Enrique Falcon: el alarido de la mariposa
David Franco Monthieldabolico@hotmail.com
Cadiz Rebelde
Donde cayó Camilo nació una cruz
Pero no de madera sino de luz Lo mataron cuando iba por un fusil
Camilo Torres muere para vivir
Cuentan que tras la bala se oyó una voz
era dios que gritaba revolución Revisar las sotanas mi general
Que en la guerrilla cabe un sacristán
(...)
y cuando ellos bajaron por su fusil
descubrieron que el pueblo tiene cien mil
cien mi Camilos prontos a combatir
Camilo Torres muere para vivir
Daniel Viglietti, Cruz de luz
1. En un barrio que no existe
Yo, lo he de ver.
De otro modo, acabaré de convertirme
?también? en un hombre que no existe.
2. Poesía y conflicto
¿Por qué el hambre no es una recurrencia
al menos temática en nuestras literaturas, cuando es la
única recurrencia existencial de tantos millones de hombres??
3. Una poética para 150.000.000. El alarido de la mariposa
?Que mi libro de aortas os dispare.?
Ya han venido los niños, los
150.000.000
con sus cabelleras de risa y su pánico de luces,
ascos de vientre en las matanzas públicas y
dame a este niño con crines del secuestro oh sí los niños
vienen sembrando algas y hambres de rastrojo
con arpones infinitos en sus bocas
danzan, viento nuclear, con los heridos y
hierro de ondas-luz sobre el refugio: ?dame
un niño que se sepa cumbre
y asco de pesebre, mi revolución del día.
***
Pero yo no quiero hablar de la trinchera
(no yo):
metido en los muslos de quien dio los nombres,
yo atrinchero mis palabras y las hallo sucias
indómitas como un asco pegajoso un vuelco de noria,
un caballo de nosotros y ojos-telegrama;
así me las encuentro y hablo alto
convocando a la puta y al ministro en los septiembres,
permitiendo el paso de los ciervos por mis venas,
tu intranquila manera de parecer hermosa,
la tozudez terrible del destripador de buques.
Yo digo: soy los 150.000.000,
y mis manos se hacen moscas, alaridos blancos,
ojos de niña pública en los ojos de la niña pública,
mentira y bueyes amordazando el horizonte:
el miedo de los hombres como tú moviéndote
pública y agotada con la flor de las torturas,
el costado, la ira, el bostezo de quien juega
en los ojos tus vértigos de arena:
soy el hombre de gritos y del beso aturdido?
yo miedo a la sangre,
la sangre luz a este vientre,
tu vientre polilla encendida
destila canciones de amor.
Para ser la mano y la protesta
que combaten con pan la bruma en un cuchillo.
Para transformar el miedo largo que nos sitia
y decir que no hay victoria
ni en los perros del amo ni en su caza del hombre.
Porque van a mirarnos los hijos del tiempo
altamente en su grito hermano decisivo
cuando estalla con la siembra su asirse a la esperanza.
Porque la vida, pese a todo, importa y con ella resistimos,
así puedas tú abrirme y escucharme:
que aquí se te invita a levantarte.
Por detrás del precipicio,
clarea urgente el canto de la espiga
desde el suelo que sois todo vosotros.
