A veces me creo un Dios,
me siento como si así fuera:
omnipotencia.
Otras no soy más que un desecho
un despojo
incapaz de nada
incluso ni de respirar.
El mundo se me mete en la boca del estómago
ocupando todo mi interior:
Asfixia.
A veces me creo tan liviano
que pienso que voy a echar a volar
y al segundo siguiente
ese mismo vuelo puede llevarme de la cornisa
a querer besar el suelo.
A veces no me aguanto ni yo.
Hay veces que levito
y cambio de plano
para arrastrarme a continuación.
Vuelco,
me revuelco y vuelvo a cambiar de posición.
Todo gira sin parar.
Sin límite.
La ansiedad se mete en mis oídos
y el miedo me vence.
Querer mirar al abismo y no poder.
Poder mirar desde el abismo y no querer.
Sentir que el eje gravitacional se ha vuelto loco
Caos roto-orbital.
Inestabilidad.
Centrifugadora
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