“La estaca de mi pena”

[Roxanne]

Cuatro años de aquél adiós tan incierto.
El primero, atormentando a un triste papel,
manchándolo de amor herido,
anhelando el último suspiro de morir joven a los pies de una pregunta,
soñándote cada amanecer con el perdón
colgando de tus graves y rebeldes cuerdas vocales.
Naufragaron cien veranos en la primavera del olvido,
me desprendí de tu nombre y de tus pecosos ojos verdes,
niña cruel, te olvidé... por ciento ochenta días gritando libertad.
Se enloquecieron los sentidos
con arrumacos y tequieros en un país dentro de otro,
se fueron de la mano de otra niña que agitaba vendavales similares a los tuyos.
El mar del norte y sus gargajos de chapapote
arrugaron las cartas, el primer beso, la primera y la última,
una cara triste y remojada en hirvientes lágrimas.
Una mano perfilando la dolorosa despedida
a orillas de un tren dirección Madrid,
surcando de nuevo las esquinas de la soledad,
rastreando cuan perro vagabundo nuevos olores,
nuevas sinónimas en las quimeras de mi almohada.
No me sirvieron los débiles sueños sin andamio,
perdí el equilibrio mientras observaba la vida fenecer,
sentada en la rama de un olivo sin fruto, soñándote cada vez más,
construyendo cuevas propias del sudor de mis pesadillas.
Cuatro años... y aun hoy las noches me aterran,
porque sé que en la punta de la lengua tengo de nuevo tu cuerpo,
tu perdón ausente y tus gélidas manos explorando mi rostro.
¡Te temo, niña!,
temo morir encorvada con tu imagen clavada en el pecho,
temo... seguir queriéndote a ciegas,
y en las noches de borrachera sollozar tu recuerdo con la cabeza gacha,
mientras vomito susurrando nuestra historia,
el cuento que quedará por siempre en las hojas que aún atormento
con la tinta que jamás debió ser derramada.