Busco donde nadie encuentra,
deambulo en parajes perdidos
sin más pretensión
que olvidar tu mirada.
Esos ojos que me acechan
en mi torpe caminar,
que se adentran en mi cuerpo
como dagas de cristal.
Esa espina de marfil
que desgarra mi ilusión
y me aleja de tu abismo,
perfilado de carmín.
Sangra mi ajado corazón,
pleno, de fracasos y miserias,
encadenado, en una cárcel de espinas.
Grita y gime dentro de su silencio,
naufragando en su soledad,
ahogado en sus desconsuelos.
¡Muere!, ¡muere ya!
PD: Gracies por el título Guevilla
