Bajo la Orilla

[Quayle]

El sobretodo de tu piel quería ser, en cuanto descubrí que aquel pomelo impregnado de un frío rocío carecía de espinas, era invertebrado, como nuestros besos, por poner un ejemplo. Quise ser entonces, el sobretodo de tu piel, como te decía, porque si bien es cierto que aquel rocío era frío como el hielo, no quería dejar escapar este calor de caverna, no quería dejar escapar ni las telarañas, ni los reflejos del agua en las rocas del techo, quería pues enmarañarme en los humos de tus ojos y gritarle al eco lo mucho que te quería.

El vaho se unía poco a poco y resbalaba, convertido en gotas, por el cristal de este anochecer exhausto, caía rindiéndose y se hacía más y más grande. Nuestros suspiros, gemidos, tactos y dientes se hallaban en cada gota que poseía y crecía hasta convertirse en un diminuto punto de placer, que duraba tanto como la vida de un segundo.

Así, eramos entre las espadas y el salitre que a cada ola quedaba en tu ombligo, eramos pequeñas estatuas de cera en un moribundo haz de luna, impregnados de motitas de mar que se escabullían entre tu pelo y escapaban por tu espalda hasta volver a ser espuma. Mis labios sólo eran sus lentos perseguidores, tan despistados como para detenerse a poner trampas siendo ellos los rezagados, trampas de un veneno que endulzaban al mismo terreno.

Los momentos, se perpetuaban solitarios con nuestros cuerpos entre la poesía de sus escasos versos y con la cadencia de un vals más que imperfecto, nos erguíamos por encima del agua y caíamos golpeando la superficie con rabia para hundirnos solos hasta el fondo de arena. Luchábamos por salir juntos de allí, sin separarnos ni un milímetro y volvíamos a establecer un abrazo sobre la infinita superficie oleada, y una sombra recostada y dos cabellos empapados.

Y en la cúpula del cielo, el silencio nos observaba, clavándonos su verdad en las gargantas. Nos sobraban las palabras, el tiempo nos era escaso y a la vez eterno. Y llegó flotando aquella rosa que yo no había traído, desde el horizonte, y con los pétalos marchitos, vino anunciándonos que no estábamos solos, pues aquella vez, la noche estaba de nuestro lado.
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Gracias -Quayle- HDS

[Kaizen]

La O con la L, OL,
la L con la E, LE;
y todo junto:

OLEEEEEEEEEE

[Vicky-tripi]

Plas, plas, plas, ( son aplausos creo que se entienden), bravo.