

No encuentro inspiración, escribo sin saber por qué, quizás siga buscando esa estrella... No estoy seguro de si existe, pero ¿si no ¿qué me falta? Procuro estar ocupado, porque cuando no lo estoy me invade un mal sabor: es mi cerebro que nunca está d ehuelga. Pero me insulta mi propia modorra, me atenaza la desazón. Simplemente, veo pasar las horas, a veces sin excusa. Da igual cuánto amor me rodea, cuánta belleza, nunca la descubro. Estoy contÃnuamente viajando en un tiovivo alrededor de mi ombligo.
Conozco a gente y pienso ¿esto será normal? O bien ¿seré normal? No me parece, en ocasiones, tener corazón, aunque sepa que un corazón sufre. Achaco mi sufrimiento a mi propia alma. No me rigen ocnstantes vitales, si no variables de odio.
Odio muchas cosas, es cierto, pero lo peor de odiar de más es que se ama también en exceso. Soy como el fuego que abraza una cuartilla. Consumo mi pasión tan rápido como dejo de disfrutarla y, al final, me apago. Y sólo dejo rescoldos de indiferencia. Pero no puedo olvidar...
He visto dops palomas muertas en la misma calle. Apenas en veinte metros he podido encontrar dos cuerpos inútiles e ignorados. Y, quien se haya fijado, no se ha alarmado (yo incluido). Nadie ha podido figurarse un cuerpo querido en el lugar que ocupaban estas aves que pululan por mi ciudad, atraÃdas por la propia carroña urbanita, que se confunde a menudo con su mobiliario. Yo mismo he sentido dolor, a pesar de que no me gustan las palomas. No quiero imaginarme cuál hubiese sido mi debilidad si en vez de palomas...
El mismo dÃa he sufrido otro tipo de dolor, un dolor humano y ruin, por extensión: compadecimiento. Compadecimiento por una persona triste, insegura e inútil en su labor. Una persona de la cual todo el mundo se reÃa desde el primer momento, sin dar margen al respeto y sin tener consideración hacia la triste imagen que representaba. Primero vomité risas y algarabÃa, pero ello desbocó en asquerosa lástima. ¿Puede e sentir lástima por alguien convertirte en un ser despreciable?
Pienso que, al hacerlo, se le está juzgando y, al fin, sentenciando. La gracia que produce su sentida estupidez no es más que un castigo, un linchamiento anónimo perpetrado tras la seguridad de una masa borrega. Por eso es peor sentir lástima, significa creerte superior a alguien. Pero ¿no es también tener sentimientos? Seguramente lo fuese si se intentase a la vez ayudar a la vÃctima, pero ¿vÃctima de qué? ¿No somos todos acaso vÃctimas de nuestra propia estupidez? Estamos mejor callados y ajenos a los problemas del prójimo...
Parece que la vida es como un parto eterno y muy doloroso. Nos aferramos a la idea de que lo que hacemos seguramente está bien porque, sencilamente, tenemos que hacerlo. Sólo los locos podemos llegar a pensar que no somos, en realidad, felices. y que algo falla... algo no encaja... Nadie descansa si en lo más recóndito de su corazón una vocecita pide auxilio cada noche y no te deja dormir en paz.
Echo mucho de menos el amor sentido y mucho máas el recibido. No echo de menos el cuerpo que besé ni el pubis que mesé. Sólo quiero que aquel amor se reencarne en la matriz cuyos efluvios contengan la pócima que mi voracidad no logre erosionar. Al fin y al cabo, todo es quÃmica...