Brian hizo un magnÃfico discurso y avergonzó al juez hasta conseguir que todo quedara en una reprimenda. Estaba claro que los polis habÃan quedado como gilipollas.
?Un puto delincuente común a los nueve años ? solÃa gemir mamá ?. Un delincuente común.
(?)
Irvine Welsh, Las pesadillas del Marabú. 1995, pág. 38.
(?)
Salà pitando de aquel pub. Entré en otro sudando profusamente, con las sienes latiéndome. Comprobé los posters. No habÃa de los de la Z. Pedà un whisky y una Becks. Me senté en una esquina. El pub estaba ocupado; era la hora de cerrar. Estaba demasiado metido en mi propio mundo como para fijarme en las voces que habÃa a mi alrededor.
? ¿Vacaciones de mentirijillas, Roy? ? Me volvà y vi a un capullo de pelo blanco y cara colorada en traje y corbata. Era el señor Edwards, mi jefe, o más bien el jefe de mi jefe.
? Eh? eso es?
? Sencillamente, pensé que buscarÃas un sitio algo más exótico que el pub de al lado de la oficina para tomarte unas copas durante tu permiso anual ? sonrió maliciosamente.
Ni siquiera habÃa caÃdo en ningún momento en que aquel era el pub de al lado de la oficina. Los cabrones de Scottish Spinster?s eran aburridos que te cagas; nunca habÃa hecho vida social con aquellos grises gilipollas de clase media.
? Eh? ya?
? Lo siento, éste es Roy? em? Roy; Roy, de la sección de Colin Sproul ? le dice el capullo de Edwards a un gran putón trajeado con toneladas de maquillaje, y a un capullo viscoso y trajeado con cabello oscuro y engominado y bigote.
Intercambiamos gestos de reconocimiento con la cabeza.
? La gente de Roy está haciendo una labor estupenda para sacarnos de la edad media y guiarnos hacia una nueva y excitante era feliz de tecnologÃa avanzada, ¿no es asÃ, Roy? ? dijo, con aquella pastosa voz de escenario dramático que es un accesorio obligado para el ejercicio del ingenio burgués de Edimburgo.
? Eh? sÃ? ? salgo yo, mientras los otros se rÃen.
? ¿Asà que eres de la cuadrilla de Colin Sproul en Control de Sistemas? ? dice el capullo engominado en tono acusador. Esa voz pija y cortante siempre suena como una puta acusación. TenÃa ganas de decirle: nah, soy Roy Strang, cabrón. El puto Roy Strang. De los Hibs Boys. Me daban ganas de estrellarle la botella de Becks contra la cabeza, y después incrustársela en esa puta jeta presuntuosa.
Pero no lo hice. Con estos cabrones es como si yo fuera invisible para ellos, y ellos para mÃ. De pronto lo vi todo claro; estos son los cabrones a los que tendrÃamos que hacerles daño, no los chavales a los que inflamos a hostias en el furbo, no las periquitas a las que vamos jodiendo por ahÃ, no a nuestras madres y padres, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros vecinos, a nuestros colegas. Estos cabrones. Pero no; nos trollamos las casas unos a otros cuando no hay una puta mierda en ellas, aterrorizamos a nuestra propia gente. Pero estos cabrones: a estos cabrones ni les vemos, joder. Ni siquiera cuando los tenemos por todas partes, rodeándonos.
? Eh, sÃ, Control de Sistemas? ? fue todo lo que pude decir.
Control de Sistemas.
¿Por qué fue todo eso lo que pude decir? ¿Por qué necesitaba a mis colegas para darme un contexto? ¿Por qué no podÃa poner ese sitio patas arriba como hice en aquel pub de clase trabajadora en Govan? ¿Por qué no podÃa aterrorizar a estos cabrones ahora, cuando los tenÃa en el punto de mira, sabiendo que se cagarÃan encima?
? Tengo algunas desavenencias con C.S. en estos momentos. ¿Sabes algo de esa red de sistemas de subsidios por defunción que instaló tu gente?
? Eh?
? Ah, ah, Tom ? sale Edwards ?, Roy está de vacaciones. No querrá oÃr hablar de esas cosas.
? ¿Eres programador, Roy? ? pregunta el putón trajeado.
? Eh, sÃ. Analista de sistemas.
? ¿Te gusta trabajar aqu�
? Eh, sÃ.
Joder si lo odiaba.
No. No lo odiaba. No suscitaba en mà emociones bastante fuertes como para odiarlo. No era más que un sitio al que ir durante el dÃa, porque te pagaban por hacerlo. Cuando estaba allÃ, me limitaba a flotar en un vacÃo de indiferencia.
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�dem, pp. 258-260.
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Este tio es un crack, no me he leido Las pesadillas del Marabú asi que me lo apunto en tareas pendientes. Voy a poner yo también una citilla.
"El tabaco, el alcohol, la heroína, la cocaína, el speed, la miseria y las comeduras de tarro mediáticas: las armas de destrucción del capitalismo son más sutiles y efectivas que las del nazismo [...]"
PORNO página 474
"El tabaco, el alcohol, la heroína, la cocaína, el speed, la miseria y las comeduras de tarro mediáticas: las armas de destrucción del capitalismo son más sutiles y efectivas que las del nazismo [...]"
PORNO página 474
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YO LO FLIPO CON EL WELSH,BUEN POST ,PONDRE TAMBIEN ALGUNA CITA DE ESTE AUTOR...A VER SI ME AYUDA LA GENTE A ENCONTRAR LAS PESADILLAS DEL MARABU O A BAJARLO DE ALGUN LAO TIEN QUE SER UN CAÑAZO DE LIBRO...EL DE SECRETOS DE ALCOBA DE LOS GRANDES CHEFS TAMPOCO ME LO HA LEIDO,Y CREO QUE TIEN UNA NOVELA LLAMADA CRIME QUE SOLO ESTA EN INGLES PERO ES DE DIFERENTE TEMATICA SEGUN ME DICEN ,AUNQUE SEGURO QUE ES DE PUTA MADRE!!!!!!
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El del Marabú tendras que buscar en bibliotecas, tÃo, porque hasta en librerÃas de segunda mano parece jodido encontrarlo.
A mà me ha parecido un buen libro, muy bien desarrollado y ambientado, ya sea en Edimburgo o Sudáfrica, con los personajes de barrio obrero habituales, en este caso un casual del Hibernian con una historia muy dura, la crudeza de siempre...
Me quito el sombrero ante este escritor.
"Crime" lo van a publicar en castellano en 2010.
De momento lo que hay editado en castellano es (pongo lo que me parecen los que he leÃdo):
- Trainspotting (1993). Uno de los mejores libros que he leÃdo y desde luego de los que más me hizo reflexionar o darle vueltas a determinadas cosas. La adaptación cinematográfica es fantástica pero el libro la supera con creces pues allà están desarrollados en profundidad los personajes, todos tienen su historia (no sólo Renton), hay más gente interesante y más momentazos... en fin, que cuatrocientas y pico páginas obviamente no pueden condensarse en 90 minutos...
- Acid House (1994). Éste es un libro de relatos cortos bastante interesantes algunos, otros no tanto. Tiene una novela corta al final, "Un listillo", muy buena y con un universo parecido al de Trainspotting (sociedad desestructurada, reconversión industrial, juventud, drogadicción) y sale algún personaje de esa obra haciendo un "cameo". Hay también una pelÃcula de "Acid house", no tan conocida como Trainspotting (ni tan buena, en mi opinión, quizá otros relatos del libro hubiesen dado más juego) que desarrolla tres de los relatos cortos. Se habló algo por aquà de ella, no recuerdo si puse los enlaces para bajársela (los subs. sà que los puso Suta).
- Las pesadillas del Marabú (1995).
- Éxtasis (1996, relatos).
- Escoria (1998). Este está bien también aunque no es el mismo paisaje "costumbrista" de otras obras. En este caso el protagonista es un madero de la peor calaña que, al final, como siempre, tiene detrás una historia muy cruda.
- Cola (2001).
- Porno (2002). La continuación de Trainspotting, divertidÃsimo y otra pasada de libro, aunque para mà pierde magia al cambiar el contexto al que ya aludÃ, porque se desarrolla ¿10? ¿15? (no recuerdo) años después. En cualquier caso muy recomendable y lo dicho, divertidÃsimo, esos capÃtulos de Begbie, buff...
- Secretos de alcoba de los grandes chefs (2006).
- Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo (2009, relatos).
A mà me ha parecido un buen libro, muy bien desarrollado y ambientado, ya sea en Edimburgo o Sudáfrica, con los personajes de barrio obrero habituales, en este caso un casual del Hibernian con una historia muy dura, la crudeza de siempre...
Me quito el sombrero ante este escritor.
"Crime" lo van a publicar en castellano en 2010.
De momento lo que hay editado en castellano es (pongo lo que me parecen los que he leÃdo):
- Trainspotting (1993). Uno de los mejores libros que he leÃdo y desde luego de los que más me hizo reflexionar o darle vueltas a determinadas cosas. La adaptación cinematográfica es fantástica pero el libro la supera con creces pues allà están desarrollados en profundidad los personajes, todos tienen su historia (no sólo Renton), hay más gente interesante y más momentazos... en fin, que cuatrocientas y pico páginas obviamente no pueden condensarse en 90 minutos...
- Acid House (1994). Éste es un libro de relatos cortos bastante interesantes algunos, otros no tanto. Tiene una novela corta al final, "Un listillo", muy buena y con un universo parecido al de Trainspotting (sociedad desestructurada, reconversión industrial, juventud, drogadicción) y sale algún personaje de esa obra haciendo un "cameo". Hay también una pelÃcula de "Acid house", no tan conocida como Trainspotting (ni tan buena, en mi opinión, quizá otros relatos del libro hubiesen dado más juego) que desarrolla tres de los relatos cortos. Se habló algo por aquà de ella, no recuerdo si puse los enlaces para bajársela (los subs. sà que los puso Suta).
- Las pesadillas del Marabú (1995).
- Éxtasis (1996, relatos).
- Escoria (1998). Este está bien también aunque no es el mismo paisaje "costumbrista" de otras obras. En este caso el protagonista es un madero de la peor calaña que, al final, como siempre, tiene detrás una historia muy cruda.
- Cola (2001).
- Porno (2002). La continuación de Trainspotting, divertidÃsimo y otra pasada de libro, aunque para mà pierde magia al cambiar el contexto al que ya aludÃ, porque se desarrolla ¿10? ¿15? (no recuerdo) años después. En cualquier caso muy recomendable y lo dicho, divertidÃsimo, esos capÃtulos de Begbie, buff...
- Secretos de alcoba de los grandes chefs (2006).
- Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo (2009, relatos).
Última edición por Ochobre'l 34 el Dom Nov 22, 2009 10:48 pm, editado 2 veces en total.
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OK GRACIAS!!!!!!!!!! HOY ME HE PEDIDO ON LINE EL DE LAS PESADILLAS DEL MARABU,PERO NO RECUERDO DONDE,LACASA DEL LIBRO O ALGO ASI...EL DE SECRETOS DE ALCOBA LO TUVE EN LAS MANOS ESTE VERANO EN EL FNAC DE BARCELONA PERO AL FINAL PREFERI ROBAR EL DEL CLUB DE LA LUCHA QUE ERA PARA UN REGALO... PERO CUANDO VUELVA A BARNA ME LO AGENCIO POR LAS BUENAS O POR LAS MALAS Y EL DE SI TE GUSTO LA ESCUELA NO LO CONOCIA...LOS DEMAS YA LOS TENGO...ES UN FIERA EL MENDA ,A VER SI PONGO ALGUN PARRAFO INTERESANTE... SI ME TENGO QUE QUEDAR CON UNO ME QUEDARIA CON COLA...
En el de Cola también salen varios personajes de Trainspotting, de jovenzuelos y alguno que luego saldra en Porno, como el gran Juice Terry. A mi me molo bastante esta.
En el de Crime me parece que el prota es el el compañero del madero de Escoria, el farlopero de Ray Lennox.
Ahora, el Sr Welsh esta escribiendo lo que será la precuela de Trainspotting, "Skag boys", de cuando la pandilla esta comienza a meterse en el mundillo heroinomano.
En el de Crime me parece que el prota es el el compañero del madero de Escoria, el farlopero de Ray Lennox.
Ahora, el Sr Welsh esta escribiendo lo que será la precuela de Trainspotting, "Skag boys", de cuando la pandilla esta comienza a meterse en el mundillo heroinomano.
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EL JUICE TERRY ES TODO UN PERSONAJE,PERO PARA PERSONAJE EL SR FRANK BEGBIE,MUY BIEN EL ACTOR QUE HACE SU PAPEL EN LA PELICULA...ESCORIA FUE EL QUE MENOS ME GUSTO,Y EXTASIS LE TENDRE QUE DAR OTRO REPASO POR QUE NO LO RECUERDO MUCHO,PERO DE LO QUE ME ACUERDO ES DE QUE EN UNA DE LAS TRES HISTORIAS SALE RENTON Y ALGUNO MAS EN UN SQUAT EN LONDRES DE JOVENCITOS...MUY BUENOS LOS PERSONAJES Y LAS HISTORIAS CRUZADAS ...ESTE TIO ES UN CRACK...ES DE LO MEJOR QUE LE PUEDES RECOMENDAR AL AMIGO MACARRA QUE NO HA LEIDO NUNCA...JODER YO SIEMPRE ESTOY RELEYENDO ALGO DE EL...Y NO ME ABURRE NUNCA
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OSTIA SI,VOY RECORDANDO...PERO LE TENDRE QUE VOLVER A LEER ESE LIBRO...EL DE COLA LO HE REGALADO VARIAS VECES Y NUNCA FALLA JAJAJAJA LE HA GUSTADO A TOL MUNDO,HAY GENTE A LA QUE LE PARECE UN POCO DURO...Czolgosz escribió:Si, salen en el relato del hooligan y la tipa sin brazos de la talidomida en la época punki de esta cuando conoce al otro tipo con el mismo sindrome y comienzan con sus "planes vengativos".
Acid house,me pareció a ratos increible,a ratos aburrido es poco xD....
Y Porno,empezé a leerlo y joder,me kansó un pokito la verdad.... me tengo ke poner de nuevo kon Trainspotting y Porno los dos de seguidos.
Lo unico malo ke le veo a trainspotting eske a veces te lia,porke se pone a hablar de alguien,y no sabes si está hablando de uno o de otro
Y Porno,empezé a leerlo y joder,me kansó un pokito la verdad.... me tengo ke poner de nuevo kon Trainspotting y Porno los dos de seguidos.
Lo unico malo ke le veo a trainspotting eske a veces te lia,porke se pone a hablar de alguien,y no sabes si está hablando de uno o de otro
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Lo poco que he leido de Irvine Welsh la verdad es que me ha gustado bastante y como comentaís, en algunos libros como Trainspotting es díficil seguir el hilo por el continuo cambio de personajes y a veces es algo confuso.
También destacaría que es bastante complicado encontrar libros de este autor incluso en grandes librerias como la Casa del Libro, suelen tener como mucho uno o dos y al final te toca hacer el pedido por internet.
Como pasaje, me gusta mucho esta parte de Trainspotting...no dice más que desgarradoras verdades
"No dejo de pensar en ese viejo tema de los Walkers Brothers, el que versionó Midge Ure ?no hay nada de que arrepentirse, no hay lagrimas, adiós, no quiero que vuelvas, etc., etc.
No puedo sentir remordimientos, solo ira y desprecio. Me hirvió la sangre cuando ví la puta Unión Jack sobre su ataúd y a ese repeinado cabrón de oficial, que obviamente está fuera de su elemento aquí, intentando hablar con mi madre.
Peor aún esos cabrones de Glasgow, de la parte del viejo, han venido en masa. Tienen la boca llena de mierda acerca de como murió al servicio de su país y toda esa bazofia servil. Billy fue un pobre cabrón, pura y simplemente. Ni un héroe, ni un mártir, sólo un cabrón atolondrado.
Mi bien amado estaba al servicio de Su Majestad, de patrulla cerca de su base en Crossmaglen, Irlanda, en la parte que se halla bajo dominio británico. Habían abandonado su vehículo parea examinar una barrera cuando ¡¡¡Bang!!! y nunca más se supo de ellos. Sólo tres semanas antes del final de su periodo de servicio.
Murió como un héroe dicen. Recuerdo esa canción: Billy, no seas un héroe. De hecho murió como un gilipollas uniformado de repuesto, caminando por una carretera comarcal con un rifle en la mano. Murió como un ignorante victima del imperialismo, sin tener ni puta idea acerca de las múltiples circunstancias que le llevaron hasta su muerte. Ese era el mayor crimen, que no tenia ni puta idea.
Todo lo que tenia como guía en esa gran aventura en Irlanda que le llevó a la muerte eran unos cuantos sentimientos sectarios vagamente esbozados. El cabrón murió como vivió: completamente despistado.
Algún cabrón de la clase dominante, un ministro joven o algo así, dice en su voz de Oxbridge que Billy fue un joven valiente. Era exactamente la clase de cabrón al que habrían pegado la etiqueta de cobarde malhechor si en vez de estar al servicio de Su Majestad hubiese estado merodeando por las calles de civil"
También destacaría que es bastante complicado encontrar libros de este autor incluso en grandes librerias como la Casa del Libro, suelen tener como mucho uno o dos y al final te toca hacer el pedido por internet.
Como pasaje, me gusta mucho esta parte de Trainspotting...no dice más que desgarradoras verdades
"No dejo de pensar en ese viejo tema de los Walkers Brothers, el que versionó Midge Ure ?no hay nada de que arrepentirse, no hay lagrimas, adiós, no quiero que vuelvas, etc., etc.
No puedo sentir remordimientos, solo ira y desprecio. Me hirvió la sangre cuando ví la puta Unión Jack sobre su ataúd y a ese repeinado cabrón de oficial, que obviamente está fuera de su elemento aquí, intentando hablar con mi madre.
Peor aún esos cabrones de Glasgow, de la parte del viejo, han venido en masa. Tienen la boca llena de mierda acerca de como murió al servicio de su país y toda esa bazofia servil. Billy fue un pobre cabrón, pura y simplemente. Ni un héroe, ni un mártir, sólo un cabrón atolondrado.
Mi bien amado estaba al servicio de Su Majestad, de patrulla cerca de su base en Crossmaglen, Irlanda, en la parte que se halla bajo dominio británico. Habían abandonado su vehículo parea examinar una barrera cuando ¡¡¡Bang!!! y nunca más se supo de ellos. Sólo tres semanas antes del final de su periodo de servicio.
Murió como un héroe dicen. Recuerdo esa canción: Billy, no seas un héroe. De hecho murió como un gilipollas uniformado de repuesto, caminando por una carretera comarcal con un rifle en la mano. Murió como un ignorante victima del imperialismo, sin tener ni puta idea acerca de las múltiples circunstancias que le llevaron hasta su muerte. Ese era el mayor crimen, que no tenia ni puta idea.
Todo lo que tenia como guía en esa gran aventura en Irlanda que le llevó a la muerte eran unos cuantos sentimientos sectarios vagamente esbozados. El cabrón murió como vivió: completamente despistado.
Algún cabrón de la clase dominante, un ministro joven o algo así, dice en su voz de Oxbridge que Billy fue un joven valiente. Era exactamente la clase de cabrón al que habrían pegado la etiqueta de cobarde malhechor si en vez de estar al servicio de Su Majestad hubiese estado merodeando por las calles de civil"
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OSTIAS ,ESE MISMO TROZO PENSE EN PONER EL OTRO DIA!!!!!mixmario escribió:Lo poco que he leido de Irvine Welsh la verdad es que me ha gustado bastante y como comentaís, en algunos libros como Trainspotting es díficil seguir el hilo por el continuo cambio de personajes y a veces es algo confuso.
También destacaría que es bastante complicado encontrar libros de este autor incluso en grandes librerias como la Casa del Libro, suelen tener como mucho uno o dos y al final te toca hacer el pedido por internet.
Como pasaje, me gusta mucho esta parte de Trainspotting...no dice más que desgarradoras verdades
"No dejo de pensar en ese viejo tema de los Walkers Brothers, el que versionó Midge Ure ?no hay nada de que arrepentirse, no hay lagrimas, adiós, no quiero que vuelvas, etc., etc.
No puedo sentir remordimientos, solo ira y desprecio. Me hirvió la sangre cuando ví la puta Unión Jack sobre su ataúd y a ese repeinado cabrón de oficial, que obviamente está fuera de su elemento aquí, intentando hablar con mi madre.
Peor aún esos cabrones de Glasgow, de la parte del viejo, han venido en masa. Tienen la boca llena de mierda acerca de como murió al servicio de su país y toda esa bazofia servil. Billy fue un pobre cabrón, pura y simplemente. Ni un héroe, ni un mártir, sólo un cabrón atolondrado.
Mi bien amado estaba al servicio de Su Majestad, de patrulla cerca de su base en Crossmaglen, Irlanda, en la parte que se halla bajo dominio británico. Habían abandonado su vehículo parea examinar una barrera cuando ¡¡¡Bang!!! y nunca más se supo de ellos. Sólo tres semanas antes del final de su periodo de servicio.
Murió como un héroe dicen. Recuerdo esa canción: Billy, no seas un héroe. De hecho murió como un gilipollas uniformado de repuesto, caminando por una carretera comarcal con un rifle en la mano. Murió como un ignorante victima del imperialismo, sin tener ni puta idea acerca de las múltiples circunstancias que le llevaron hasta su muerte. Ese era el mayor crimen, que no tenia ni puta idea.
Todo lo que tenia como guía en esa gran aventura en Irlanda que le llevó a la muerte eran unos cuantos sentimientos sectarios vagamente esbozados. El cabrón murió como vivió: completamente despistado.
Algún cabrón de la clase dominante, un ministro joven o algo así, dice en su voz de Oxbridge que Billy fue un joven valiente. Era exactamente la clase de cabrón al que habrían pegado la etiqueta de cobarde malhechor si en vez de estar al servicio de Su Majestad hubiese estado merodeando por las calles de civil"
ES CRUDO EL WELSH, POR LO GENERAL ACABAS RIENDOTE EN TODOS SUS LIBROS POR NO LLORAR POR QUE SON UNA BANDA DE BASURA HUMANA HIJOS DE PERRA TODOS SUS PERSONAJES,Y LO PEOR ES QUE TE VES TU MISMO Y VES A TODA LA GENTE QUE TE RODEA REFLEJADA FIELMENTE ENTRE LOS PERSONAJES DE SUS OBRAS...SIN EXCEPCION...
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Amen.viciousrumours escribió:OSTIAS ,ESE MISMO TROZO PENSE EN PONER EL OTRO DIA!!!!!mixmario escribió:Lo poco que he leido de Irvine Welsh la verdad es que me ha gustado bastante y como comentaÃs, en algunos libros como Trainspotting es dÃficil seguir el hilo por el continuo cambio de personajes y a veces es algo confuso.
También destacarÃa que es bastante complicado encontrar libros de este autor incluso en grandes librerias como la Casa del Libro, suelen tener como mucho uno o dos y al final te toca hacer el pedido por internet.
Como pasaje, me gusta mucho esta parte de Trainspotting...no dice más que desgarradoras verdades
"No dejo de pensar en ese viejo tema de los Walkers Brothers, el que versionó Midge Ure ?no hay nada de que arrepentirse, no hay lagrimas, adiós, no quiero que vuelvas, etc., etc.
No puedo sentir remordimientos, solo ira y desprecio. Me hirvió la sangre cuando và la puta Unión Jack sobre su ataúd y a ese repeinado cabrón de oficial, que obviamente está fuera de su elemento aquÃ, intentando hablar con mi madre.
Peor aún esos cabrones de Glasgow, de la parte del viejo, han venido en masa. Tienen la boca llena de mierda acerca de como murió al servicio de su paÃs y toda esa bazofia servil. Billy fue un pobre cabrón, pura y simplemente. Ni un héroe, ni un mártir, sólo un cabrón atolondrado.
Mi bien amado estaba al servicio de Su Majestad, de patrulla cerca de su base en Crossmaglen, Irlanda, en la parte que se halla bajo dominio británico. HabÃan abandonado su vehÃculo parea examinar una barrera cuando ¡¡¡Bang!!! y nunca más se supo de ellos. Sólo tres semanas antes del final de su periodo de servicio.
Murió como un héroe dicen. Recuerdo esa canción: Billy, no seas un héroe. De hecho murió como un gilipollas uniformado de repuesto, caminando por una carretera comarcal con un rifle en la mano. Murió como un ignorante victima del imperialismo, sin tener ni puta idea acerca de las múltiples circunstancias que le llevaron hasta su muerte. Ese era el mayor crimen, que no tenia ni puta idea.
Todo lo que tenia como guÃa en esa gran aventura en Irlanda que le llevó a la muerte eran unos cuantos sentimientos sectarios vagamente esbozados. El cabrón murió como vivió: completamente despistado.
Algún cabrón de la clase dominante, un ministro joven o algo asÃ, dice en su voz de Oxbridge que Billy fue un joven valiente. Era exactamente la clase de cabrón al que habrÃan pegado la etiqueta de cobarde malhechor si en vez de estar al servicio de Su Majestad hubiese estado merodeando por las calles de civil"
ES CRUDO EL WELSH, POR LO GENERAL ACABAS RIENDOTE EN TODOS SUS LIBROS POR NO LLORAR POR QUE SON UNA BANDA DE BASURA HUMANA HIJOS DE PERRA TODOS SUS PERSONAJES,Y LO PEOR ES QUE TE VES TU MISMO Y VES A TODA LA GENTE QUE TE RODEA REFLEJADA FIELMENTE ENTRE LOS PERSONAJES DE SUS OBRAS...SIN EXCEPCION...
Gran pasaje Mixmario.
En lo que no estoy de acuerdo es con lo de que sea difÃcil encontrar sus libros, por lo menos aquà en Asturias. Yo, la verdad, todos los que he leÃdo los he sacado de la biblioteca pero vamos, en las librerÃas "de referencia" de mi ciudad si no están te lo traen en una semana, porque Anagrama los reedita continuamente (como los de Bukowski). Precisamente jodido encontrar el del Marabú porque no está editado por Anagrama y está descatalogado.
De todas maneras, Viciousrumors, si lo has localizado pon el enlace o algo que estarÃa bien comprarlo y yo por lo menos no lo encuentro por internet.
Saludos
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http://www.unilibro.es/find_buy_es/prod ... 71&idaff=0
ESE ES EL SITIO DONDE LO PEDI,PERO ME MANDARON UN MENSAJE QUE ME LO MANDABAN VIA LA CASA DEL LIBRO...A VER SI ME LLEGA!!!!!!!
LO DEVORARE ENSEGUIDA PARA REGURGITARLO Y VOLVERLO ADEVORAR MAS LENTAMENTE Y REPETIRE LA OPERACION UNA Y OTRA VEZ...JAJAJAJA
ESE ES EL SITIO DONDE LO PEDI,PERO ME MANDARON UN MENSAJE QUE ME LO MANDABAN VIA LA CASA DEL LIBRO...A VER SI ME LLEGA!!!!!!!
LO DEVORARE ENSEGUIDA PARA REGURGITARLO Y VOLVERLO ADEVORAR MAS LENTAMENTE Y REPETIRE LA OPERACION UNA Y OTRA VEZ...JAJAJAJA
También destacaría que es bastante complicado encontrar libros de este autor incluso en grandes librerias como la Casa del Libro, suelen tener como mucho uno o dos y al final te toca hacer el pedido por internet.
Comentaba que era díficil conseguir algo de Welsh pq siempre que he mirado por librerias solían tener unicamente Trainspotting y Porno, y cuando acabé de leerme Trainspotting quería conseguir la continuación, asi que fuí a la casa del libro pero ya no les quedaba y me comentaron que no tenian prevista fecha para volver a traerlo...por eso lo decía, si tienes suerte y lo encuentras cuando lo acaban de reponer no tienes problemas pero sino puedes tardar un tiempo en conseguirlos, saludos.En lo que no estoy de acuerdo es con lo de que sea difícil encontrar sus libros, por lo menos aquí en Asturias. Yo, la verdad, todos los que he leído los he sacado de la biblioteca pero vamos, en las librerías "de referencia" de mi ciudad si no están te lo traen en una semana, porque Anagrama los reedita continuamente (como los de Bukowski). Precisamente jodido encontrar el del Marabú porque no está editado por Anagrama y está descatalogado.
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EL ENLACE QUE PONGO ES DELAS PESADILLAS DEL MARABUviciousrumours escribió:http://www.unilibro.es/find_buy_es/prod ... 71&idaff=0
ESE ES EL SITIO DONDE LO PEDI,PERO ME MANDARON UN MENSAJE QUE ME LO MANDABAN VIA LA CASA DEL LIBRO...A VER SI ME LLEGA!!!!!!!
LO DEVORARE ENSEGUIDA PARA REGURGITARLO Y VOLVERLO ADEVORAR MAS LENTAMENTE Y REPETIRE LA OPERACION UNA Y OTRA VEZ...JAJAJAJA
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COMPETENCIA
Desde luego, lo de este garito parece tirado que te cagas. Alec hizo una buena labor de reconocimiento, en eso tengo que darle la razón al viejo apestoso. Menos mal, porque yo nunca tuve oportunidad de hacerlo, a cuenta de que me parara Secret Squirrel como lo hizo.
La casa no está adosada y tiene un jardÃn trasero y delantero con un camino de entrada boscoso a un lado que conduce hasta un garaje. Desde la carretera no se ve el sendero de al lado a causa de los arbustos y de las ramas de los árboles que cuelgan por encima, me habÃa explicado Alec como si fuera un agente inmobiliario. Eso sÃ, sin parecerse a uno para nada.
Después de pasar por delante un par de veces en la furgoneta salà y abrà la verja de madera pintada de negro y Alec se dispone a conducirla por uno de los laterales de la casa. Me fijo en que las puertas del patio trasero son caras y tienen dobles ventanas. Alec aparece enseguida, el primo ha entrado por una puerta acristalada sencilla del camino lateral que «permite acceder» a la cocina.
Alec está resoplando y resollando con la vieja furgona. Al principio, el muy atontado intenta entrar con el morro por delante, lo que significa que en caso de urgencia tendrÃamos que salir dando marcha atrás. Ni hablar. El viejo gilipollas la está cagando de mala manera, olvidando sus propias normas. «La salida, Alec, recuerda lo de las salidas», le espeto, dando un golpecito en el parabrisas.
Repite la maniobra, saliendo torpemente al camino de la entrada en marcha atrás. Mientras entramos y yo cierro la verja, guipo a una vieja furgoneta azul aparcada justamente en plena calle. Está hecha polvo, más todavÃa que la nuestra. Parece abandonada, ni de coña puede ser un vehÃculo policial sin marcas. Si la han abandonado, mal rollo, porque eso significa que muy pronto alguno de los capullos entrometidos de por aquà llamará a los cabrones de la grúa.
El factor riesgo va aumentando, ya lo creo.
Alec baja de la furgona y mira tÃmidamente el cristal de la puerta de la cocina. Cuando entramos me doy cuenta del motivo de su consternación. Lo han roto. «¿Qué cojones pasa aquû, cuchichea. «¡Esto no me gusta, metámonos en la furgona y salgamos pitando de aquÃ!»
De eso nada. «Ni de coña?, ¡algún cabrón está tratando de mangarnos nuestro queo! ¡Vamos a aclararle las cosas!»
Abrimos la puerta y entramos en la cocina de puntillas en la oscuridad. Mi bota hace crujir unos cristales rotos. Mientras caminamos por el suelo embaldosado, de repente se oye un enorme estrépito y casi me cago. Me doy cuenta de que es Alec, que se ha caÃdo de culo. «Qué cojones?», le escupo al torpe borrachÃn en la oscuridad.
«He resbalado con algo?», gimotea.
Hay un pestazo infernal además, acre que te cagas, y es tan fuerte que al pobre Alec empiezan a darle arcadas. Empiezo a pensar que el bolinga asqueroso ha rematado la faena cuando me doy cuenta de que alguien se ha cagado en el suelo, y que es con eso que ha resbalado Alec. «Putos guarros?», jadea, mientras estuca las baldosas con sus potas.
Entonces, delante de nosotros, veo una silueta en el marco de la puerta. Capto un destello gracias a la luz de la luna y me doy cuenta de que lleva un cuchillo en el cazo. Es un chico joven, de unos dieciocho años, y está cagado. Tiembla, mientras agita el cuchillo por delante. «¿Vosotros qué queréis? ¡Danny!» Vuelve la cabeza y sisea escaleras arriba.
Alec se levanta, señalando al hombrecito. «¿Esa cagada es tuya, guarro cabrón?»
«S�, eh?», suelta mientras vuelve a blandir el cuchillo. «¿Vosotros quiénes sois?»
Es el momento de aclarar las cosas. «Suelta ese puto cuchillo, so mamón, porque como tenga que ir hasta allà y quitártelo, te lo voy a meter por ese culo cagón que tienes», le advierto. Sabe que no bromeo, además. Doy un paso al frente y él retrocede.
Entonces aparece detrás de él una silueta desgarbada, temblorosa y sudorosa que me resulta familiar. «Terry», dice de modo entrecortado, «Terry Lawson? ¿qué cojones haces tú aquÃ, tÃo?»
«Spud? hostia puta, ¿qué pasa? ¡Éste era nuestro golpe, tÃo, llevamos meses controlando este garito!»
Es Murphy, Spud Murphy, de Leith.
«Nosotros llegamos primero, como quien dice», insiste él.
«Lo siento, colega», digo sacudiendo la cabeza, «no es nada personal, pero hemos invertido demasiado tiempo en este golpe para que dos putos yonquis lo echen a pique. Tendréis que mover?»
«Yo no soy un yon?», empieza a protestar el chavalÃn.
«Y tú, guarro cabrón, ¡mira que cagarte en el suelo! ¡Puto cerdo!», ruge Alec, señalando la mancha que habÃa en su chaqueta Harrington.
«Es su primer trabajo, Alec», protesta Spud.
«Ya, jamás lo habrÃa adivinado si no me lo dices», digo yo, sacudiendo la cabeza. «¿No consigues reclutar personal últimamente, eh colega?»
Spud se pasa la mano por la cara, enjugándose la frente con la manga de la chaqueta. El pobre cabrón parece totalmente destruido. «Hoy parece que nada salga bien?», suelta, y después levanta la vista: «?Mira, tendremos que ir a medias?, repartir»
Yo miro a Alec. Los dos sabemos que tenemos que irnos a tomar por culo de aquà pronto. No se puede perder tiempo. El chavalÃn no lleva guantes y Spud lleva lo que parecen ser un par de estúpidos mitones con los que no se puede coger nada. Estos capullos se conformarán con algunos compacts para venderlos en el pub. «Vale, vosotros os lleváis los compacts.»
«Tiene una colección muy grande y tal», admite Spud. «VÃdeos también.»
Me lleva a hacer un pequeño recorrido. Spud no se encuentra nada bien. Estúpido yonqui. Gally solÃa andar por ahà con su amigo aquel, el tal Marty Connell. Le dije que nunca se mezclara con esos tÃos. Nunca te puedes fiar de un yonqui, y jamás se trabaja con uno de ellos. Aquà nos estamos saltando todas las putas reglas. Esto empezó de forma sencilla y se ha complicado a toda velocidad. Mientras subo las escaleras me acerco a Spud. Sé que no hay que fiarse de los yonquis y él es la prueba evidente, porque un amigo suyo les dio el palo a él y a sus colegas. HabÃan concertado un gran negocio de jaco en Londres, ¡y el tÃo se fugó con el botÃn!
«Me contaron que el tal Renton os dejó tirados, colega. A ti, a Begbie y a Sick Boy; eso me contaron», dije yo. «¿De qué iba esa historia, eh?»
«Ya?, de eso hace un par de años. No le he visto desde entonces.»
«¿Cómo están los demás, Sick Boy y tal?»
«Ah, pues Sick Boy sigue en Londres. Aunque subió a ver a su madre hace unas semanas y echamos unos tragos.»
A mà nunca me ha llamado, el muy cabrón. Aún asÃ, Sick Boy siempre me ha caÃdo bien. «Estupendo. Dale recuerdos cuando le veas. Un tÃo cojonudo, Sick Boy. ¿Y qué hay de Franco? ¿Sigue en el talego, eh?»
«Sû, dice Spud. La sola mención de ese nombre le incomoda un tanto.
Estupendo, pienso yo; es el mejor sitio para ese cabrón. El tÃo no sabe mantener la cabeza sobre los hombros. Ese cabrón acabará matando a alguien o alguien le acabará matando a él, no hay cosa más segura. Es peor que Doyle, ese capullo. Pero me preocupa más el contenido de esta casa que el contenido de la mente de Begbie, más bien escaso por otra parte. El sistema de sonido y los amplis son de lo mejorcito. Igual que la tele. Son una familia con inclinaciones musicales, además: dos violines y uno de esos órganos Hammond. Los chavales tienen unos juegos de ordenador y hay un par de bicis nuevas. En el dormitorio hay algunas joyas, pero sólo una o dos que parezcan realmente valiosas. Hay un par de mesas antiguas que irán a parar a algún anticuario corrupto por mediación de Peasbo. Los compacts y elepés no valen una puta mierda, Spud y su amiguito pueden llevárselos todos y venderlos a cambio de cualquier clase de mierda que les apetezca preparar y chutarse por la vena.
La fase siguiente consiste en sacar la mercancÃa de la casa, meterla en la furgona y dejarla en el local. Aunque no querrÃa que Spud y el chavalÃn vinieran hasta allà con nosotros, se supone que un lugar secreto es secreto, y no lo serÃa por mucho tiempo, si lleváramos a ese par de charlatanes a remolque.
«¿Por qué no dejaste tu furgoneta en la entrada, Spud?»
«Pensé que la gente podrÃa verla desde la casa de al lado.»
«Nah, la tapan los árboles», le digo mientras entramos al dormitorio. «¿No estarás pensando en salir por la puerta principal con una parte del lote, no?»
«SÃ, sólo un viaje con las bolsas de deporte llenas», suelta, mirándome esperanzadamente después, «no tenemos sitio para guardar las cosas más grandes.»
Ya pueden olvidarlo. No se trabaja jamás con un yonqui. «Lo siento, colega, en eso no puedo ayudarte, pero los compacts y los vÃdeos podrás meterlos en las bolsas de deporte esas.»
Le miro a la espera de una fuerte discusión, pero está jodido. Y tampoco es que sea de los que discuten. Un gachó estupendo, pero demasiado relajado, ése es su problema. Asà que todo el mundo le vacila. Triste, pero cierto. Se sienta en la cama con cabecera de latón. «Estoy chungo, tÃo?»
«Ese mono que llevas en la chapa se está haciendo notar, ¿eh, colega?», digo mientras reviso los cajones. Una ropa interior de seda muy bonita.
«SÃ?», dice temblando Spud, tratando de cambiar de tema. «Entonces, ¿por cuánto tiempo van a estar fuera los tÃos de este queo?»
«Dos semanas.»
Ahora Spud está tumbado en la cama, hecho un ovillo, sudoroso y con aspecto de que vayan a empezar a darle los retorcijones. «A lo mejor podrÃa pasar unos dÃas aquÃ, tÃo?»
«Venga, colega, aquà no puedes quedarte», digo medio riéndome.
Ahora respira con dificultad. «Escucha, tÃo, sólo pensaba que a lo mejor éste podrÃa ser el sitio para desengancharme?, una casa guapa como ésta? las vibraciones del mono?, sólo un par de dÃas, hibernar y hacer lo del mono?»
Este capullo vive en el mundo de los sueños. «Como quieras, Spud, pero no esperes que yo te haga compañÃa. Tengo asuntos que resolver, jefe.»
Bajo las escaleras con todo el botÃn que soy capaz de llevar, deseoso de alejarme del tontolculo este e irme a tomar por saco de aquÃ. Alec apesta; todavÃa huele a la mierda escurridiza del pequeño hijo de puta ese y le ha estado extendiendo por toda la casa. Ha intentado limpiársela él mismo, pero ahora que ha encontrado el armario de las bebidas le está pegando al whisky. Esto ya empieza a mosquearme. «Venga tú, puto bolinga, ¿de qué cojones vas?»
«No es más que para despejarme», resuella Alec, intentando sentarse derecho en un enorme sillón forrado de cuero, «un chupito dorado», sonrÃe. Entonces mira al chavalÃn, que está rebuscando entre los vÃdeos y los compacts. «Que te ayude el muchacho a cargar, ¡es lo menos que puede hacer después de llenarme de mierda!»
El chavalÃn parece totalmente abatido. Entonces se le ilumina la cara y nos enseña la de Toro salvaje. «¿Os parece que me quede con ésta?»
«Ya veremos, colega, pero de momento échanos una mano con la tele», le digo, y no le hace gracia pero la coge por un extremo y salimos por la cocina, tratando de evitar esa mierda resbaladiza. «¿No te ha dicho nadie que la cagada es lo último que haces, después de haberte llevado todo lo que quieres mangar?»
Parece ausente.
«Además, uno no se caga en el camino por donde tiene pensado salir», le advierto.
De todos modos, es buen currante, y pronto tenemos llena la furgona. Pobre cabroncete. Hace años, cuando habÃa mogollón de trabajos manuales para las clases trabajadoras, un capullÃn como éste habrÃa currado a tope, trabajando para el almacén de la empresa hasta caer redondo metiendo muebles en casa de algún rico cabrón. Pero habrÃa sido un ciudadano respetuoso con la ley. Ahora, aparte del suicidio, el crimen es la única opción abierta para los de su cuerda.
Veo dos alfombras en la pared por el rabillo del ojo. Sé que eso es cosa de ricos cabrones, pero pienso que deben de ser valiosas si no quieren que las pisotee cualquiera. Parecen de la mejor calidad, asà que les echo el guante y las enrrollo, mientras el viejo apestoso de Alec llena una bolsa de deporte con alpiste. Lo suyo con la priva ya pasa de castaño oscuro. Si ese cabrón pudiera colarse en Fort Knox, juro que saltarÃa por encima de las pilas de lingotes de oro para llegar al armario donde algún segurata guarda sus bebidas.
«¿Dónde está Danny?», pregunta el chavalÃn. Casi me habÃa olvidado; ése es el verdadero nombre de Spud.
«Arriba, está chungo», le explico, señalando después el extremo de todas esas alfombras que he reunido, y diciéndole: «Coge por ese extremo, macho.»
«Vale», dice, y lo levanta. Me suelta una sonrisilla. «Siento lo de la cagada en el suelo y tal. Es que me he emocionado por estar aqu�, no lo he podido remediar.»
«Todo el mundo lo hace la primera vez, normalmente en mitad del suelo. Ésa siempre es la manera de saber si el palo te lo ha dado un novato o un aficionado, la presencia de mierda en el suelo.»
«Danny? eh, Spud también me dijo eso. Me pregunto por qué, ¿eh?»
Ésta ha sido una cuestión debatida entre los chorizos desde los tiempos del Antiguo Testamento. «Alguna gente dice que tiene que ver con la lucha de clases. Un poco del tipo vosotros tenéis la guita pero nosotros os hemos ganado, hijos de puta. Pero yo considero que más bien tiene que ver con una cuestión de reciprocidad.»
Este capullÃn parece empanao otra vez. Nunca trabajará como diseñador para la NASA, eso es seguro. «Dejar algo a cambio», le explico. «Por lo mismo que a nosotros nos incomoda darle dinero a un borracho en la calle, incluso si en ese momento vamos forrados. Dicen que en una transacción uno no se siente feliz si uno recibe y el otro da. Aunque a mà nunca me ha incomodado, siempre y cuando fuera yo el que recibÃa. Pero eso dicen.»
El capullo asiente, pero te das cuenta de que no se entera.
«Asà que quieres dejar atrás un regalito, una tarjeta de visita», le explico, haciendo una pedorreta. El chavalÃn se rÃe con eso, ése es su nivel, eh. «Aunque te diré una cosa, colega, tendrÃas que cambiar de dieta, comer menos fibra y un poco más de hierro, si quieres estar en condiciones para este negocio. Prueba a pasarte de la lager a la Guiness.»
«De acuerdo», dice, como si pensara en serio que serÃa una buena opción profesional.
Alec se tambalea hacia la furgona con la bolsa a punto de estallar por el peso de las botellas que lleva dentro.
Agarro al viejo bolinga e intento levantarle, ayudarle a subir a la parte delantera de la Transit, detrás del volante. Se esfuerza denodadamente, pero se agarra a esa bolsa como si llevara dentro las putas joyas de la corona. Por fin consigue entrar. «¿Quieres que conduzca yo?», pregunto, porque él está bien jodido.
«Nah, nah, estoy bien?»
Acercándome por detrás, cierro la puerta trasera y abro la verja. El chavalÃn se queda mirándome y después me pregunta: «¿Y Spud y yo qué? ¿Cuándo recibimos nuestra parte?»
Me rÃo del capullÃn empanao y me subo al asiento del copiloto. Cojo un ejemplar del Daily Record que estaba sobre el salpicadero. Es de hará una semana. «¿Tú de qué signo eres, colega?»
Me mira durante un instante. «Eh? Sagitario?»
«Sagitario?», suelto yo, haciendo como que lo busco en el periódico. «Como Urano está muy activo, en el área laboral tus actividades serán lucrativas, en particular si haces caso a compañeros con más experiencia? ¡ahà lo tienes, colega! FÃjate en esto: los discos compactos y las cintas de vÃdeo constituyen una inversión muy buena en esta época del año, y es probable que pregonar estos bienes por los pubs del barrio a cambio de la moneda de curso legal vigente te proporcione un dinerito guapo.»
«Eh?»
«Lo que dice el periódico, colega, es que tu parte sigue dentro de la casa. ¡Esos vÃdeos y demás valen un fortunón! Y en cuanto a los compacts?»
«Pero?», balbucea.
«¡Nosotros nos estamos jugando el cuello! Todo esto», digo haciendo un gesto a mis espaldas, «lo vamos a tener que colocar, y todo es localizable. Nosotros somos los que corremos los riesgos. La próxima vez que te vea, te invitaré a una pinta y a unas gelatinas de metadona por las molestias.»
«Pero?»
«No, colega, vete ahà dentro y mete esos compacts y vÃdeos en esas bolsas de deporte. ¡Date prisa o la cagarás!»
Lo medita un poco y entonces sale disparado hacia dentro, mientras nosotros salimos a toda prisa de la entrada y a la calle. «Pringaos», me rÃo, mientras me llega el tufillo de Alec, aún más hediondo que de costumbre.
Esta furgona es un poco como Alec; puede que esté llena de combustible, pero está cansada y resuella. Además, hace un estruendo que te cagas. Mientras Alec gira la esquina un poco justo, se oye un traqueteo en la parte trasera que indica que no hemos apilado la mercancÃa tan bien como yo habÃa pensado. «¡Hostia puta, Alec, ralentiza o preséntate otra vez al exámen de conducir! Conseguirás que la policÃa se nos eche encima. ¡Espabila!»
Eso parece enderezarle un poquito, pero para cuando llegamos al polÃgono ya está tomando las curvas a la carrera y se oye otro estruendo en la parte trasera.
Esta vez decido no decir nada. El blanco de sus ojos se ha puesto amarillo y eso no es una buena señal. Es como si de aquà a un minuto fuera a empezar a abatir demonios imaginarios. Llegamos hasta el local, metemos la furgona y la descargamos; soy yo el que hace casi todo el curro, puesto que Alec, entre sudores y quejidos, vomita dos veces. Las paletas esas están abarrotadas hasta tocar el techo, parecemos un puto almacén de descuentos. «Este local está casi lleno del todo, Alec, tendremos que llevarle parte de este mogollón a Peasbo.»
«Su tienda todavÃa está hasta arriba de cosas», dice Alec, reposando sobre un gran amplificador Marshall.
Ya empiezo a estar mosqueado con todo esto. «Pues empieza a ser ridÃculo que te cagas, Alec, parece que sólo damos golpes para pagar el alquiler de un local lleno de mercancÃa que ni siquiera somos capaces de vender.»
«El problema es que ahora, Terry», carraspea Alec, «? si tienes unos electrodomésticos durante más de seis meses, nadie los quiere? depreciación de bienes? se quedan obsoletos? la tecnologÃa y eso?»
«Lo sé, pero no se puede tener mercancÃa robada en las tiendas, Alec, la policÃa sólo necesita localizar un artÃculo, algún capullo se caga y larga y ya estamos jodidos.»
«? cambio? se queda obsoleto? tecnologÃa?»
El mito de los chivatos consiste en decir que la gente chota sobre todo por malicia y por rencor, o bien por interés. Quizá suceda asà en los niveles más altos de delincuencia, o en el otro extremo, a algún pobre cabrón que está pintando y decorando un poco y le cortan el subsidio por culpa de algún hijo de puta ponzoñoso. Pero para los de nuestra cuerda, la mayorÃa de chivatos no son más que burros que te chotan por estupidez. No es su intención, pero se van de la boca en el pub, les confunden y les intimidan en la sala de interrogatorio y a los polis experimentados les resulta fácil conseguir que se desmoronen.
«? las cosas están cambiando? los bienes se quedan obsoletos? en un periquete? las cosas están empeorando», adiverte Alec. «Y se van a poner peor?»
De eso puedo estar seguro, si sigo por ahà con un bolinga inútil como él.
Irvine Welsh, Cola. 2003.
Desde luego, lo de este garito parece tirado que te cagas. Alec hizo una buena labor de reconocimiento, en eso tengo que darle la razón al viejo apestoso. Menos mal, porque yo nunca tuve oportunidad de hacerlo, a cuenta de que me parara Secret Squirrel como lo hizo.
La casa no está adosada y tiene un jardÃn trasero y delantero con un camino de entrada boscoso a un lado que conduce hasta un garaje. Desde la carretera no se ve el sendero de al lado a causa de los arbustos y de las ramas de los árboles que cuelgan por encima, me habÃa explicado Alec como si fuera un agente inmobiliario. Eso sÃ, sin parecerse a uno para nada.
Después de pasar por delante un par de veces en la furgoneta salà y abrà la verja de madera pintada de negro y Alec se dispone a conducirla por uno de los laterales de la casa. Me fijo en que las puertas del patio trasero son caras y tienen dobles ventanas. Alec aparece enseguida, el primo ha entrado por una puerta acristalada sencilla del camino lateral que «permite acceder» a la cocina.
Alec está resoplando y resollando con la vieja furgona. Al principio, el muy atontado intenta entrar con el morro por delante, lo que significa que en caso de urgencia tendrÃamos que salir dando marcha atrás. Ni hablar. El viejo gilipollas la está cagando de mala manera, olvidando sus propias normas. «La salida, Alec, recuerda lo de las salidas», le espeto, dando un golpecito en el parabrisas.
Repite la maniobra, saliendo torpemente al camino de la entrada en marcha atrás. Mientras entramos y yo cierro la verja, guipo a una vieja furgoneta azul aparcada justamente en plena calle. Está hecha polvo, más todavÃa que la nuestra. Parece abandonada, ni de coña puede ser un vehÃculo policial sin marcas. Si la han abandonado, mal rollo, porque eso significa que muy pronto alguno de los capullos entrometidos de por aquà llamará a los cabrones de la grúa.
El factor riesgo va aumentando, ya lo creo.
Alec baja de la furgona y mira tÃmidamente el cristal de la puerta de la cocina. Cuando entramos me doy cuenta del motivo de su consternación. Lo han roto. «¿Qué cojones pasa aquû, cuchichea. «¡Esto no me gusta, metámonos en la furgona y salgamos pitando de aquÃ!»
De eso nada. «Ni de coña?, ¡algún cabrón está tratando de mangarnos nuestro queo! ¡Vamos a aclararle las cosas!»
Abrimos la puerta y entramos en la cocina de puntillas en la oscuridad. Mi bota hace crujir unos cristales rotos. Mientras caminamos por el suelo embaldosado, de repente se oye un enorme estrépito y casi me cago. Me doy cuenta de que es Alec, que se ha caÃdo de culo. «Qué cojones?», le escupo al torpe borrachÃn en la oscuridad.
«He resbalado con algo?», gimotea.
Hay un pestazo infernal además, acre que te cagas, y es tan fuerte que al pobre Alec empiezan a darle arcadas. Empiezo a pensar que el bolinga asqueroso ha rematado la faena cuando me doy cuenta de que alguien se ha cagado en el suelo, y que es con eso que ha resbalado Alec. «Putos guarros?», jadea, mientras estuca las baldosas con sus potas.
Entonces, delante de nosotros, veo una silueta en el marco de la puerta. Capto un destello gracias a la luz de la luna y me doy cuenta de que lleva un cuchillo en el cazo. Es un chico joven, de unos dieciocho años, y está cagado. Tiembla, mientras agita el cuchillo por delante. «¿Vosotros qué queréis? ¡Danny!» Vuelve la cabeza y sisea escaleras arriba.
Alec se levanta, señalando al hombrecito. «¿Esa cagada es tuya, guarro cabrón?»
«S�, eh?», suelta mientras vuelve a blandir el cuchillo. «¿Vosotros quiénes sois?»
Es el momento de aclarar las cosas. «Suelta ese puto cuchillo, so mamón, porque como tenga que ir hasta allà y quitártelo, te lo voy a meter por ese culo cagón que tienes», le advierto. Sabe que no bromeo, además. Doy un paso al frente y él retrocede.
Entonces aparece detrás de él una silueta desgarbada, temblorosa y sudorosa que me resulta familiar. «Terry», dice de modo entrecortado, «Terry Lawson? ¿qué cojones haces tú aquÃ, tÃo?»
«Spud? hostia puta, ¿qué pasa? ¡Éste era nuestro golpe, tÃo, llevamos meses controlando este garito!»
Es Murphy, Spud Murphy, de Leith.
«Nosotros llegamos primero, como quien dice», insiste él.
«Lo siento, colega», digo sacudiendo la cabeza, «no es nada personal, pero hemos invertido demasiado tiempo en este golpe para que dos putos yonquis lo echen a pique. Tendréis que mover?»
«Yo no soy un yon?», empieza a protestar el chavalÃn.
«Y tú, guarro cabrón, ¡mira que cagarte en el suelo! ¡Puto cerdo!», ruge Alec, señalando la mancha que habÃa en su chaqueta Harrington.
«Es su primer trabajo, Alec», protesta Spud.
«Ya, jamás lo habrÃa adivinado si no me lo dices», digo yo, sacudiendo la cabeza. «¿No consigues reclutar personal últimamente, eh colega?»
Spud se pasa la mano por la cara, enjugándose la frente con la manga de la chaqueta. El pobre cabrón parece totalmente destruido. «Hoy parece que nada salga bien?», suelta, y después levanta la vista: «?Mira, tendremos que ir a medias?, repartir»
Yo miro a Alec. Los dos sabemos que tenemos que irnos a tomar por culo de aquà pronto. No se puede perder tiempo. El chavalÃn no lleva guantes y Spud lleva lo que parecen ser un par de estúpidos mitones con los que no se puede coger nada. Estos capullos se conformarán con algunos compacts para venderlos en el pub. «Vale, vosotros os lleváis los compacts.»
«Tiene una colección muy grande y tal», admite Spud. «VÃdeos también.»
Me lleva a hacer un pequeño recorrido. Spud no se encuentra nada bien. Estúpido yonqui. Gally solÃa andar por ahà con su amigo aquel, el tal Marty Connell. Le dije que nunca se mezclara con esos tÃos. Nunca te puedes fiar de un yonqui, y jamás se trabaja con uno de ellos. Aquà nos estamos saltando todas las putas reglas. Esto empezó de forma sencilla y se ha complicado a toda velocidad. Mientras subo las escaleras me acerco a Spud. Sé que no hay que fiarse de los yonquis y él es la prueba evidente, porque un amigo suyo les dio el palo a él y a sus colegas. HabÃan concertado un gran negocio de jaco en Londres, ¡y el tÃo se fugó con el botÃn!
«Me contaron que el tal Renton os dejó tirados, colega. A ti, a Begbie y a Sick Boy; eso me contaron», dije yo. «¿De qué iba esa historia, eh?»
«Ya?, de eso hace un par de años. No le he visto desde entonces.»
«¿Cómo están los demás, Sick Boy y tal?»
«Ah, pues Sick Boy sigue en Londres. Aunque subió a ver a su madre hace unas semanas y echamos unos tragos.»
A mà nunca me ha llamado, el muy cabrón. Aún asÃ, Sick Boy siempre me ha caÃdo bien. «Estupendo. Dale recuerdos cuando le veas. Un tÃo cojonudo, Sick Boy. ¿Y qué hay de Franco? ¿Sigue en el talego, eh?»
«Sû, dice Spud. La sola mención de ese nombre le incomoda un tanto.
Estupendo, pienso yo; es el mejor sitio para ese cabrón. El tÃo no sabe mantener la cabeza sobre los hombros. Ese cabrón acabará matando a alguien o alguien le acabará matando a él, no hay cosa más segura. Es peor que Doyle, ese capullo. Pero me preocupa más el contenido de esta casa que el contenido de la mente de Begbie, más bien escaso por otra parte. El sistema de sonido y los amplis son de lo mejorcito. Igual que la tele. Son una familia con inclinaciones musicales, además: dos violines y uno de esos órganos Hammond. Los chavales tienen unos juegos de ordenador y hay un par de bicis nuevas. En el dormitorio hay algunas joyas, pero sólo una o dos que parezcan realmente valiosas. Hay un par de mesas antiguas que irán a parar a algún anticuario corrupto por mediación de Peasbo. Los compacts y elepés no valen una puta mierda, Spud y su amiguito pueden llevárselos todos y venderlos a cambio de cualquier clase de mierda que les apetezca preparar y chutarse por la vena.
La fase siguiente consiste en sacar la mercancÃa de la casa, meterla en la furgona y dejarla en el local. Aunque no querrÃa que Spud y el chavalÃn vinieran hasta allà con nosotros, se supone que un lugar secreto es secreto, y no lo serÃa por mucho tiempo, si lleváramos a ese par de charlatanes a remolque.
«¿Por qué no dejaste tu furgoneta en la entrada, Spud?»
«Pensé que la gente podrÃa verla desde la casa de al lado.»
«Nah, la tapan los árboles», le digo mientras entramos al dormitorio. «¿No estarás pensando en salir por la puerta principal con una parte del lote, no?»
«SÃ, sólo un viaje con las bolsas de deporte llenas», suelta, mirándome esperanzadamente después, «no tenemos sitio para guardar las cosas más grandes.»
Ya pueden olvidarlo. No se trabaja jamás con un yonqui. «Lo siento, colega, en eso no puedo ayudarte, pero los compacts y los vÃdeos podrás meterlos en las bolsas de deporte esas.»
Le miro a la espera de una fuerte discusión, pero está jodido. Y tampoco es que sea de los que discuten. Un gachó estupendo, pero demasiado relajado, ése es su problema. Asà que todo el mundo le vacila. Triste, pero cierto. Se sienta en la cama con cabecera de latón. «Estoy chungo, tÃo?»
«Ese mono que llevas en la chapa se está haciendo notar, ¿eh, colega?», digo mientras reviso los cajones. Una ropa interior de seda muy bonita.
«SÃ?», dice temblando Spud, tratando de cambiar de tema. «Entonces, ¿por cuánto tiempo van a estar fuera los tÃos de este queo?»
«Dos semanas.»
Ahora Spud está tumbado en la cama, hecho un ovillo, sudoroso y con aspecto de que vayan a empezar a darle los retorcijones. «A lo mejor podrÃa pasar unos dÃas aquÃ, tÃo?»
«Venga, colega, aquà no puedes quedarte», digo medio riéndome.
Ahora respira con dificultad. «Escucha, tÃo, sólo pensaba que a lo mejor éste podrÃa ser el sitio para desengancharme?, una casa guapa como ésta? las vibraciones del mono?, sólo un par de dÃas, hibernar y hacer lo del mono?»
Este capullo vive en el mundo de los sueños. «Como quieras, Spud, pero no esperes que yo te haga compañÃa. Tengo asuntos que resolver, jefe.»
Bajo las escaleras con todo el botÃn que soy capaz de llevar, deseoso de alejarme del tontolculo este e irme a tomar por saco de aquÃ. Alec apesta; todavÃa huele a la mierda escurridiza del pequeño hijo de puta ese y le ha estado extendiendo por toda la casa. Ha intentado limpiársela él mismo, pero ahora que ha encontrado el armario de las bebidas le está pegando al whisky. Esto ya empieza a mosquearme. «Venga tú, puto bolinga, ¿de qué cojones vas?»
«No es más que para despejarme», resuella Alec, intentando sentarse derecho en un enorme sillón forrado de cuero, «un chupito dorado», sonrÃe. Entonces mira al chavalÃn, que está rebuscando entre los vÃdeos y los compacts. «Que te ayude el muchacho a cargar, ¡es lo menos que puede hacer después de llenarme de mierda!»
El chavalÃn parece totalmente abatido. Entonces se le ilumina la cara y nos enseña la de Toro salvaje. «¿Os parece que me quede con ésta?»
«Ya veremos, colega, pero de momento échanos una mano con la tele», le digo, y no le hace gracia pero la coge por un extremo y salimos por la cocina, tratando de evitar esa mierda resbaladiza. «¿No te ha dicho nadie que la cagada es lo último que haces, después de haberte llevado todo lo que quieres mangar?»
Parece ausente.
«Además, uno no se caga en el camino por donde tiene pensado salir», le advierto.
De todos modos, es buen currante, y pronto tenemos llena la furgona. Pobre cabroncete. Hace años, cuando habÃa mogollón de trabajos manuales para las clases trabajadoras, un capullÃn como éste habrÃa currado a tope, trabajando para el almacén de la empresa hasta caer redondo metiendo muebles en casa de algún rico cabrón. Pero habrÃa sido un ciudadano respetuoso con la ley. Ahora, aparte del suicidio, el crimen es la única opción abierta para los de su cuerda.
Veo dos alfombras en la pared por el rabillo del ojo. Sé que eso es cosa de ricos cabrones, pero pienso que deben de ser valiosas si no quieren que las pisotee cualquiera. Parecen de la mejor calidad, asà que les echo el guante y las enrrollo, mientras el viejo apestoso de Alec llena una bolsa de deporte con alpiste. Lo suyo con la priva ya pasa de castaño oscuro. Si ese cabrón pudiera colarse en Fort Knox, juro que saltarÃa por encima de las pilas de lingotes de oro para llegar al armario donde algún segurata guarda sus bebidas.
«¿Dónde está Danny?», pregunta el chavalÃn. Casi me habÃa olvidado; ése es el verdadero nombre de Spud.
«Arriba, está chungo», le explico, señalando después el extremo de todas esas alfombras que he reunido, y diciéndole: «Coge por ese extremo, macho.»
«Vale», dice, y lo levanta. Me suelta una sonrisilla. «Siento lo de la cagada en el suelo y tal. Es que me he emocionado por estar aqu�, no lo he podido remediar.»
«Todo el mundo lo hace la primera vez, normalmente en mitad del suelo. Ésa siempre es la manera de saber si el palo te lo ha dado un novato o un aficionado, la presencia de mierda en el suelo.»
«Danny? eh, Spud también me dijo eso. Me pregunto por qué, ¿eh?»
Ésta ha sido una cuestión debatida entre los chorizos desde los tiempos del Antiguo Testamento. «Alguna gente dice que tiene que ver con la lucha de clases. Un poco del tipo vosotros tenéis la guita pero nosotros os hemos ganado, hijos de puta. Pero yo considero que más bien tiene que ver con una cuestión de reciprocidad.»
Este capullÃn parece empanao otra vez. Nunca trabajará como diseñador para la NASA, eso es seguro. «Dejar algo a cambio», le explico. «Por lo mismo que a nosotros nos incomoda darle dinero a un borracho en la calle, incluso si en ese momento vamos forrados. Dicen que en una transacción uno no se siente feliz si uno recibe y el otro da. Aunque a mà nunca me ha incomodado, siempre y cuando fuera yo el que recibÃa. Pero eso dicen.»
El capullo asiente, pero te das cuenta de que no se entera.
«Asà que quieres dejar atrás un regalito, una tarjeta de visita», le explico, haciendo una pedorreta. El chavalÃn se rÃe con eso, ése es su nivel, eh. «Aunque te diré una cosa, colega, tendrÃas que cambiar de dieta, comer menos fibra y un poco más de hierro, si quieres estar en condiciones para este negocio. Prueba a pasarte de la lager a la Guiness.»
«De acuerdo», dice, como si pensara en serio que serÃa una buena opción profesional.
Alec se tambalea hacia la furgona con la bolsa a punto de estallar por el peso de las botellas que lleva dentro.
Agarro al viejo bolinga e intento levantarle, ayudarle a subir a la parte delantera de la Transit, detrás del volante. Se esfuerza denodadamente, pero se agarra a esa bolsa como si llevara dentro las putas joyas de la corona. Por fin consigue entrar. «¿Quieres que conduzca yo?», pregunto, porque él está bien jodido.
«Nah, nah, estoy bien?»
Acercándome por detrás, cierro la puerta trasera y abro la verja. El chavalÃn se queda mirándome y después me pregunta: «¿Y Spud y yo qué? ¿Cuándo recibimos nuestra parte?»
Me rÃo del capullÃn empanao y me subo al asiento del copiloto. Cojo un ejemplar del Daily Record que estaba sobre el salpicadero. Es de hará una semana. «¿Tú de qué signo eres, colega?»
Me mira durante un instante. «Eh? Sagitario?»
«Sagitario?», suelto yo, haciendo como que lo busco en el periódico. «Como Urano está muy activo, en el área laboral tus actividades serán lucrativas, en particular si haces caso a compañeros con más experiencia? ¡ahà lo tienes, colega! FÃjate en esto: los discos compactos y las cintas de vÃdeo constituyen una inversión muy buena en esta época del año, y es probable que pregonar estos bienes por los pubs del barrio a cambio de la moneda de curso legal vigente te proporcione un dinerito guapo.»
«Eh?»
«Lo que dice el periódico, colega, es que tu parte sigue dentro de la casa. ¡Esos vÃdeos y demás valen un fortunón! Y en cuanto a los compacts?»
«Pero?», balbucea.
«¡Nosotros nos estamos jugando el cuello! Todo esto», digo haciendo un gesto a mis espaldas, «lo vamos a tener que colocar, y todo es localizable. Nosotros somos los que corremos los riesgos. La próxima vez que te vea, te invitaré a una pinta y a unas gelatinas de metadona por las molestias.»
«Pero?»
«No, colega, vete ahà dentro y mete esos compacts y vÃdeos en esas bolsas de deporte. ¡Date prisa o la cagarás!»
Lo medita un poco y entonces sale disparado hacia dentro, mientras nosotros salimos a toda prisa de la entrada y a la calle. «Pringaos», me rÃo, mientras me llega el tufillo de Alec, aún más hediondo que de costumbre.
Esta furgona es un poco como Alec; puede que esté llena de combustible, pero está cansada y resuella. Además, hace un estruendo que te cagas. Mientras Alec gira la esquina un poco justo, se oye un traqueteo en la parte trasera que indica que no hemos apilado la mercancÃa tan bien como yo habÃa pensado. «¡Hostia puta, Alec, ralentiza o preséntate otra vez al exámen de conducir! Conseguirás que la policÃa se nos eche encima. ¡Espabila!»
Eso parece enderezarle un poquito, pero para cuando llegamos al polÃgono ya está tomando las curvas a la carrera y se oye otro estruendo en la parte trasera.
Esta vez decido no decir nada. El blanco de sus ojos se ha puesto amarillo y eso no es una buena señal. Es como si de aquà a un minuto fuera a empezar a abatir demonios imaginarios. Llegamos hasta el local, metemos la furgona y la descargamos; soy yo el que hace casi todo el curro, puesto que Alec, entre sudores y quejidos, vomita dos veces. Las paletas esas están abarrotadas hasta tocar el techo, parecemos un puto almacén de descuentos. «Este local está casi lleno del todo, Alec, tendremos que llevarle parte de este mogollón a Peasbo.»
«Su tienda todavÃa está hasta arriba de cosas», dice Alec, reposando sobre un gran amplificador Marshall.
Ya empiezo a estar mosqueado con todo esto. «Pues empieza a ser ridÃculo que te cagas, Alec, parece que sólo damos golpes para pagar el alquiler de un local lleno de mercancÃa que ni siquiera somos capaces de vender.»
«El problema es que ahora, Terry», carraspea Alec, «? si tienes unos electrodomésticos durante más de seis meses, nadie los quiere? depreciación de bienes? se quedan obsoletos? la tecnologÃa y eso?»
«Lo sé, pero no se puede tener mercancÃa robada en las tiendas, Alec, la policÃa sólo necesita localizar un artÃculo, algún capullo se caga y larga y ya estamos jodidos.»
«? cambio? se queda obsoleto? tecnologÃa?»
El mito de los chivatos consiste en decir que la gente chota sobre todo por malicia y por rencor, o bien por interés. Quizá suceda asà en los niveles más altos de delincuencia, o en el otro extremo, a algún pobre cabrón que está pintando y decorando un poco y le cortan el subsidio por culpa de algún hijo de puta ponzoñoso. Pero para los de nuestra cuerda, la mayorÃa de chivatos no son más que burros que te chotan por estupidez. No es su intención, pero se van de la boca en el pub, les confunden y les intimidan en la sala de interrogatorio y a los polis experimentados les resulta fácil conseguir que se desmoronen.
«? las cosas están cambiando? los bienes se quedan obsoletos? en un periquete? las cosas están empeorando», adiverte Alec. «Y se van a poner peor?»
De eso puedo estar seguro, si sigo por ahà con un bolinga inútil como él.
Irvine Welsh, Cola. 2003.
El de trainspotting me piyó de adolescente, con lo cual.... un imprescindible en la estantería!. Si nos lo flipabamos con historias del kronen, pues esto fue el remate, ajajajaja!!! Hombre la diferencia que trainspotting me sigue encantando y de historias del kronen mejor no recordar la sensación al reelerlo hace mas bien poco, ajajaja!!!!.
Porno lo leí por cuirosidad y bastante entretenido el cabrón para el tocho que es!!! me gustó.
Lo último que leí fue el de los secretos de alcoba de los grande chefs, la verdad que ya no me engancho tanto, aunque nunca esta de mas una lecturilla rápida al material de este tipo!!!.
Porno lo leí por cuirosidad y bastante entretenido el cabrón para el tocho que es!!! me gustó.
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