Y de aquí partimos, sólo nuestros pies descalzos, toda la ilusión y ningún camino.
Destino que aprieta, que oprime nuestras voces. Ellas, sedientas de libertad, secadas por el futuro, por lo que somos, lo que queremos, seremos y debemos ser. Ya no hay caminos prohibidos, no hay muros insalvables ni dedos que callen. Sólo ellas, invencibles, levantando nuestro sino, despudriéndolo del podrido que nos quieren vender, borrando fronteras, no hay distancias. ¿Lejos? ¿Qué es lejos? La distancia depende de lo que estés dispuesto a caminar.
La voz de mis pies descalzos.
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