El por qué de su mala saña

[Roxanne]

?El por qué de su mala saña?

Corre que despista a los vendavales,
a las hojas muertas que crujen en el suelo,
al saber de los ancianos que se
estancan en cualquier banco,
con la memoria perdida y la mirada atada
a la nada de sus palabras.
No sabe ni de qué huye,
pero, por si acaso, no deja de mirar atrás,
empujando al olvido y pisoteándole la cara,
haciendo de sus mejillas los canales del llanto nocturno,
el hacer de tripas corazón cuando se ha de sonreír,
el ?quiero no puedo? del vendaje chapucero
de las esperanzas con remiendos.
Bajó las escaleras de tres en tres,
y sobrevolando la barandilla
se topó con la típica vieja cascarrabias
que hace de la escoba la otra mitad de su desdicha,
el arma infalible para las travesuras
de los que se pasan media vida viendo crecer
su sombra en la pared.
Le dio diecisiete palos en la espalda,
pues doña Soledad no se inhibe a la hora de escarmentar.
Llorando y riendo,
y por supuesto, corriendo,
no le importó que el sol se despidiera,
dejó de lado el tiempo y estampó el reloj contra unas piedras,
haciéndolo añicos en la calle de la embriaguez;
y pasando por la esquina más mugrienta
del extraño paraíso del vistazo lento,
de pronto se encontró desnudo contra la noche,
con unas manos muy acostumbradas
abrazándole desinteresadamente y haciéndole hombre
porque sin aquello no era nadie.
Cogió sus pantalones y sus zapatos
y de nuevo, comenzó la estampida del paupérrimo,
que tan sólo en sus bolsillos habitaban ilusiones
que morían por infartos de miocardio,
de toses copiosas apegadas a los hilos de sus histéricas preguntas.
Se oyó un ruido inmenso, casi ensordecedor,
todos miraron:
los ancianos de mirada perdida,
doña Soledad,
los de la calle de la embriaguez
y aquella perra vieja que mucho sabía
de engañosos arrumacos.
Todos le observaron con tono rancio y asqueado,
con una ceja alzada y los labios chasqueando
el fastidioso ruidito de la decepción,
con la pena pasajera de haber visto al amor
atropellado por la locura,
recordándole como aquel niño
que nunca paraba quieto,
al que todo el mundo apaleaba,
el marginado por excelencia
en la sociedad fría y superficial;
por eso, después de muerto,
nos cuenta cada día su trágica historia,
haciéndonos tropezar en cada paso,
mientras ríe maliciosamente tapándose la boca.

[varinho]

el ?quiero no puedo? del vendaje chapucero
de las esperanzas con remiendos.
Bajó las escaleras de tres en tres,
y sobrevolando la barandilla
se topó con la típica vieja cascarrabias
que hace de la escoba la otra mitad de su desdicha,
el arma infalible para las travesuras
de los que se pasan media vida viendo crecer
su sombra en la pared.

K grande Lunera. De verdad, me apasiona como escribes, como expresas las metáforas, como juegas con los sueños.. he quedado admirado

[Roxanne]

jejeje gracias varinho, qué pena que sólo pueda escribir cuando las sonrisas me dan bofetadas, por ahora, tan sólo puedo contar historias tristes y en el fondo realistas, aun así, me alegro dq te gusten mis penurias jeje, besos