Tan viva, tan llena de alma,
La inmensa cruz del techo,
Su Dios a tu paso agacha.
Mortal, de amaneceres labriegos,
Los días por no marchitarte,
Posaron en tu hermosa cara,
El dorado corazón del viento.
Y marcaron las noches,
Senderos en tu pecho y en tus manos,
Caminos, surcos hondos de esperanza,
De lo que fue sólo ruinas, palabras.
Ojos infinitos, eco de los atardeceres,
Del gris perla, de la lluvia,
De sonrisas, frío y placeres,
De seguir adelante tras el humo,
Y tras los campos burgaleses.
Y levantar, alzar tu flor,
Teñir el silencio de cantos,
Vivir de pie, rogar al cielo,
No querer llegar tan alto.
Contarle al necio olvido,
Que sé que te contemplo,
Por si alguna vez me embriago,
De tu larga vida, de tu lucha,
De tus inmortales pensamientos.
Esto va pa mi abuelita, y pa todas las abuelas del mundo.
Mi yaya
Tan viva, tan llena de alma,
La inmensa cruz del techo,
Su Dios a tu paso agacha.
...
Ojos infinitos, eco de los atardeceres,
Del gris perla, de la lluvia,
De sonrisas, frío y placeres,
De seguir adelante tras el humo,
Y tras los campos burgaleses.
...
Con una abuela tan guapa, normal que salieras tan preciosa.
Chapo xiketa.
La inmensa cruz del techo,
Su Dios a tu paso agacha.
...
Ojos infinitos, eco de los atardeceres,
Del gris perla, de la lluvia,
De sonrisas, frío y placeres,
De seguir adelante tras el humo,
Y tras los campos burgaleses.
...
Con una abuela tan guapa, normal que salieras tan preciosa.
Chapo xiketa.
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