Llegaste, borrando un camino que ya estaba escrito
bajo matojos de calles en penumbra,
de inviernos faltos de estÃo,
de miradas vacÃas,
de noches sin sentido.
Rasgaste mis albores con tus dedos,
el sol se desangró de nuevo,
enrojeciendo una tierra mustia,
donde yo tenÃa plantados mis únicos besos.
Olisqueando el suelo, mirando el cielo,
observé que todo crecÃa de nuevo
y que donde estaban mis mustias penas plantadas
retoñaban olvidados sueños perdidos.
Ladré.
Como ladra el gallo a la mañana que lo acecha
y sin remedio lo deja, olvidado, la luna,
cuando esta se marcha por la vereda.
Aullé cuando me cayeron las estrellas del firmamento
y, con frÃo rocÃo que caÃa, se convirtieron en mortales puñales de fuego
que atravesaron, sin sentido, mi viejo cuerpo de Perro
lamiendo las heridas para cerrarlas de nuevo.
Pero apareciste tu, Pequeña,
mirándome a los ojos mientras volábamos en el etéreo sueño de nuestras almas,
construyendo hermosos senderos donde habÃa pedregosas laderas,
y volviendo flores lo que antes eran solo rastrojos de mentiras traicioneras
devolviéndome la vida que creÃa perdida en las esquinas.
Puñales de Fuego
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- Registrado: Mar Jun 29, 2004 12:43 pm
- Ubicación: A Corunha, Galiza (Terra de Mar e Ar)
Ladré.
Como ladra el gallo a la mañana que lo acecha
y sin remedio lo deja, olvidado, la luna,
cuando esta se marcha por la vereda.
Aullé cuando me cayeron las estrellas del firmamento
y, con frío rocío que caía, se convirtieron en mortales puñales de fuego
que atravesaron, sin sentido, mi viejo cuerpo de Perro
lamiendo las heridas para cerrarlas de nuevo.

Como ladra el gallo a la mañana que lo acecha
y sin remedio lo deja, olvidado, la luna,
cuando esta se marcha por la vereda.
Aullé cuando me cayeron las estrellas del firmamento
y, con frío rocío que caía, se convirtieron en mortales puñales de fuego
que atravesaron, sin sentido, mi viejo cuerpo de Perro
lamiendo las heridas para cerrarlas de nuevo.

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