"En esta noche de tormento y desesperación
quiero esculpir palabras en el umbral de tu mente,
deslumbrar tu iris con los relámpagos de mi voz,
filtrar mi agua, juvenil, por los charcos de la muerte,
desamurallar las paredes de la desazón
con mi cincel de grafito, forjado en los calientes
hornos de tus ausentes labios, ávidos del sudor
de mi piel magullada, de mis brazos, de mi frente.
¡Qué arrebato más maravilloso!, ¡qué ilusión!,
contemplo tu espíritu, danzando magistralmente
sobre ortigas molidas, empapadas en alcohol,
tus pies, descalzos, incólumes, a pesar de que ese
manto el inexorable destino lo construyó,
y de que nunca antes nadie había podido verse
sobreviviendo a esa tortura... ni siquiera dios.
Tan grandiosa musa eres, que me haces blasfemar,
y sin embargo, iluminas mi tortuoso camino
con las llamas de tu hoguera de versos de alquitrán
que prendidas en mi ser han revivido al olvido...
Tus besos, tus caricias para poder respirar
es, corazón huracanado, lo que necesito.
Y, al fin, a un islote desierto junto a ti llegar,
erigir una cabaña con mi sangre y tus folios,
donde durmamos cada noche, mirando hacia el mar,
aferrados a la luna, libando juntos vino
de los viñedos de la felicidad; y soñar
que nos fundimos con el tiempo en abrazo infinito."
Confesiones a mi Musa
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