Encierro en mi puño
una de las estrellas del cielo,
y su fuerza ilumina
otro pedazo de mi cuerpo de fuego.
Intento apagar todas las luces
de mi triste destino
para estar a oscuras en los cruces
llenos de fango de mi camino,
pero cada luz
la absorbe mi cuerpo.
Mi sombrero se queda pequeño
para guardar tanta luminosidad.
Pero el problema
es que ahora no paso inadvertido,
ya que mi piel se quema,
pero con la humedad
de mis lagrimas, las venas
llenan de humo todo el sendero.
Si antes me escondia en un rincon
donde poder llorar sin pedir perdon
ahora todos saben donde pierdo mis pies,
ahora por el humo y las lagrimas mi cara es gris,
ahora estoy perdido
no solo por el fango
sino tambien por la humarera
y el ruido de mi llanto.
Poco a poco
de tanto quejarme
me he vuelto loco
por ese extraño brebaje:
escupir tierra
y tragar lagrimas,
soy el que se encierra
en el dolor de sus entrañas.

Vicky, en serio, publicalo
