Acabo de mirar a la luna,
y me he encontrado con una niña sentada.
Sentada en el borde de la luna,
me miraba, yo la miraba,
nos mirabamos.
Cogí una escalera,
y subí a lo más alto,
estaba a escasos dos metros de mi.
Le recitaba un poema,
parecido a este, ella,
se sonrojaba.
Me miraba,
y me decía que callase,
que se ponía nerviosa.
Yo, seguía,
me daba igual lo que me decía.
Ella me escuchaba,
y eso de verdad que me gustaba.
Cuando terminé de recitar,
me puse a bajar la escalera,
cuando oí escuchar mi nombre.
Esa dulce voz,
me dejó parado,
como al tiempo.
Esa dulce voz,
me susurraba como el viento,
en el oído.
Esa dulce voz,
me daba caricias,
me daba besos en la mejilla.
Yo, solo sentía.
Yo, le decía que siguiera,
y le decía que esto,
todo esto, como este beso.
Muacks!
Iban por ella,
iban por ti.
Una niña sentada en la luna
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