Con la espalda dolorida,
mirando con ojos enfermos de pena al firmamento,
me pregunto si te quiero,
me pregunto si tus labios
ahora saben igual que aquel martes:
cálidos y lentos,
dejándose hacer.
Me pregunto si nos queremos
como antigüamente se amaban los amantes;
si nos perdiéramos por cualquier calle,
¿preguntaríamos por caminos diferentes?.
Con lágrimas extremadamente calientes,
surcando las líneas de mi oído,
me pregunto si lloro porque sí
o porque tengo frío en las noches de verano;
si tus manos darán cobijo al rostro
que ahora solloza bajo el firmamento iluminado.
Me pregunto si te quiero,
si te fallo,
si sé definir el amor,
si te necesito,
me pregunto...
por qué tanta incoherencia en esta media noche.
Mi signo de interrogación
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