Reflexiones de un Ser Irracional

Poesía y relatos.
Jaxter
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Reflexiones de un Ser Irracional

Mensajepor Jaxter » Mié Ene 14, 2009 6:13 pm

Bueno, esto lo escribí para un concurso de relato corto de mi ciudad. No gané ni nada ( :lol: ), pero me apetece compartirlo. Son 4 capitulos, no muy largos (unas 13 hojas los cuatro). Es una especie de crítica a toda esta sociedad en la que vivimos (en parte, tb autocrítica). Dejó aquí el primer capitulo, para no hacer esto muy largo. Si veo que interesa, subo los otros 3.
Gracias a los que lo leais, y las opiniones son bienvenidas. ;)

Capítulo Uno

En otra vida, fui un caracol. Sé que es una afirmación rotunda, acaso incluso intrigante. Pero es la simple y llana verdad. Era un caracol muy bonito, el más apuesto de todo el huerto del viejo Tío Frank. Desde luego que no era nuestro tío, pero ¿cómo podíamos no haberle llamado así? Desde luego nuestro padre no podía ser, sería muy difícil y escabroso imaginármelo yaciendo junto a mi madre. ¡Caramba, me da escalofríos de solo pensarlo!. Así pues, aplicando la razón a la inversa, el Tío Frank tampoco podía considerarse como mi madre. Pero él era quien nos alimentaba, nos plantaba esas hojitas de lechuga cerca de casa para que nos convirtiésemos en unos robustos señores caracoles. Aunque nunca entendí por qué el Tío Frank se enfadaba cuando veía nuestros diminutos mordiscos en las hojas. ¿Acaso pensaba que no comíamos suficientemente bien y por eso despotricaba tan furiosamente? Una vez intenté preguntárselo. Vi que se acercaba hacía mi con su característico andar desgarbado y moví mis antenas, haciéndole la pregunta. Pero el me ignoró, ¡incluso casi me aplasta con ese enorme pie!. Imaginé que estaba especialmente cabreado ese día, pues yo había tenido una indigestión el día anterior por haber comido remolacha la noche anterior, y no había comido tanta lechuga como era habitual en mí. En fin, ¿quién entiende a estos humanos?.

Pero bueno, me estoy desviando del tema. Mi vida como caracol acabó hace tiempo ya. No recuerdo muy bien mi final, pero cada vez que pienso en ello, me viene a la mente un olor de salsa de piñones, típica de un restaurante italiano muy cercano a la casa del Tío Frank. Analizándolo bien, no tengo nada que reprocharme de mi vida pasada, fui un gallardo y apuesto caracol hasta la muerte. Lo único que lamento es no haberle dicho a mi querida Lucie lo dulce y sabrosa que era su baba.
Hablando de la baba de Lucie ? Nunca he comprendido ese afán de los humanos de arrebatárnosla. ¿Os imagináis vosotros a un ejercito de caracoles abriéndoles la boca a los humanos para sacarle su flujo bucal a la fuerza? Seguro que algún desalmado nos pegaba un mordisco y nos tragaba con nuestra casita y todo. Aseguran que nuestra baba les ayuda a rejuvenecer el cutis. ¿Tanto importa el aspecto físico de una persona? Yo a mis amigos les voy a querer igual, tengan las antenas briosas o agarrotadas; o los colmillos se las hayan caído ya de puro viejo. Y en el caso de que importe tanto el aspecto, ¿lo que realmente te importa es verte joven y guapo o que la gente te vea así? ¿Tan baja tienes la autoestima?

Camino por la calle y no puedo dejar de observar a toda esta multitud. La mayoría, retocados. Una, cargando con una capa de maquillaje de seis kilos para ocultar su imperfecta piel. Otro, con su tinte en la mano para tapar las canas de su cabello. Realmente da que pensar. ¿Hacia donde van estos humanos cuya mayor preocupación es consumir y aparentar? Se supone que son los más inteligentes de todo el planeta, pero yo desde mi humilde punto de vista de animal irracional, lo dudo. ¿O quizá sea más racional que todos ellos juntos? Yo no necesito fingir para sentirme pleno, soy lo que soy. Soy lo que nací. Y lo que nací, moriré.

Cuando aún estaba en el huerto del viejo Tío Frank, observé unos cuantos casos flagelantes del mismo tipo. El Tío Frank tenía una mujer, Lhadillha. Lhady para los amigos, como ella decía. Pero su supuesta amistad abarcaba a cualquiera con el que se cruzase, lo cual siempre me pareció sospechoso. Yo creo que más bien quería ocultar el parecido fonético de su nombre con el de ese bicho tan molesto y repugnante para ellos. Aunque yo, que alguna vez he coincidido con alguna de ellas, me parecen la mar de divertidas. Un día me encontré con un grupito de estos simpáticos bichitos en una esquina del huerto del Tío Frank. Estaba haciendo un concurso de saltos, a ver quien era la primera en alcanzar los pelos de la cola del caballo con el que el Tío Frank araba los campos. En fin, tienen sus particularidades pero son ingeniosas y amenas, lo cual no se puede decir de todo el mundo.

Pero bueno, a lo que iba: La mayor ambición de Lhadillha era aparentar no ser ella. Y no es que fuese un camaleón, el cual se pone el disfraz por necesidad. Que va, ella lo único que quería era lucir lo que no era. Siempre estaba intentando convencer al Tío Frank de que le comprase un vestido más ajustado, un potingue para los granos, crema de caracol para las arrugas, etc. Incluso una vez les sorprendí discutiendo, ¡pues Lhadillha quería operarse para ponerse más pecho! ¿Qué pasa, tendría envidia de Sulf, la anciana vaca lechera que alimentaba a toda la familia? La gente se muere de hambre en el mundo, sin poder llevarse un solo bocado a la boca, y ella preocupada porque si no se ponía un busto mayor la gente no la miraría por la calle. Sinceramente, Lhadillha era fea, bueno más que fea era horrorosa. Pero yo estoy convencido de que el Tío Frank la quería por como era, no por como debería ser.

Lhadillha era insaciable. También quería un coche más potente, una casa más grande, que su marido no fuese agricultor, si no empresario. Quería más y más. Y yo cada vez que la escuchaba, sentía ganas de gritarla con toda la fuerza de mis antenas:
- ¿No te das cuenta maldita imbécil? No eres real, eres artificial. No eres tu cuenta corriente ni la sartén que el banco te regala. No eres el coche que tienes. No eres los billetes de tu cartera. No eres tus vestidos. Eres la mierda y la inmundicia de este mundo.
Pero daba la impresión de que por más que la gritase jamás entraría en razón. Su cerebro-esponja había absorbido demasiadas idioteces durante toda su vida. Quería aparentar más, no ser más. No se daba cuenta de que la autorrealización ficticia es una simple masturbación. Placentera momentáneamente, pero una mísera sustitución realmente.

Maldita Lhadillha.
gallipato
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Mensajepor gallipato » Mar Ene 20, 2009 3:36 am

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Jaxter
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Mensajepor Jaxter » Vie Ene 23, 2009 7:10 pm

Uy, perdona, no había visto la respuesta!! Y claro que no me molesta, es más, me anima a seguir poniendo. ;)

Aquí va la segunda parte, espero que os guste:


Capítulo Dos

Bueno, dejaré de despotricar contra Lhadillha, al menos momentáneamente. He decidido observar lo más atentamente a todos los seres humanos que me rodean, aprovechando ahora que en esta vida estoy junto a ellos. Hoy, cuando he ido al supermercado con Ralph y Amy, me he fijado en la gente con la que nos hemos cruzado. Me gusta oler a la gente. Olerles y correr detrás de ellos, especialmente detrás de los niños. Muchas veces la gente se asusta de mí, y como de costumbre Amy y Ralph acaban regañándome. A veces incluso me llevo algún castigo o algún golpe. Y como no, hoy no podía faltar la típica madre histérica pegando gritos porque he estado babeando encima de su hijo. Yo solo quería olerle. Tantos gritos, tantos ruidos en el supermercado. La gente estresada, nerviosa, tensa. ¿Esto es vida? Casi que prefiero el huerto del Tío Frank ?

En un puesto, una señora apartando a empellones a otra para poder pasar por el estrecho pasillo lleno de mil marcas diferentes de productos que no sirven para nada. Solo para consumir. Para hacerte más feliz mientras tu haces ricos a otros. Eso si, una felicidad idiotizada, subordinada al consumismo más frenético y sin sentido. Una felicidad de mierda.

Unos pocos pasos más allá, otros dos hombre discutiendo a pleno grito sobre de quien era el turno. No se escuchaban entre ellos, no atendían a razones. Solo gritaban. Aplicando la ley del más borrego: el que más alto grite tiene razón. ¿Y esto es racionalismo, inteligencia y demás? Nos encontramos en una sociedad en la gente solamente te escucha cuando te estás muriendo, el resto del tiempo eres una piedra en el camino. Si no molestas, te saltan por encima como si no te viesen; si te interpones en sus designios, te apartan del camino de una patada. Eso sí, así obtendrán su fotocopia de felicidad, superaran los complejos. La publicidad te hace querer coches y joyas, tienes un empleo que odias para comprar mierda que no necesitas. Ah, pero eso si, serás feliz. Ni te enterarás de que va la historia si sufres una gran guerra o una depresión económica, pues la gran depresión es tu vida. Y los fármacos para curarla son pastillas con concentrado de ropa, jarabes con sabor a coches, y un supositorio que te inyecta felicidad. Pero, no lo olvides, y nunca estará mejor dicho: una felicidad de mierda. Realmente, la sociedad de hoy en día es la peor sociedad que ha existido en toda la vida de la Tierra. Somos los hijos malditos de la historia, los renglones torcidos de Dios, el cero a la izquierda de la evolución, desarraigados y sin objetivos.

Cuando vivía en el huerto del Tío Frank, a veces dialogaba con mis compañeros de lechuga sobre si no desearían una concha de mayor tamaño y volumen. La verdad es que cuando hacía la pregunta, la mayoría de las contestaciones fueron que ni se lo habían planteado. Una tarde, después de comer estaba yo tumbado a la sombra de una coliflor cuando se me acercó Ronf, uno de los caracoles más ancianos del lugar:
- He estado pensando sobre la pregunta que has hecho sobre nuestra particular casa a cuestas, joven. Realmente nunca lo había tenido en cuenta. Así que hoy, mientras tomaba mi refrigerio diario me he puesto a pensarlo. La verdad, una concha más grande y colorida sería más bonita, ¿no? Pero sinceramente, ¿importa eso? A lo mejor si consigo una concha mayor, no podría arrastrarme con ella, pues su peso me lastraría. O quizá estaría llena de agujeros y cada vez que lloviese me empaparía. Así que, meditándolo bien, me quedo con mi pequeña y fea casa. Porque, como te dije antes, ¿a quien le importa como sea mi concha? Es así, así soy yo, y a quien no le guste tiene un buen problema, pues no pienso cambiar. No necesito cambiar.

Y después de todo este monólogo dio la vuelta y se fue de nuevo en busca de otro refrigerio, dejándome a mi planteando otra cuestión: ¿Realmente nos importa tanto lo que la gente piensa de nosotros? Es decir, ¿qué nos importa? ¿Lo que somos o lo que queremos que la gente crea que somos? Lo siento, quizá sea por mi vida pasada como caracol, pero jamás lograré comprender a la gente que muere por ser lo que no es. Es igual que si yo, en mi anterior vida, hubiese intentado ser un depredador. Era un caracol, me gusta la lechuga, me gusta el campo, me gusta dejar un rastro de baba allá por donde voy. ¿Por qué voy a intentar ser un tigre? Como no matase a las gacelas a antenazos ? Eso, o con una foto de Lhadillha recién levantada. ¿Y si la moda es ser tigre? Pues nada, tocará hacer todo lo posible por pintarme a rayas naranjas y oscuras mi casita. Y me pongo bigote. Y emito gruñidos y rugidos cual el tigre más fiero de la sabana. Y a lo mejor, hasta hay algún caracol atontando que me cree y piensa que soy un tigre. Pero en lo más hondo de mí, sabré que es mentira. Solo soy un puto caracol diminuto que se cree el Dios del huerto por haberse disfrazado de felino. Y como intente atrapar algún cervatillo, lo más normal es que el que acabe atrapado sea el maldito caracol con casita a la moda. Igual pasa a los seres humanos. Intentar ser los Dioses de su sociedad, los que más compran, gastan, consumen; y finalmente es la propia sociedad la que actúa de depredador. ¿Y adivinas quienes son las victimas, no? Los pobres idiotas que han intentado aparentar ser lo que no son.

Volviendo a casa una vez terminada la compra, me encontré con un viejo cuervo amigo mío, pues solía andar revoloteando por el barrio. Estaba en una rama del roble más alto del parque, acicalándose las plumas y riendo maliciosamente.
- Buenas Ed, ¿a qué viene tanta risa? - Inquirí intrigado por su traviesa sonrisa.
- Acabo de cagar a una señora ahora mismo, joven. - Respondió el pájaro - Acababa de salir de la peluquería, e iba contentísima casa a contarle rápidamente a sus amigas la cantidad de potingues que acaba de aplicarse.
- ¿Y eso te produce satisfacción, Ed? - Pregunté decepcionado.
- No joven, lo hago por su bien. Les recuerdo que por mucho que lo intenten ocultar, no son bonitos copos de nieve. Son el mismo montón de estiércol y mierda que todo lo que nos rodea.


Si os sigue gustando, pondré el siguiente ;)

Gracias a todos los que lo habeis leido!
gallipato
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Mensajepor gallipato » Dom Feb 01, 2009 2:31 am

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al-ándalus
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Mensajepor al-ándalus » Lun Feb 09, 2009 12:54 pm

Me gusta mucho Jaxter y estoy deseando leerte el 3. capítulo ... casi que se le coge cariño al caracol y me temo cual va a ser su fin :(
Jaxter
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Mensajepor Jaxter » Mié Feb 11, 2009 5:50 pm

Primero de todo, perdón por tardar tanto, es que he tenido un problema con el ordenador donde tenía guardado el relato :(

gallipato escribió:Igual me equivoco, pero me ha olido a influencia del club de la lucha, a "somos la mierda cantante y danzante del mundo", "no eres tu trabajo ni tu cuenta corriente"

Eres un caracol y disfrutas comiendo lechuga, no quieres ser un tigre aunque esté de moda, no funcionará ni un disfraz. Pero, ¿y si quieres ser una gacela? Y saltar y correr. Aunque te dijeran que eso no mola, o que no puedes, porque eres un caracol y no puedes abandonar tu concha, podrías intentar correr más rápido.

No me refiero a seguir modas, pero aunque seas caracol y no puedes aparentar otra cosa, sí puedes ser otra cosa si de verdad lo deseas. Como si te dicen que eres un caracol de tierra y un día te da por bucear, es mejor querer ser, que ser lo que otros quieran.

Capítulo tres, por favor.

:D

Si, la verdad que acababa de ver ese día el Club de la Lucha (por 343254545ª vez xDDD) y me salían los dialogos solos :lol: Hasta tube que editar varios parrafos, porque me sonaba a puro plagio :oops: Y ya verás en los dos capitulos siguientes, como hay varias frases de esa obra maestra del cine :P

Y bueno, mi intención al escribir esto no es negar que si tu quieres cambiar puedes hacerlo, ni mucho menos. Yo pienso que las personas están siempre para superarse, que si quieres hacer algo, puedes. Pero lo que pretendo criticar es el querer ser otra cosa, no por ti mismo, si no por la sociedad que te rodea. El querer ser algo "mejor" por aparentar, me revienta. Es mi forma de ver las cosas: lucha por lo que quieres conseguir, pero sé tu mismo.
Si yo soy un caracol de tierra, y un día decido hacerme de mar porque podré conseguir más comida, adelante, lucha por conseguirlo. Pero no te pintes rallitas en la casa para fardar delante del vecino :P

Me alegro mucho de que a ti también te guste al-andalus. Ahora posteo de nuevo y pongo el tercer capitulo ;)
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Jaxter
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Mensajepor Jaxter » Mié Feb 11, 2009 5:54 pm

Capítulo Tres

Una vez llegamos a casa Ralph y Amy se han ido a colocar la compra en la cocina. También han comprado un par de pantalones más para cada uno, creo que con la intención de forrar su armario de tela vaquera, porque si no no entiendo la razón de tener ocho vaqueros cada uno.
Mientras, yo no puedo dejar de pensar en las palabras de Ed. ¿Será verdad que todos somos parte de un mismo basurero? Tiene su parte de verdad. Hay algunos que intentan dar lo mejor de si mismos para cambiar este basurero por un sitio mejor en el cual vivir, mientras otros querrán disfrazar la basura de piñatas llenas de golosina para satisfacer su necesidad de aparentar.
¿Qué es mejor, luchar por una utopía o disfrazar la realidad de mentira? Para el viejo cuervo y para mí la respuesta es clara, para otras personas como Lhadillha quizá sea más difícil entender que por mucho que te rodees de lujos, tu nunca serás un lujo. Serás un mojón disfrazado de copito de nieve, jugando a ser Dios en un estercolero. Te comprarás sombreros de hielo, pendientes de rocío, y fragancia del amanecer; pero tendrás una vida estéril y rancia.

Veo que se acerca hacía mi el pequeño Derry, hijo Amy y Ralph. Seguro que quiere jugar. Se supone que una de mis obligaciones, una de las razones por la cual estoy viviendo con esta familia, es entretener a este muchacho. ¿O debería llamarlo consumidor en potencia? Probablemente ya sea tan consumidor como lo son sus padres. Se pasa las tardes sentado en el sofá, atontado frente a la televisión. Sueña con ser Superman, Mister Universo, o el próximo ganador de Gran Hermano. ¡Que lejano queda aquel tiempo cuando yo, ingenuo caracol, soñaba con ser médico y conseguir una medicina para curar a mis compañeros de lechuga de las enfermedades que les asolaban en época de fumigaciones! Seguro que si Derry hubiese nacido caracol, soñaría con ser tigre.

¿Pero es la televisión realmente la que hace ser así de tonta a esta sociedad? Han crecido con la televisión, que les hizo creer que algún día serían millonarios, estrellas del cine o del rock. Pero poco a poco se han dado cuenta de que la cosa no va a ser así. Y en vez de cabrearse y rebelarse contra quien las ha metido doblada tan gigantesca mentira, deciden fingir que no les importa. Deciden aborregarse. Aborregarse y luchar por tener un trabajo donde serán explotados, pero a cambio tendrán el mejor coche del barrio y llevarán vaqueros Levi´s. Además, podrán robar la baba de mi pobre Lucie para lucir un cutis terso y bonito. A cambio, niños morirán de hambre en la puerta de sus casas, el SIDA hará estragos por el mundo, padres venderán a sus hijas a ricos violadores para poder sobrevivir. Pero claro, ellos en su plena masturbación de felicidad ni se enterarán.

Hace poco ha sido época de evaluaciones en el colegio de Derry, en el cual Amy trabaja como profesora. Tanto Amy como Ralph están realmente angustiados porque su hijo no ha sido el mejor de la clase. Y eso es inconcebible. Su hijo ha de ser el mejor, superior al resto, aunque sea pateándoles para apartarlos de su camino. La televisión manda que su hijo tenga que ser capaz de hacer todo el dinero del mundo el día de mañana, para tener su sombrero de hielo y su fragancia del amanecer. Para comprarle a su madre pendientes de rocío y a su padre un bastón de enebro cuando vaya a visitarles todos los días después de su trabajo de mierda. Y así ver todos juntos quien gana Gran Hermano.
Sinceramente, si yo fuese Derry, lo que compraba es un bote de arsénico a cada uno y se acabó tanta idiotez. Y la televisión, iba directa por la ventana, a espantar al perro del jardín que no deja de ladrar.

Pero seguro que ya es tarde, Derry estará ya contaminado. Y le pasará igual que a Lhadillha. Hoy deseará ser Superman, mañana querrá ser el niño ídolo del colegio por llevar su cazadora Chevignon. Y el día de después, su meta será ser un jefe capullo capaz de putear todo lo posible a sus empleados para obtener el máximo beneficio posible. Y como el pez que se muerde la cola, comprarse el coche más potente del barrio. Probablemente Derry no querrá aumentarse el busto, pero recemos porque no se acompleje con el tamaño de su pene, pues no sabemos lo que su mente enfermiza será capaz de idear para paliarlo.
Derry se ha cansado ya de jugar conmigo y tirarme de las orejas. Este niño sádico tiene una obsesión enfermiza con mis orejas. Debe creer que agarrándose a ellas será capaz de volar tan alto como Superman y la criptonita no le hará efecto. En fin, comienzo a estar ya cansado de estos humanos. Vuelvo a mi casa, en el jardín de la parcela, pues Amy y Ralph deben creer que ser la niñera de sus hijos no es suficiente para tener un techo decente. Mientras me tumbo en el suelo, observo las cuatro paredes de mi hogar. No es una casa grande. Tampoco ampliamente decorada. Y desde luego no tiene televisión de plasma, DVD de última generación, ni sillón relajante. Pero es mi casa, tengo de sobra con ella. Y como dijo el viejo caracol, más vale una casa pequeña y sencilla, que una grande con agujeros por donde se cuele la lluvia.

De nuevo estoy pensado en el huerto del Viejo Tío Frank. Me acuerdo de Bobber, el caballo que cargaba con el peso del arado de los campos. Una vez le pregunté como podía soportar día si y día también el arrastrar esa mole de hierro, sin protestar, aguantando sin rechistar los golpes e insultos que recibía cada vez que no se daba prisa adecuada.
- Tengo miedo, pequeño caracol - Fue su respuesta - Si no cumplo como caballo de arado, el Tío Frank no dudará en venderme a otro agricultor menos cuidadoso con sus animales, o incluso sacrificarme. Así, al menos, al final de cada jornada puedo descansar un rato en mi cuadra y comer mi parte del heno.
Me fui de allí furioso, sin apenas despedirme. No podía entenderlo, mis antenas temblaban de pura rabia. ¿Cómo puede alguien preferir una vida de obediencia, llena de pesares, a luchar? ¿Cómo puede aceptar alguien tan triste destino a morir luchando? Hoy en día, después del tiempo pasado, he observado que es lo normal. No me pidas que lo entienda, porque jamás podré hacerlo, pero he visto mucha gente actuando de tan cobarde manera. ¿Cuántos seres humanos se dan cuenta de que están intentando aborregarles pero se dejan llevar porque es más cómodo? Muchísimos. Miles. La inmensa mayoría. Creen que es más fácil aceptar el camino marcado por el consumo. Es preferible tener un móvil de última generación, una nueva moto de doscientos caballos. Es preferible ello a luchar, a tener miedo de que puedes morir, tanto física como socialmente. Y los pocos que tienen valor para rebelarse son mirados como bichos raros de la sociedad. El resto de las personas les hacen el vacío, les apartan de su senda sin apenas dirigirles una mirada. ¿No os dais cuenta de que ese miedo a morir os tiene encadenados a esta escatológica felicidad? Tienes que saber, no tener miedo, sino saber que algún día vas a morir. Y hasta el día que no comprendas eso y luches por vivir al máximo ese tiempo que se te ha permitido vivir, serás un imbécil. Y tu vida no tendrá sentido más allá de las pautas que esta sociedad te marcará.

Es el miedo lo que te encadena a la mediocridad. Pero pensándolo bien, no es el miedo a morir. Si no el miedo a vivir. Miedo a romper las cadenas y luchar. A enfrentarte a lo que sabes que no es verdad. Es una mentira que te impulsa a tener la boca sellada mientras ver fallecer el mundo a tu alrededor. Los hielos de los Polos se derriten, Amazonas se convierte en un desierto, mareas negras de petróleo surcan los mares de medio mundo cual aves tenebrosas de terribles presagios. ¿Y tú? Tu te compras otro jodido nuevo coche con una nueva mini cadena para poder escuchar tus jodidos discos de Eurovisión.

No quiero ser humano. Quiero ser caracol, cuervo, perro, o caballo. No quiero ser Lhadillha. No quiero ser Derry. Ni Amy ni Ralph. Elijo ser considerado un animal irracional. No quiero coches, no quiero joyas. Quiero vivir. Quiero soñar. Sin cadenas, ni amarres. Elijo mi libertad.


Espero que os guste. Y acepto críticas :P
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Mensajepor al-ándalus » Mié Feb 11, 2009 6:35 pm

Muy bueno Jaxter ... pero sigo temiendo por mi pequeño caracolillo jajajaja :wink:

Saludos
Jaxter
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Mensajepor Jaxter » Sab Feb 14, 2009 3:12 pm

Bueno, aquí está el último capitulo. Finalmente, al-andalus sabrá si el caracol muere o no :P

Espero que os guste ;)

Capítulo Cuatro

Bueno, ya se está acercando la noche. Queda poco para la hora de cerrar los ojos y evadirme a ese mundo irreal de los sueños. Irreal quizá, pero generalmente más benévolo que en este que me veo obligado a vivir.
Estoy cansado ya de vivir junto a los humanos, echo de menos mi vida como caracol, en el lejano huerto del Tío Frank. ¿Qué habrá sido de Lucie y los demás? A veces pienso en averiguar donde queda el viejo huerto y huir de aquí. Allí únicamente tendría que soportar la esclavitud elegida de Bobber y a la maldita Lhadillha. Pero me bastaría con ignorar a Bobber. Y en cuanto a Lhadillha, no es cosa que un buen mordisco no pueda solucionar.
Pero no, es imposible. Aunque consiguiese encontrar el huerto y orientarme hasta allí, me sería imposible comer lechuga o tumbarme al fresco debajo de las coliflores. Ya no soy un caracol.

Aún así, no pienso resignarme a pasar la vida cuidando del cretino de Derry. No soy su alfombra mágica para que el pueda volar a lo Superman. Prefiero caminar calle abajo hacía el hasta el parque y allí reunirme con mis vecinos. Nos conocemos todos, pues llevamos ya varios años viviendo en la misma calle.
Y cada tarde al ir al parque dejamos nuestra marca para no dar lugar a confusiones con otros vecinos y saber cada uno cual es nuestro territorio. Solemos correr detrás de los niños y sus madres, lamiéndoles en ocasiones, y generalmente babeando cada vez que les vemos sentir miedo.
En fin, es una vida bastante cómoda, adecuada a mis necesidades. No necesito nada más, ni pienso disfrazarme de tigre. Sé que no soy un bonito copo de nieve, si no un ser más en este basurero. Pero lucharé por mejorar este basurero, no por cegarme a mi mismo los ojos con las ascuas desprendidas de la degradación de esta vomitiva sociedad. No quiero pendientes de rocío, ni fragancia del amanecer. Tampoco quiero supositorios de felicidad. Soy así, soy feliz.

Estoy apunto de adormilarme ya. Ha sido un día intenso. Probablemente, el día más productivo de toda mi vida. He recordado cosas en las que hacía mucho que no pensaba. Y desde luego, me he quedado a gusto con mis críticas. Pero reflexionar sobre todo esto me ha servido para afianzarme más en mis ideales, y no dudar nunca a la hora de tener que tomar las decisiones que marcan mi camino. Ahora, es hora de dormir.

Pero no. Una pelota golpea mi frente cuando voy a echar la primera cabezadita. Maldito Derry, quiere volver a jugar. ¡Qué pesados que son estos humanos! Cuando era caracol, robaban nuestra baba.
Y ahora que soy perro, no me dejan dormir.


Espero que os haya gustado mi historia :P
al-ándalus
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Mensajepor al-ándalus » Sab Feb 14, 2009 5:40 pm

¬¬ sabía yo que te lo cargabas .... :evil:
Jaxter
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Mensajepor Jaxter » Dom Feb 15, 2009 3:31 pm

Como te dije por mp...se reencarna :P
al-ándalus
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Mensajepor al-ándalus » Dom Feb 15, 2009 3:45 pm

Y como te contesté ... te odio ¬¬


jajajaja

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