Cúmulo de miradas

[Odiseo]

Cúmulo de miradas,



(Primera mirada)

Hay palabras que bien expresadas, con dicción clara o temblorosa en el momento indicado remueven durante años la conciencia. Hay gestos de ternura humana, que a flor de piel recorren como una corriente de electrones la conciencia, y estremecen hasta el rincón mas oculto de la piel. Hay olores de cariño, dulces como una tarde tórrida de verano, tierra húmeda tras la tormenta.

Y miradas. Miradas que se agitan desde lo oculto de dos ojos profundos que se asoman indefensos al inmenso abismo que los separa del alma, sendos pozos donde puede entreverse en el reflejo de la pupila, el sentir del navegar de un alma torturada.

Cuando sus espléndido párpados se entreabrieron descorriendo las cortinas largas y curvas de sus pestañas, no pude imaginar donde me terminaría llevando aquello...

(segunda mirada)


Y me acerco despacito al amparo de tus cejas, una luz como de agua se desliza por mi piel cubriendo en su húmedo calor, todos mis poros, toda mi respiración.

Y yo muero de cualquier manera, al amparo de la desolación.

Tus pupilas como faros suspirando sin control restos de agua clara, oscuros versos de amor. Que se desprenderán tímidamente del fondo de tu retina, dejando caer un haz de tallos verdes sesgados tiempo atrás, de algún campo perdido en los paramos de tu profundidad. Y aunque se que aquella luz acuosa algún día morirá, no puedo evitar estremecerme en un contorno de risa, al tacto de las inquietas varillas que conforman tus pestañas.

Quisiera no mirar por donde miro, pues son tus ojos verdes sin duda, la ventana, que da al campo donde un día nace o muere la ilusión, que se filtra por el cristalino, al contacto con los nervios del querer, que refractan una luz como de vida, como de muerte.

Y que mas da, si son tus ojos
los que me dan vida, los que me dan muerte
si tus pupilas hacen que me pierda,
que me encuentre.

Entre un mar de olas gigantes que ahogan mi alma, en un llanto eterno mas allá del dolor por el curso de perdido de aquel explorador que se adentro demasiado por veredas del amor entre los escollos inocentes de tus versos de amor.

Desterrados de tus labios
por la luz de tus pupilas
expulsadas en la noche,
como rimas desconocidas.

(tercera mirada)


Como árbol abatido por un rayo de tormenta, así mi alma abatió trémula el aire que rodea el contorno dibujado de tu sonrisa, que se extendió por el aire nocturno como un manto de blanco, como un manto de nieve.

Desgajado ya de todo afán de hendidura, me llego en un silencio lúgubre el crujir de los ejes oxidados de aquel olvidado rincón del corazón. Donde entre un amasijo de recuerdos duerme arropado de chatarra la imagen más idílica, la mas dulce de las miradas.

Enterradas para siempre, desde aquella madrugada al romper del alba, al llegar el sol.

Cuando el eco de tus cabello es mecido por el viento
un sentido de fuego recorre mi retina
impactando contra un muro de metralla,
incomprendida.

Y aquel muro donde nada fue lo que debiera, retumbo como una nicho, al tañir de la campana encerrada entre tus cejas, que llamo a difuntos, por los últimos restos de inocencia.

Que escaparon en salvaje galopada,
mas allá de los resto de tu infancia,
en un árido segundo que prendió,
en la mas hermosa y triste de todas las miradas.