EZEQUIEL

[john culero]

EZEQUIEL



En Galicia hay bosques que a mi se me parten por la mitad. La espuma de la última cerveza cruje como una corteza de cerdo. El cerdo sabe a soledad y la soledad sabe a rueda cuadrada. La belleza se le cae al anciano a través de su boca desdentada. Ezequiel bebe zumo de naranja y por aquí todo es de color rojo. Piedras rojas, camaleones rojos, sombras rojas y pantalones vaqueros rojos. Ay de mi! Ay de este flujo de palabras dedicadas a construir una sólida inconsistencia. Inconsistencia de cemento armado y acero. La duda multiplicada por si misma desemboca en serpentín y pared de cal. Torpeza de ostras, mantas de leopardo, vértices de vino tinto. La niebla en Galicia es gaseosa con burbujas de costilla de cerdo. Yo no hablo desde el corazón, no hablo desde la mente, no hablo ni siquiera desde el estomago, yo escribo palabras que nacen desde el filo de mis costillas astilladas de tanto tallar palabras. Palabras de átomo de azafrán. Palabras caras de comprar. Necesito coherencia eléctrica, 100 vatios de alegría, sopa de serenidad, chorizo que bebe agua, tonterías embarazadas de más tonterías, tiempo perdido, tiempo ganado, segundos minutos y centellas! Y que bello es vivir, no lo duden. Y si de entre todas estas palabras queda una o dos o tres que merezcan la pena, con ello podremos construir un barco que nos saque de aquí. Ezequiel es el nexo entre las 8 de la mañana y el desorden. Hay un horno con un pastel de queso y espinacas dentro. Hay un teléfono que no deja de existir al lado de una rosquilla invertida. Donde está Safranski? Donde el Maestro Pepino Torcido? Saben aquel que diu?



Lorna sonríe y a Dios se le cae la baba.







EZEQUIEL II



Saber que no sabes si un estrépito de coliflores o un vómito de casualidad, o Acapulco en blanco y negro, o vete tú a saber si en el fondo todo tiene que ver con una mal interpretación del olor a rancio. Suban escaleras, señores, no usen el ascensor, hagan el favor de esquivar a ese huevo castrado, a esa noche subestimada, a ese sin sabor de melón, a ese camino que te lleva al punto b, al cúmulo de islas Azores, al solo de guitarra, a Frank Sinatra encendiéndose un cigarro. Di que no es verdad, di que alguien dijo el otro día, que hola, que qué tal, que mire usted, que donde está el olvido. Tortilla de diálogo subvencionado, pastilla de naufragio, sol y vino tinto, ansias de solemnidad, gazpacho de gafas de pastel. Dígame usted, suba por aquella escalera, aléjese de aquí, no hay nada que ver, solo hay calambre y perfección. Ezequiel, amigo mío, estrecho entre dos ciudades, barrera entre mapas y postales de hígados. Ay si yo supiera donde encontrar la cocina y el pan y el queso belga. Ay si yo supiera del calor que surge entre 24 líneas paralelas. Un mosquito funda su propio reino y se declara independiente de la Onu y de Corea del Norte. Caparazón de boquerón, siesta de televisiones de plasma, cementerio de cartas al director, camisas de siluros naranjas, migas de ceniza, almanaque de Marlboro Light.