Weno, esto no es un poema, pero si que es un ensayito o como lo querais llamar. no se si este es su sitio,pero no encuentro otro asi que ahi va:
...La subasta del mundo...
El sábado pasado estuve en una subasta. Había mucha gente, por lo general hombres de unos cincuenta años, bien vestidos y bien cuidados. Predominaban los trajes azules con corbatas rojas, aunque había alguno con traje blanco, y corbata y zapatos negros. Sonreían y hablaban. Cómo no, había multitud de puros. Presté especial atención a uno de estos hombres. Llegó delante de mí y por eso me quede fácilmente con su cara. Vestía un elegante traje gris. Iba con un aire de seguridad que ni el mismísimo Napoleón hubiese llegado a poseer. Al entrar, se sentó unas filas delante. No pronunció palabra alguna en ningún momento ni se interesó por ningún objeto.
Entre los múltiples productos que se ofrecían, hubo uno que me llamó la atención. Observé que al ?interesante? hombre le ocurrió lo mismo. Era un sobre común de color beige. Al abrirlo, el hombre que dirigía la subasta sacó de él una carta y se dispuso a leer en voz alta ?aquí tengo el mundo entero y lo pongo en venta. Ya he hecho de él lo que quería y he conseguido mi objetivo?. Todos los allí presentes se quedaron unos cuantos segundos atónitos y luego sus caras comenzaron a parecer más bien pensativas. El hombre situado unas filas delante no mostró ninguna reacción, pues debía de ser el objeto que llevaba esperando toda la subasta.
Dicho el precio de salida, todo el mundo comenzó a chismorrear con su acompañante. El hombre del traje gris se levantó cuidadosamente. De repente un silencio sepulcral invadió la sala. Todos parecían mudos. Sus ojos aterrizaban en los de aquel misterioso hombre. No estoy seguro si le conocían, pero me aventuraría a decir que si. Que le conocían bastante bien.
Salió de su asiento y comenzó a andar hacia el escenario donde se encontraba el sobre y su, hasta ahora, dueño. Las cabezas con sus respectivas miradas, como si de una orden se tratase, siguieron sus pasos. Subió al escenario y con su mano derecha extendida, recogió el sobre de las manos de su dueño. No dijo ni una palabra, ni él ni nadie. Bajó de nuevo y por el pasillo central abandonó la sala cerrando la puerta al salir.
Acto seguido, el director de las subasta prosiguió con el siguiente articulo y las conversaciones entre los allí presentes acabaron con aquel vacío que se había producido minutos antes. De nuevo comenzaron las pujas y las sonrisas.
Parecía que nada hubiese pasado. O que de haber pasado, nadie se había extrañado. Ese elegante hombre había adquirido el mundo y nadie se había inmutado.
salud gente!
La subasta del mundo
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