Jamás se lo preguntaría
por respeto al mal trago.
En honor a la verdad, digo
a mi me lo han preguntado
y es díficil
mirar a los ojos y decir
dejemoslo estar.
Lo soltó de repente
y fue, bocanada de aire abrasador
que retumbó como estallido.
El silencio se hizo insoportable
y mi piel
arena, queriendo desaparecer.
Haciendo alarde de valentía
te miré a los ojos con estúpida sonrrisa
y recordé,
que nos habíamos hecho la promesa
"sellar los labios, nunca preguntar".
Rompiste el pacto, impaciente
esperabas respuesta.
Tus ojos,
antes balsamo cálido
eran ahora dos bombillas rotas
que se me clavaban
me escrutaban sin descanso.
De nada sirvieron las palabras
ni las intenciones.
De nada sirvió la miel de los abrazos
ni mis ganas,
de sostener el instante
en el que noté que te derrumbabas
Y cayó,
y cayeron los edifícios que nos rodeaban
y el parque
y los niños que jugaban
y el banco donde me sentaba dejó de sostenerme.
Carpetazo
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