Tú sabes que yo te espero
en cada esquina,
en la barra del bar al que siempre
tú vas.
Tú sabes que te miro de reojo,
te sonrío disimuladamente porque
a la vez me sonrojo.
Sabes que esos pequeños poemas
en servilletas fueron de aquél que
siempre te esperó.
Y no sé por qué pero cuando oscurece
y la luna se hace dueña de mi sombra,
me hago rey de los bordes de tu camisa,
recorro los botones con las yemas de mis
dedos como si fueran otra parte más de ti.
Aquí estamos nosotros,
por encima del mar,
pasa el cielo, las nubes,
la luna, esas estrellas fugaces.
Ese soy yo el que te espera en
cada puerta por la que sales
ocultando mis manos detrás
de mi cuerpo y con ellas una rosa
escondida.
Y tú sabes por qué estoy aquí
y allí.
Siempre cuidando de tus pasos
vayan adónde vayan.
Y no sé por qué me despierto con el torso descubierto
y con esta sonrisa de puro placer loco.
Será porque mis te quieros
no se marchitan porque
los riegas cada día.
Así florece el amor, la amistad,
el cariño, el respeto, la paz y la
felicidad.
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