relato

[Intru sin-log]

Vida nueva

Nació en una cuneta, justo el día en el que cumplía los 23 años. Todo lo anterior había sido como seguir en el útero de su madre.
Nunca había estado sola. Aquello era completamente nuevo para ella, pero no tenía miedo, ni sentía dolor. No. El mundo la acogía de lleno, ahora que la soledad la acunaba entre sus brazos, sonriéndole. Ella había escogido aquella nueva vida. Después de tantos años sin noticias de sí misma, se encontró frente a frente con su yo. Y le gustaba. La sensación de quererse y sentirse sedienta de algo que no fuera el amor con mayúsculas. Ahora sabía que había algo más allá, que no era un planeta girando alrededor de un sol. Estaba en un enorme galaxia, con miles de cosas que tenía que descubrir allí para poder seguir volando a través del universo, sin ritmo, sin ataduras, sin control, sin rumbo alguno.
En resumen, toda su vida había sido demasiado fácil y llevadera. Tenía dinero y mucha gente a su alrededor, novio formal desde los 19 años, perros de caza que la seguían a todas partes, una carrera en la que no sacaba menos de notable en ninguna asignatura, y unos padres demasiado condescendientes. Y lo tiró todo por la borda aquel día. Escribió una nota de despedida razonable, recogió lo necesario para una vida digna hasta que encontrara trabajo, cogió el coche deportivo que le habían regalado cuando sacó el carné de conducir y a mil kilómetros de su casa lo estrelló contra una cuneta.
Y allí empezó todo. Ciudad nueva, nuevas caras que no la conocían y, por lo tanto, no conocían nada de su pasado. Alquiló un piso barato y se presentó con su currículo allí donde pedían a alguien con ganas de trabajar. Con su historial le fue fácil conseguir un trabajo en una agencia de viajes bastante importante. Empezó de cero, haciendo de guía. Con su primer sueldo dio la señal para comprarse una casa bonita a las afueras, y cuando hubo ahorrado algo más, escogió un coche sencillo y práctico. Hizo amistades de esas que duran toda una vida, y a los tres años ya había ascendido a jefa de área. Sus días libres los invertía escribiendo cartas a sus padres y a todos los que habían ocupado su infancia y adolescencia, que nunca enviaba por falta de valor.
Valor, eso era lo único que echaba en falta. Así que fue cultivándolo en una despensa construida expresamente para aquella empresa, y a los cinco años de su huida ya tenía lo suficiente para coger su coche y hacer una fugaz visita a su pasado.
Era agosto, pero no hacía demasiado calor. El viaje fue agradable. Y, cuando llegó, todos la recibieron con sonrisas de esas que salen detrás de las lágrimas. Les enseñó a todos un poco de aquello que había aprendido fuera y se volvió a ir, pero esta vez con una nueva visita programada y la promesa de mantener la comunicación.
Ella ya era feliz. Tenía todo lo que siempre había tenido, con la diferencia de que estaba vez había luchado por ello. Y era libre, más libre que nunca después de haber estado con sus padres. Y su vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...
FIN