El viaje al monte

[Piedad]

El viaje al monte.

Se quedó una hora antes con todos los compañeros para reunirse todos en la estación del tren. Aquel curso de fin de semana en la sierra se presentaba agradable, aún si el tiempo no era el mejor. Las predicciones para esos días anunciaban lluvias y frío.

Ella iba contenta sencillamente por volver a reunirse con antiguos compañeros de curso y ser acompañada a la estación del tren por su pareja. Él se arreglo mucho para la ocasión diciendo que lo hacía para causar buena impresión a sus compañeras, ya que no las conocía. El viaje hasta la estación lo hicieron en coche. Recordó que debía llevar poco equipaje y que fuera ropa de abrigo, ya que pasarían todo el día en el monte. Con sus botas de montaña puestas y una camiseta sencilla de manga larga, se colocó su chaqueta de nieve abrochada. Una buena capa de agua haría las veces de paraguas en la montaña, las manos abrigadas con guantes para aguantar a esa altitud. La verdad que no es la mejor pinta para gustar a cualquiera, pero si para guarecerse del frío al que tendría que soportar en el curso al aire libre.

Llegaron a la estación un poco más tarde de la hora señalada, imprevistos de ultima hora. Una vez en la estación se encontró con sus compañeras. La hora de la salida del tren estaba próxima por lo que bajaron al andén a prepararse. Se colocaron frente a la puerta del vagón del tren para subir primero el equipaje. De una de las ventanas, una mujer se quedo mirando a su pareja y él la miro con alegría, dejando la maleta que hasta entonces llevaba en su mano al lado de ella en el suelo. Subió sin decir nada para saludar a aquella persona que se le abrazo nada más verle. Estuvieron hablando el tiempo que tardaron por turnos en colocar parte de nuestras maletas. Ella se sintió mal. Ninguna de sus compañeras quiso decir nada en ese momento al ver esa reacción. Su silencio dolía más que cualquier palabra.

Esperó abajo hasta su turno de subir mi maleta arriba. Él bajo sin decir quien era la joven hasta que yo no pudo aguantar y se lo pregunto. Su respuesta fue sencilla. Se trataba de su ?hija putativa?. La reacción fue preguntar la razón de soltarla a ella para ir saludar a esa mujer. Dijo entonces que cuando subiera se la presentaría. Y eso hizo. Al subir al vagón se acerco de la mano y la soltó al presentarlas. Ella se hubiera querido ir corriendo de allí. Tener que viajar en el mismo vagón que esa persona durante toda la noche, iba a resultar muy duro. Sus compañeros silenciaron sus pensamientos hasta que llegaran a su destino. Hay que tener valor para enfrentar todos los miedos que nos puedan atacar, y ese era uno de ellos.

Se puso a leer con los cascos puestos, y se levantaron en una de las paradas del tren para asomarse a fumar. Sentía su mirada en la espalda, parecía que su risa la molestaba. Su compañera de asiento parecía una institutriz, observando todos los detalles de arriba abajo. Ella Decidió ignorar a las dos.

Después de unas horas de tren y por el cansancio de todo el día, tumbo su asiento y se dispuso a dormir. No es el mejor lugar para hacerlo, pero algo es algo. El sueño fue dando cabezadas y pudo unir algunas horas de sueño. Todo pequeño descanso era imprescindible para aguantar la dura jornada en el monte que les esperaba. Al fin el tren llegó a su destino y dejaría de ver esas dos expectantes caras en aquel vagón.

Moraleja de este pequeño cuento
Los hijos putativos pueden tener una edad muy próxima a la nuestra. El comportamiento de cada uno al verlos, es individual.

Cualquier parecido con la realidad del cuento es mera coincidencia. Espero no herir susceptibilidades.

[Vicky-tripi]

interesante cuentecillo.

cuidese, señorita, cuidese

[Piedad]

Muy buen consejo Vicky