Drag queen

[Lunera]

Entre los versos aceitunados
de un Lorca amanerado en exceso
la pluma se vuelve loca de una tristeza hipócrita,
maquillada como las puertas de los teatros.
Desde los balcones
se grita sin sexo en la voz,
con el drama y la exageración
en la punta de los dedos,
donde no caben más caricias
por culpa del esmalte.
Afeminadas caderas de hombre,
con pestañas kilométricas
y músculos de barro,
tomando por escalera unos zapatos
y por vestido, si lo hay, la plaza de piedra
con todos sus metros de ancho y de largo.
Fardando como putas en pleno revuelo
de la primera llaga,
de su primero y de su primera falda,
se sientan con estudiada pose
al lado de las terrazas,
donde lo común se pierde calle abajo
lejos del barrio.
Sus lenguas sacuden las obscenidades
del macho que se esconde en su afeitado
y con tiento ultiman los detalles de la fachada,
listas para hacer de su persona
el doble y la verdad,
su orgullo y la belleza de un hombre maquillado,
sus carpe diem y sus "a quién le importa",
ondeando la bandera más alta que ninguna
alardeando de la ansiada libertad
que el resto del mundo, cobarde,
teme agarrar con las dos manos.
¡Que viva el ramalazo, la pluma y lo amanerado!,
¡que viva el sentimiento sin culpa
y el escándalo de los ignorantes!,
que vivan los maricones y sus madres,
las pelucas rosas, el brillo y las plataformas,
los besos con lengua y la noche a deshora,
que viva...