Siempre se ponían nerviosos. Eva la que más, más aún esta vez. Hacía mucho tiempo que no iban a verle.
Fueron 2 horas de coche intensas, plagada de canciones, de preguntas y de sueño, para el pequeño Carlos. Viajaban los 5, por primera vez. Eva, su marido, sus dos niños y su madre, que no paraba de mirar intensamente por la ventana.
- ¡Abuelo!- Y el niño corrió hacia los brazos de aquella cara sonriente que esperaba la embestida.
Su madre abroncó al pequeño bichejo, él le restó importancia y empezó el ritual en aquel comedor, que aparentaba un hotel de 3 estrellas, donde las visitas intentan recuperar todo el tiempo perdido en unos pocos minutos.
A las preguntas banales y no comprometidas le siguieron los cumplidos, los deseos, las miradas que no iban a ninguna parte. Se habló de los ligues de sus compañeros, de los amoríos que allí dentro se producían, de las partidas de ajedrez, de que si no estaba cómodo allí podía volver, de que estaba más flaco. Se habló de todo, se habló de nada.
El viejo aquel día conoció a su nuevo nieto, no lo tuvo entre sus brazos porque no podría con él, pero se vio reflejado en aquellos ojos llenos de vida y durante un segundo fue feliz. Luego se acercó hacia la otra mujer, que movía levemente los labios, que no decía nada.
"Ya sabes papá...Pero a veces, cuando se acuerda de algo, pregunta por ti" Dijo Eva, cuando se dio cuenta que su padre buscaba la mirada de aquella mujer.
Se escuchó el ruido de platos, el trajín de mesas y sillas a lo que Modesto dijo: ·"Creo que es hora de comer, si tardo mucho lo mismo hoy no me dejan nada" Y todos rieron ante esa despedida.
Y así siguieron, riendo, hasta el último adiós, hasta que cerraron la puerta de aquel "Hotel", justo antes que el viejo le dijera al oído a la mujer ausente "aún te quiero, vida mía" y ella no hiciese nada.
Al cerrarse se vino abajo y se echó a llorar. Recordaba otro tiempo que hoy sólo era un sueño, otra vida que nunca pareció vivir. Recordó a su mujer cuando era joven, cuando decir te quiero parecía un juego y volar no era cosa de locos, cuando llevaba a su hija a pescar, incluso cuando le dijo que estaba embarazada y él estuvo 2 días borracho de alegría. Recordó paseos de viejo, la certeza de tener que desaparecer para no molestar, recordó que a lo mejor vivir había valido la pena, pero no era justo terminar asi.
Su marido intentaba tranquilizarla, sus hijos dormían, pero Eva tampoco podía parar de llorar. Lo supo cuando lo vio en su mirada, aquel adiós era de verdad. Era la última vez que iba a ver a su padre. Sus lágrimas sólo se veían interrumpidas por palabras a las que nadie de aquel coche prestaba atención. Aquella mujer que perdía su mirada en la noche de una ventana triste no paraba de repetir: "Y yo, y yo....Y yo..."
Nadie dijo nada, pero a veces las sonrisas no mienten, dicen puramente la verdad.
Y bueno, os dejo mi blog, por si alguien se quiere pasar, lo acabo de abrir, un saludo! http://agarratefuerteami.blogspot.com/